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Manu Guix es el último mohicano de Operación Triunfo, el profesor que ha sobrevivido a todas sus ediciones hasta convertirse en director musical de la Academia. Su rostro y sus manos al piano son la fotografía que ilustra casi cualquier momento del concurso.

Archiconocido en Cataluña, Guix se asoma con fuerza a la ventana capitalina empujado por el huracán de OT. Sus charlas con los alumnos, los ensayos mano a mano antes de las audiciones, configuran las escenas más reseñables en este Gran Hermano de negras y corcheas. Este era su perfil más conocido, el del carismático instructor, hasta que Cataluña, como casi siempre, pinchó la burbuja que encierra la rutina del certamen.

El 1 de octubre, Manu Guix –nunca cantautor protesta ni activista– vertió en Twitter las opiniones en caliente que le arrancó la intervención policial contra el referéndum secesionista. “No lo olvidaremos nunca, no tienen vergüenza ni perdón”, “ya he votado, ¡viva la democracia siempre!”, escribió en el patio del pájaro azul. El discurso de Felipe VI le sacó de sus casillas: “Su majestad el rey se ha pasado la condena a los actos violentos por su ojete real. Vaya puta mierda de discurso”. El tono de este tuit sorprendía a sus seguidores y amigos, poco acostumbrados a que Guix vocee sus opiniones políticas. Aquel día, el procés ponía sobre la mesa los otros acordes del director musical de Operación Triunfo.

Manu Guix canta una canción para los concursantes de OT

“Hace muchos años que le conozco. Siempre ha sido muy reservado con eso y creo que sabe dónde están las barreras. Su opinión política al respecto ni la sé ni me incumbe”, cuenta un concursante de la primera edición.

Cuando Guix se desató

El envite no quedaba ahí. Guix, visiblemente ofendido por quienes le acusaron de patear a España y faltarle al respeto, entraba al trapo de los comentarios que antes dejaba pasar: “Lo siento, no lo puedo evitar. Me repatea que a los catalanes se nos presuponga un odio hacia lo que es castellano. Es una puta mentira que sólo alimenta la confrontación y el odio”. También añadiría: “¿Por qué piensas que por cantar en catalán odio hacerlo en castellano? El odio lo pones tú, yo no odio nada. Me parece un problema muy grave que creas que odiamos el castellano. No puedes estar más equivocado. Tengo dos discos en castellano. Y los que vendrán”.

Dicho esto, Guix volvió a llenar sus redes sociales de mensajes estrictamente ceñidos al concurso y sus conciertos, para los que se han agotado las entradas con motivo de su último trabajo, Després de tot. En cuanto a sus cds, los dos primeros –2003 y 2005– fueron en castellano y los dos últimos –2012 y 2017– en catalán. Entre medias, publicó un homenaje a Lluís Llach, once versiones de este cantautor, diputado en el Parlament la pasada legislatura de la mano de Puigdemont y Junqueras.

Guix toca el piano ante la mirada de Lluís Llach.

Guix toca el piano ante la mirada de Lluís Llach.

Las confesiones de Guix

Guix se sinceró el pasado diciembre en una entrevista concedida a Xarxa, que entonces pasó desapercibida. Tras retratar un clima de “presos políticos” e injusticia, confesó no haber intentado nunca componer acerca del procés, pero reconoció que es una tarea pendiente. “Soy un cantante de pop, a veces de soul, no soy cantautor, quizá tenga que hacer canciones políticamente más implicadas, no lo sé, pero sí que he reflexionado sobre eso”. Tras estas palabras, admitía lo reservado de su opinión política: “Mi ideología forma parte de mi intimidad. Otros defienden justo lo contrario y hacen bandera con sus temas. Yo no descarto componer algo, no para posicionarme, pero sí para explicar lo que pasa”.

Guix, declarado optimista y así percibido por quienes le conocen, decía esto para buscar un lado bueno al conflicto catalán: “Nuestra generación se encontró todo hecho y, de repente, han aparecido motivos por los que pelear. Este rollo del procés nos ha despertado de un letargo casi crónico”.

