La playa de Sabón, en Arteixo.

La playa de Sabón, en Arteixo.

Opinión

Un dispensario en Sabón: lo que le faltó a Pou

Un homenaje a Ángel Pousa Rabina cinco años después de su trágico fallecimiento.

Publicada

Pou, cabrón, cuánto nos jode estar escribiéndote esto en vez de escucharte reír. Cuánto nos duele saber que no hubo segunda oportunidad, que no hubo nadie capaz de torcer el destino ese día en el puerto de Sabón. Un infarto. Rápido, fulminante. Y ni un maldito desfibrilador cerca. Ni una ambulancia en el tiempo que hacía falta. Solo manos desnudas, inútiles ante la muerte.

Nos quedamos con esa impotencia, con la rabia de saber que esto no tenía que haber sido así. Porque no hablamos de un capricho, Pou, hablamos de lo mínimo. De lo que podría haberte salvado. De lo que cualquiera en su sano juicio consideraría básico en un sitio donde cada día se curra duro, donde un mal golpe, un desmayo o un puto infarto pueden aparecer sin avisar.

Tu madre no se cansa de repetirlo. Matilde no para de luchar por ello, se le ve en los ojos. Y nosotros, tus amigos, los que nos quedamos aquí con el vacío que has dejado, sabemos que no podemos dejarlo estar. Porque si esto hubiera pasado al revés, tú serías el primero en levantar la voz.

No podemos traerte de vuelta, pero sí podemos hacer que tu muerte sirva para algo. Queremos un dispensario en Sabón, con lo básico para que nadie más se quede tirado como tú. Que la próxima vez que alguien se desplome, haya algo más que buenas intenciones. Que ningún otro amigo tenga que ver morir a alguien sin poder hacer nada.

Porque, Pou, lo peor no es solo que te hayas ido. Es que podrías no haberte ido. Y eso, compañero, eso no lo vamos a olvidar.

Por ti, por todos. Que en Sabón nunca más falte lo que a ti te faltó.