Un marroquí celebra la resolución de la ONU sobre el Sáhara.

Un marroquí celebra la resolución de la ONU sobre el Sáhara. EFE

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Y ahora, Marruecos irá a por Ceuta y Melilla

Encauzado el 'expediente Sáhara', Marruecos reabrirá ahora con más fuerza y urgencia la reclamación territorial sobre Ceuta y Melilla.

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El Reino de Marruecos ha logrado un hito diplomático mayúsculo en Naciones Unidas.

El Consejo de Seguridad de la ONU acaba de aprobar la Resolución 2797/2025 que extiende el mandato de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO), pero con un giro de guion histórico que inclina la balanza aún más a favor de Rabat.

La resolución fue adoptada con once votos a favor y ninguno en contra, marcando un consenso considerable.

Sin embargo, el verdadero titular reside en las abstenciones de tres miembros cruciales: China, Pakistán y la Federación Rusa. Argelia, firme aliada del Frente Polisario, optó por no participar en la votación.

Aunque la prórroga de la MINURSO es un ejercicio recurrente, el texto aprobado, impulsado por Estados Unidos, ha introducido una terminología novedosa. Por primera vez se acepta de forma explícita que el "plan de autonomía" propuesto por Marruecos en 2007 es considerado la "solución más fiable" para resolver el conflicto.

Esta declaración supone un espaldarazo sin precedentes a la postura marroquí, alejando el debate del referéndum de autodeterminación (el mandato original de la MINURSO) y centrándolo en una negociación política con la autonomía bajo soberanía marroquí como punto de partida.

El rey de Marruecos Mohamed VI.

El rey de Marruecos Mohamed VI. EFE

El plan de autonomía marroquí, esbozado a grandes rasgos, propone que el Sáhara Occidental se convierta en una región autónoma dentro del Reino de Marruecos, con amplias competencias en materia de economía, desarrollo local, infraestructura, cultura y medio ambiente. Una suerte de comunidad autónoma descafeinada.

No obstante, Rabat mantendría las prerrogativas exclusivas sobre la defensa, las relaciones exteriores y las finanzas generales.

Desde la perspectiva marroquí, esto honra el principio de autodeterminación a través de una "autonomía genuina" que permite a la población gestionar sus asuntos, a la vez que preserva la integridad territorial del reino, una constante histórica en la política exterior e interior de la dinastía alauí.

El verdadero golpe de efecto, no obstante, reside en la lista de abstenciones.

Conseguir que China y Rusia, dos potencias con derecho a veto y socios comerciales de Argelia, se abstengan en una resolución claramente favorable a la posición estadounidense y marroquí es un logro diplomático monumental para Marruecos.

Rabat, a pesar de ser un aliado de Washington y de haber proporcionado tanques T-72B a Ucrania (un gesto de alto riesgo que enfureció inicialmente a Moscú), ha sabido maniobrar en el complejo tablero geopolítico.

Esta doble abstención de Pekín y Moscú, sumada a la de Pakistán, sugiere un entramado de concesiones y acuerdos bilaterales discretos en áreas como el comercio, las inversiones o la cooperación de seguridad.

La mera abstención, aunque no sea un "sí", evita el veto y asegura que el texto favorable a Rabat salga adelante.

Marroquíes celebran la decisión de la ONU en las calles de Rabat.

Marroquíes celebran la decisión de la ONU en las calles de Rabat. EFE

Este grado de consenso internacional (al lograr neutralizar la oposición de dos miembros permanentes del Consejo) acerca de manera tangible a Marruecos a su gran objetivo estratégico: la plena anexión del Sáhara Occidental a ojos de la comunidad internacional.

La Resolución 2797/2025, al elevar el plan de autonomía a la categoría de "solución más viable", coloca en desventaja la opción del referéndum y cimenta una hoja de ruta centrada en la implementación de la propuesta marroquí.

"Mohamed VI se ha encargado de sellar la victoria en el Sáhara para que su sucesor, el futuro Hasán III, asuma la tarea de iniciar la anexión de Ceuta y Melilla"

Para Rabat, se trata de archivar el expediente “Sáhara” y amarrar su soberanía de forma incontestable, y esta resolución es otro de los rápidos pasos dados en el último lustro.

Este momento contrasta con la situación de aislamiento que vivió Marruecos en las décadas de los 70 y 80.

Tras la Marcha Verde de 1975 y la anexión de facto, la postura marroquí no contaba con apenas reconocimiento internacional, obligando al reino a adoptar una política de silla vacía en foros clave como la Organización de la Unidad Africana (OUA), que había reconocido a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

El cambio de siglo y una agresiva, pero paciente, diplomacia han invertido esta dinámica por completo.

El último y más delicado efecto colateral de esta victoria diplomática se proyecta sobre España. El Gobierno de Pedro Sánchez ya adoptó esta misma posición de apoyo al plan de autonomía marroquí en 2022, rompiendo con la tradicional neutralidad española, si bien Zapatero ya había esbozado una postura similar durante su presidencia de gobierno.

El riesgo, tal como han advertido diversas personalidades marroquíes, incluido el ex primer ministro Saadeddine Al Othmani, es que el día en que la comunidad internacional archive definitivamente el caso del Sáhara Occidental, Marruecos reabrirá con más fuerza y urgencia la reclamación territorial sobre Ceuta y Melilla.

Autores especializados como Javier Otazu y Sonia Moreno coinciden al interpretar este escenario como un proyecto dinástico.

El actual monarca, Mohamed VI, se encargaría de sellar la victoria en el Sáhara, para que su sucesor, el futuro Hasán III, asuma la tarea de iniciar la anexión de las ciudades autónomas españolas. Un objetivo evidentemente absurdo e imposible que, sin embargo, sobre todo si España sigue renunciando a la disuasión, creará el espejismo de que existe una posibilidad real contra nuestras ciudades.

Algo que nos conducirá a nuevas crisis de creciente gravedad.

Quizá esté llegando la hora de conectar sistemáticamente la política española para el Sáhara occidental con la política marroquí hacia Ceuta y Melilla. Sin su reconocimiento no habrá reconocimiento español. Sin un cambio favorable a favor del statu quo de nuestras ciudades, tampoco lo habrá para el Sáhara occidental.

Cualquier agresión económica, militar o en zona gris sobre nuestras ciudades será respondida con una respuesta proporcional o escalatoria con el Sáhara occidental. Quizá al colchón de intereses ha llegado la hora de sumar la política del colchón del Sáhara para amortiguar las crisis cíclicas con Rabat.

Los observadores indican que los preparativos diplomáticos y logísticos en torno a las plazas españolas ya se están efectuando. La luz verde al plan de autonomía marroquí no es sólo un fin en sí mismo, sino el penúltimo paso de una estrategia de gran calado geopolítico, donde la ambición de consolidar un Gran Marruecos en el Magreb se reafirma en el Consejo de Seguridad.

Y eso deja a España ante la evidencia de que la paz en el Sáhara puede suponer el agravamiento de la presión sobre nuestros compatriotas.

*** Yago Rodríguez es analista militar y geopolítico, y director de The Political Room.