La presentadora metía la cuchara para intentar rebañar el verdadero sentir de Guix, pero el pianista sólo llegó hasta aquí: “Siempre me posicionaré públicamente a favor del derecho a decidir. En cuanto al sí o el no en esa votación, eso me lo guardo para mí”. La única vinculación partidista del director musical de OT fue la difusión de estas palabras de Ada Colau: “Ni DUI ni 155. Necesitamos más diálogo. Mediación y referéndum pactado”.

“En Operación Triunfo se respira catalanismo”

Carlos Lozano, presentador de las primeras ediciones de Operación Triunfo, conoce la casa por dentro. “Es un programa en el que se respira catalanismo”, cuenta en conversación con este periódico. La Academia se encuentra en Terrasa, muchos de sus profesores son catalanes, el personal también… “Es lo normal, y me parece bien que lo muestren, siempre que se haga con respeto… Ocultarlo sería cínico por su parte”.

En cuanto a Manu Guix, al que define como “un gran profesor, un tío afable, muy cariñoso, enamorado de la gente, de los concursantes y con mucho talento y sensibilidad”, expresa: “Creo que mojarse de esa manera es innecesario para una carrera tan brillante. Si quiere que se moje, por supuesto, pero sin ofender. Al final, estas cosas te cierran muchas más puertas de las que te abren”. En relación al mensaje dirigido al rey, relata este presentador: “Imagino que se habrá retractado. Si no lo ha hecho, le invito a que lo haga”.

Alex Casademunt, concursante de la primera edición, afirma que la política “jamás” se puso sobre la mesa de la Academia mientras él estuvo dentro. “No le dábamos importancia a eso”. Este cantante no conocía los tuits de Guix, “una excelentísima persona que siempre le trató con cariño”. “Al final, abres cualquier armario y sale algo de Cataluña”, bromea Casademunt.

Manu Guix, en el estudio.

Manu Guix, en el estudio.

Gisela, también catalana y participante en el debut de OT, se muestra sorprendida con la polémica. “Sólo hablo con él de temas profesionales. Manu es un genio a nivel musical. Se gana la amistad de los alumnos porque le admiran y quieren estar cerca de él”. Sobre política… “No teníamos noticias del exterior, estábamos muy ocupados”.

¿Quién es Manu Guix?

Manu Guix nació en Barcelona en 1979. Familiarizado con el teclado ya en casa, sus padres le apuntaron al conservatorio cuando tenía siete u ocho años. Eligió el piano. Hizo siete cursos de instrumento, cinco de solfeo y algo de canto coral. Recibió un premio de honor por sus labores al piano. En más de una ocasión, Guix se ha confesado “un niño poco disciplinado”, ahora muy agradecido a su madre, “el martillo pilón” que logró que su hijo ensayara con cierta frecuencia.

Con apenas veinte años, fue becado por la Generalitat para seguir estudiando música en la Liverpool of Performing Arts (LIPA). Por el camino, aprendió algo de violín y clarinete. También armonía y contrapunto con Josep Margarit.

A pesar de chapurrear varios instrumentos, siempre reitera que lo suyo es el piano. Y al teclado compone casi todas sus canciones. Distintas actuaciones denotan que maneja la guitarra, por ejemplo, mucho mejor de lo que dice.

Guix, de niño y con una guitarra.

Guix, de niño y con una guitarra.

Guix, una vez formado, se convirtió en ese “artesano” que es ahora. Sin dejar los escenarios, compuso bandas sonoras para películas, dirigió musicales, grabó jingles publicitarios… Incluso dobló al catalán y el castellano las melodías cantadas por Moisés en la película animada de El Príncipe de Egipto. Los musicales le han reportado varios premios y nominaciones, destacando la dirección de “Grease”.

Ya consolidado como cantante de moda en Cataluña, fue fichado por las radios públicas para colaborar y presentar determinados programas en clave de música y humor.

De su último disco, Guix dice que es “el mejor de su vida”. Al estilo Mecano, ha tratado de convertirse en narrador de historias concretas. Este enamorado de Stevie Wonder –tiene su discografía completa en vinilo– sólo ha dedicado un tema a la actualidad; en concreto, contra la campaña de Hazte Oír que rezaba: “Los niños tienen pene y las niñas tienen vulva”. Hasta ahora, su repertorio no ha hecho hueco al procés, pero la escalada de tensión y su rebelión tuitera quizá le animen a emular a su admirado Lluís Llach.