Todos hemos robado, por lo menos, una vez en la vida.
Tú, que has sido monaguillo durante tres años, también. Recientes estudios dicen que 50 de cada 10 personas desarrollan su instinto cleptómano durante su estancia en un hotel.
Los hoteles son la barra libre del ratero común. Te lo dejan todo tan a mano que parece que quieren que te lleves un souvenir. ‘No eres tú, es el hotel’.
Empezamos en el nivel básico del Cleptómano de Hotel, lo elemental: botecitos de miel, mermelada, cápsulas de café o la Nutella del Desayuno Continental. También tenemos las botellitas del minibar, pero cuidado con el truco de rellenarlas con agua; los mini-bares modernos tienen sensores que gritan ‘¡Al ladrón!’ ante el mínimo movimiento sospechoso.
Si el salero y el pimentero te tientan, vacíalos antes de robarlos y guardarlos en la maleta. Porque una cosa es darle un toque picante a la vida, y otra muy distinta es que tu lencería huela a restaurante mexicano. Llevarse la cubertería con el logo está en el nivel avanzado del Cleptómano de Hotel, pero imagina lo elegante que quedará en la cena de Navidad. Seguro que un cuñado te preguntará si eso es plata o plomo del delito.
En nuestra habitación de hotel encontraremos también pequeños tesoros de escritorio,
como el lápiz o la libretita; tan útiles como un ventilador en el norte. No es un gran botín, pero todo ayuda para la Vuelta al Cole en septiembre. Aunque si estás pensando en redecorar tu librería con los libros ‘de adorno’ de la habitación, ya estamos jugando en ligas mayores. Ojo con las biblias del cajón de la mesilla de noche; le vendría muy bien al niño para Religión, pero la penitencia puede ser cara.
Seguimos con los objetos de higiene personal: gel, champú, gorro de ducha. Check. Tu
neceser estará mucho más completo con estas amenities. Nivel básico del Cleptómano de Hotel. Pasaremos al nivel avanzado si te llevas las toallas y el albornoz. El secador ya es nivel profesional.
Abrimos los armarios y si estamos en un buen hotel, nos encontraremos con unas
perchas robustas de madera de roble. Perfectas para colgar el abrigo largo de tu abuela que pesa como un oso polar.
Los hoteles saben lo que hacen cuando colocan ahí una lámpara de mesa tan bonita.
Quedará ideal en tu salón, iluminando los libros ‘de adorno’. Mete en una bolsa de cartón esa planta tan bien cuidada. Cuando hagas el check-out disimula, y si alguien te pregunta, sé firme: ‘la compré en la floristería de la esquina’.
Si te gusta algún cuadro, envuélvelo bien entre la ropa. Tienes que protegerlo frente a los posibles golpes que tendrás que darle al botones cuando te pregunte si la planta que llevas es la que falta en la habitación.
¿Para qué preguntar si tienen almohadas a la venta cuando las podemos robar? Llévate de casa un edredón viejo y haz el cambiazo para disimular. Por último, las pilas del mando a distancia son un clásico impune y las bombillas siempre vienen bien.
Ya lo sabes, los hoteles no solo ofrecen alojamiento y un buen desayuno. El Cleptómano de Hotel que llevas dentro, sabrá bien dónde encontrar el perfecto souvenir, siempre y cuando combine discreción y poca vergüenza.
Paloma Anca
Paloma Anca es abogada. Desde que con ocho años descubrió la colección de Las aventuras de los Cinco de Enid Blyton, su gran afición ha sido la lectura, a la que se unió la escritura, cuando en el colegio ganó un concurso literario por su cuento Un día en la jungla.
Tras haber dado muchas vueltas por el mundo sin perder nunca su retranca gallega, en 2012 creó un blog, hoyestoysembrada.com, donde cultiva reflexiones irónicas sobre la vida: Cuando estoy sembrada escribo, cuando no lo estoy también hablo. Después de pasar por la Escuela de Escritores, en 2023 publicó su primer libro Bosco, una vida en su mirada. Desde entonces, colabora con medios digitales, marcas comerciales y cualquier plan que incluya palabras, una Estrella Galicia y patatas Bonilla. @palomitazdemaiz