Putin camina por la alfombra roja tendida por Trump en Alaska, en su encuentro el pasado agosto.

Putin camina por la alfombra roja tendida por Trump en Alaska, en su encuentro el pasado agosto. Reuters

Tribunas

¿Qué paz queremos para Ucrania?

Hacer concesiones territoriales a Rusia no alterará en nada los planes de Putin, que tras el potencial alto el fuego no tardaría en reanudar sus maniobras para tumbar al régimen de Kiev.

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Hace casi dos mil años, el más grande historiador de Roma, Tácito, criticaba la devastadora y despiadada pax romana que se imponía a los pueblos conquistados y arrasados por las legiones. "Crean un desierto, y lo llaman paz".

Lamentablemente, ese es el tipo de paz que se pretende que acepte Ucrania tras sufrir casi cuatro años de guerra criminal e injustificada declarada por la Rusia de Putin.

La propuesta ruso-norteamericana de 28 puntos, filtrada la semana pasada por Moscú, equivale a una capitulación en toda regla de Kiev. El diktat acordado por Trump y Putin en Anchorage (Alaska) el agosto pasado pone toda la presión sobre la víctima atacada y ninguna sobre el agresor.

Entre otras concesiones, se exige a Ucrania ceder a Rusia los territorios de los cuatro oblast del Donbás, limitar el tamaño y las capacidades de sus Fuerzas Armadas, renunciar para siempre a integrarse en la Alianza Atlántica, o aceptar el ruso como segunda lengua oficial del país.

El momento para anunciar el supuesto acuerdo de paz ha sido escogido cuidadosamente por Moscú: cuando Zelenski se encuentra especialmente acosado por un escándalo de corrupción, una millonaria trama de sobornos que ha afectado a sus colaboradores más cercanos.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y su hasta ahora jefe de la oficina presidencial Andrí Yermak.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y su hasta ahora jefe de la oficina presidencial Andrí Yermak. Reuters

La corrupción es un desafío endémico de Ucrania, arteramente utilizado por Moscú para desprestigiar y debilitar a Zelenski. Por otro lado, el Ejército ruso está logrando a costa de enormes bajas modestos avances territoriales en el Donbás.

Las caóticas prisas de Washington por lograr un acuerdo de paz, inicialmente Trump fijó el jueves 27 de noviembre como plazo para que Kiev lo aceptase aunque lo ha prorrogado sine die, desconocen la verdadera naturaleza de la guerra en Ucrania, que no es territorial sino ideológica.

Putin no invadió Ucrania en febrero de 2022 para anexionarse el Donbás, que ya estaba en gran parte bajo el control de las milicias prorrusas, sino para deponer a Zelenski, acabar con su régimen y reemplazarlo por un gobierno títere de Moscú, como el de Bielorrusia.

Por tanto, hacer concesiones territoriales a Rusia no alterará en nada los planes de Putin, que tras el potencial alto el fuego y cese de hostilidades no tardaría en reanudar sus maniobras para desestabilizar y finalmente tumbar al régimen de Kiev mediante ciberataques, sabotajes, asesinatos, amenazas híbridas y campañas masivas de desinformación.

Putin da por perdido el favor de la ciudadanía ucraniana, le bastaría con imponer en Kiev un régimen autoritario y vasallo de Moscú.

El objetivo geoestratégico de Putin está declarado por escrito en el documento que dirigió al presidente Biden y el Secretario General de la OTAN Stoltenberg en diciembre de 2021.

"Putin no invadió Ucrania para anexionarse el Donbás, que ya estaba bajo su control, sino para deponer a Zelenski, acabar con su régimen y reemplazarlo por un gobierno títere de Moscú"

En él explicitaba sus condiciones para no invadir Ucrania. A saber: la desmilitarización y la neutralidad de Kiev, su renuncia a incorporarse a la OTAN, así como el desmantelamiento de las instalaciones y el repliegue de las tropas de la Alianza Atlántica de los actuales aliados de la OTAN que pertenecieron en su día al Pacto de Varsovia.

Esto es, reconocer a Moscú de nuevo una zona de influencia en el este de Europa.

Este revisionismo y expansionismo ruso es el verdadero desafío que nos interpela a los europeos. Cifrado en ese lamento de Putin de que el mayor desastre geoestratégico del siglo XX fue la implosión de la Unión Soviética en diciembre del 1991.

Así las cosas, los europeos no podemos limitarnos a improvisar reacciones limitativas de daños que enmienden parcialmente el inaceptable plan ruso-americano de los 28 puntos.

Antes bien, hemos de negociar y acordar entre los 27 Estados miembros una propuesta realista, justa y duradera de paz para Ucrania, de la mano de Kiev, que recoja nuestros principios y prioridades.

Entre otros:

- El agresor no puede recibir recompensa por lanzar una guerra criminal.

- Nada se debe decidir sobre el destino de Ucrania sin contar con los ucranianos,

- Europa debe sentarse en la mesa de negociación, pues el resultado de cualquier acuerdo de paz tendrá un impacto existencial en su propia seguridad y estabilidad.

-Se han de otorgar creíbles y disuasorias garantías de seguridad a Ucrania frente a Rusia (un compromiso colectivo de seguridad equiparable al del artículo 5 del Tratado de Washington).

- No se restringirá la capacidad de defenderse de Ucrania limitando el tamaño de sus Fuerzas Armadas.

- Cualquier intercambio territorial debe ser acordado por Ucrania y Rusia.

- Se invitará a Ucrania a una rápida adhesión a la UE como mejor garantía de su seguridad y prosperidad.

Si no somos capaces de articular nuestra propia iniciativa de paz autónoma, entonces los europeos no podemos aspirar a sentarnos en la mesa de negociación.

*** Nicolás Pascual de la Parte es eurodiputado del PP y exembajador de España ante la OTAN.