María y su hija en la cola del último día de la confitería Glaccé en A Coruña
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Madrugón por el último roscón de Glaccé en A Coruña: "Nunca lo habíamos probado y había que hacerlo"
Parece 6 de enero, pero no lo es. Vecinos y madrugadores hacen cola en pleno septiembre para llevarse el roscón de la histórica confitería el mismo día de su cierre definitivo
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Día de Reyes en pleno mes de septiembre. Este año los roscones se adelantaron a las navidades en muchas casas de A Coruña. "Nos enteramos de que cerraban y no podíamos quedarnos sin uno", cuenta Álvaro, uno de los madrugadores que acudieron esta mañana al último día de la confitería Glaccé.
La cola llegaba hasta Juan Flórez esta mañana. "Estamos de aniversario de bodas y, en vez de celebrarlo con una tarta, lo hacemos con un roscón", añade junto a su hijo Javier, quien recuerda ir todas las mañanas del 6 de enero a la confitería desde que tiene uso de razón: "Es tradición".
Para la mayoría de la gente en la cola, era tradición madrugar el 6 de enero, y cómo no, hoy era la excusa perfecta para volver a hacerlo. Cruasanes, donuts y unos cuantos roscones se llevaban en las manos los clientes que salían con el clásico papel de envolver de la pastelería. "Los últimos de Filipinas", reía Elio, mientras salía cargado con desayuno para toda la familia: "También envío a domicilio".
Lo mismo María, aunque en su caso esta será la primera vez que prueba algo de la confitería. Acompañada de su hija, Ámbar, con las ojeras de apenas haber dormido, no dudaron en plantarse allí a las 8:30 de la mañana. Eso sí, a las 9:40 ya estaban saliendo por la puerta con el pedido hecho: cruasanes y roscón.
En los últimos días fueron muchos los que se acercaron nada más enterarse de que la histórica confitería Glaccé cerraría sus puertas por jubilación. La mayoría con la idea de congelar el roscón hasta navidades. Pero lo de esta mañana fue diferente. Quizás por la satisfacción de haber conseguido el último roscón, o por tratarse de un domingo soleado para lo que se esperaba este fin de semana, todos los que salían con su premio lo hacían con la babilla colgando.
"Congelar dos o tres días vale, pero tres meses es demasiado. Yo me lo voy a comer ahora", decía otra mujer que hacía cola. Ella también venía todos los años, de ahí que hoy no dudara en volver.
Con ello, la histórica pastelería se despide de la ciudad después de más de medio siglo de historia. Carmen Gómez, su propietaria junto a sus hermanos, cerrará este 28 de septiembre la confitería que abrió con su madre en 1964.