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La historia del robo de una bicicleta invisible en A Coruña que terminó en amistad

Hace diez años, Iago Prada empapeló la ciudad herculina con carteles para buscar la "bicicleta invisible" que había perdido. Hubo una mujer que siguió la broma e hizo gala del mismo ingenio. Ahora la historia está arrasando en redes sociales
El cartel y los protagonistas de esta historia
@iagoprada
El cartel y los protagonistas de esta historia
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Las redes sociales, a veces, nos dejan historias virtuales llamativas (a la vez que emotivas, en muchas ocasiones). Lo sabe bien el protagonista de una de estas historias, el coruñés Iago Prada, quien hace diez años colgó 100 carteles por la ciudad herculina buscando su "bicicleta invisible". Lo que nació siendo una broma inocente terminó en amistad, tal y como explica Iago en su perfil de Twitter una década después.

¿Por qué contarlo ahora? Este coruñés decidió narrar esta bonita (y divertida) historia cuando se cumplen ocho años del inicio de la amistad con Carla, la otra protagonista de esta ingeniosa aventura narrada ahora en un hilo de Twitter, y que está causando una auténtica revolución en esta red social, donde ya suma más de 34.700 'me gusta'.

Todo comenzó hace 10 años cuando Iago decidió engalanar la ciudad con 100 carteles en los que se informaba de la desaparición de una bicicleta invisible, de la que, como es lógico, no había foto. Simplemente había un recuadro en blanco. Para la ocasión, este joven creo el email bicicletainvisibleperdida, a través del cual se podría solicitar la recompensa ofrecida.

https://twitter.com/iagoprada/status/1455552966774173698?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1455552966774173698%7Ctwgr%5E%7Ctwcon%5Es1_&ref_url=https%3A%2F%2Fwww.huffingtonpost.es%2Fentry%2Fla-historia-del-insolito-cartel-que-aparecio-en-a-coruna-de-las-mejores-cosas-que-hice_es_61823f03e4b0a518ac99165f

"No recuerdo el motivo que me llevó a hacer esto", señala Iago, con quien hablamos sobre esta iniciativa tan creativa que diez años después sigue llamando la atención. En su día, cuenta, "la gente se mostró sorprendida al verme colocar los carteles de una bicicleta invisible, pero pronto empezaron a responder con risas y mensajes que me demostraron el motivo que me llevó a hacerlo: sacar una sonrisa a la gente".

Las respuesta a estos carteles llegaron muy pronto. Tanto que Iago comenzó a recibir emails mientras todavía seguía empapelando la ciudad en busca de su bicicleta invisible. Algunas de estas repuestas han sido compartidas ahora por Prada. Los hay que incluso le llegaron a enviar fotografías, algunas tan ingeniosas como la propuesta original.

El email de la "ladrona"

De entre todos los emails hubo uno que no pasó desapercibido. Tal fue la involucración que el remitente se creó una cuenta de email para la ocasión: se hacia llamar ladronadebicis. Este remitente le comentaba que tenía su bici, que se la había robado, y le pedía una recompensa por devolvérsela. Le decía que se dedicaba a robar y traficar con objetos invisibles y que sus clientes era "gente importante y depravada".

La "ladrona" de bicis terminaba su mensaje advirtiendo al destinatario que si no contestaba al email en un plazo razonable, comenzaría a aceptar las ofertas que le hiciesen. Sin duda, una muestra de ingenio y creatividad, como el de Prada a la hora de colgar los carteles.

8 años del encuentro

"Era un correo muy bonito, está todo muy bien hilado", comenta Iago sobre este email de la que ahora es una de sus mejores amigas. Durante dos años, Iago y Carla se estuvieron intercambiando algunos emails sin llegar a conocerse en persona. Fue un amigo en común quien hizo que se decidiesen a verse las caras. "Quedamos para tomar una cañas", dice Prada, quien desde entonces mantiene una estrecha amistad con esta peculiar "ladrona" de bicicletas.

Iago cumplió con su promesa y al encuentro llevó su recompensa: tenía que escoger uno de entre cuatro huevo de plástico, en cuyo interior estaban escritos diferentes premios.

Ayer hizo ocho años de esa primera cerveza entre víctima y ladrón de una bicicleta invisible que consiguió fraguar una bonita amistad. “Todo por la idiotez de que un idiota pegara un cartel y la idiotez de contestarle al idiota original. Así que a hacer idioteces, que la amistad entre idiotas es la mejor”, concluye Iago.

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