El sol se pone sobre Gaza, visto desde el lado israelí de la frontera entre Gaza e Israel, el 19 de agosto de 2025.

El sol se pone sobre Gaza, visto desde el lado israelí de la frontera entre Gaza e Israel, el 19 de agosto de 2025. Amir Cohen Reuters

Tribunas

El "problema palestino" no es el que tú crees, sino otro muy distinto

La aceptación del plan de paz de Trump y la liberación de los rehenes abren una nueva oportunidad en Oriente Medio. Pero el reconocimiento prematuro de un Estado palestino minará ese avance y alentará la repetición de los errores del pasado.

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A medida que la aceptación del plan de Trump por parte de numerosos países y la liberación de los rehenes renuevan la esperanza de un enfoque más racional frente a los desafíos de Oriente Medio, debemos avanzar con acciones más responsables por parte de la comunidad internacional.

En este sentido, resulta fundamental analizar con seriedad la decisión de reconocer unilateralmente un Estado palestino.

Cuando Hamás planeó su bárbaro ataque contra el Estado judío (en el que más de 1.200 personas fueron asesinadas y más de 250 fueron tomadas como rehenes), su objetivo principal era impedir y frustrar la posible adhesión de Arabia Saudí a los Acuerdos de Abraham.

En las semanas previas al 7 de octubre circularon informes según los cuales los saudíes tomarían esa decisión en breve, un paso que cambiaría fundamentalmente la dinámica regional y dejaría en segundo plano la cuestión palestina.

Al menos por ahora, hay indicios de que (por mucho que Hamás haya sido diezmado por Israel) ese objetivo se ha cumplido ampliamente.

Sin embargo, de lo que pocos hablaban, incluso mucho después de que la guerra llevara ya tiempo desarrollándose, era de que Hamás también buscaba el reconocimiento de un Estado palestino.

Decenas de palestinos caminan por los escombros de una calle de Ciudad de Gaza.

Decenas de palestinos caminan por los escombros de una calle de Ciudad de Gaza. Ebrahim Hajjaj Reuters

Esto se debe a que, en toda su retórica a lo largo de los años, la organización terrorista nunca había apoyado una solución de dos Estados. Hacerlo implicaba reconocer y aceptar un Estado judío, algo que nunca formó parte del plan de Hamás.

Como resultado, cuando países de todo el mundo comenzaron a hablar hace unas semanas sobre la urgencia de reconocer un Estado palestino mientras la guerra continuaba, Hamás se mantuvo relativamente callado.

Aun así, es comprensible que Israel viera este paso internacional como una recompensa por los actos terroristas del 7 de octubre, ya que se produce justo después de la masacre y la respuesta de Israel.

Lo que hay que preguntarse es: ¿cuál es la lógica fundamental de dar tal paso tras uno de los peores atentados terroristas de la historia?

La respuesta está en el mismo razonamiento que se manifestó inmediatamente después de la masacre en demasiados lugares. Entonces, la masacre se justificó tácita o explícitamente por el supuesto fracaso de Israel a la hora de crear un Estado palestino.

Esta narrativa argumentaba que, al igual que el mundo tenía que reconocer unilateralmente un Estado palestino debido al fracaso de Israel, el ataque contra Israel se justificaba por los mismos motivos: si Israel hubiera trabajado para crear un Estado palestino, el ataque nunca habría ocurrido.

Aquí hay mucho que aclarar.

"La idea de que Israel ha sido el principal obstáculo para la autodeterminación palestina es una falsedad rotunda"

En primer lugar, volvamos a lo básico. No existe justificación para asesinar bebés, violar a mujeres, tomar rehenes y retenerlos en condiciones brutales durante dos años.

Bajo ninguna circunstancia se debe racionalizar tal comportamiento. La moralidad así lo exige, y el sentido práctico también, ya que racionalizar el terrorismo garantiza que se repita una y otra vez.

Más aún, la idea de que Israel ha sido el principal obstáculo para la autodeterminación palestina es una falsedad rotunda.

Retrocedamos a 1947, cuando la ONU decidió resolver el antiguo conflicto de Oriente Medio votando la creación de dos Estados, uno judío y otro árabe. Si los árabes hubieran aceptado este compromiso, desde el principio habría existido un Estado palestino.

En cambio, lo rechazaron y se unieron al mundo árabe para atacar al Estado judío al día siguiente de su declaración de independencia. Perdieron la guerra y el Estado.

Tras la guerra de 1967, el mundo árabe rechazó cualquier reconocimiento de Israel en un momento crítico. En Jartum, la Liga Árabe emitió sus famosos tres “noes” contra Israel en un momento crítico: no al reconocimiento, no a las negociaciones, no a la paz.

Si su reacción hubiera sido diferente, la historia de la región y el destino de los palestinos podrían haber sido muy distintos.

Y no olvidemos la primera década del siglo XXI, cuando los palestinos tuvieron tres oportunidades para avanzar hacia la creación de un Estado independiente.

En Camp David, en 2001, se le ofreció a Yasser Arafat un Estado en la mayor parte del territorio en disputa. En lugar de aprovechar esta oportunidad para mejorar finalmente la vida de los palestinos, recurrió a su vieja fórmula: violencia, terrorismo y rechazo.

Imagen de archivo de una reunión del gabinete de Netanyahu.

Imagen de archivo de una reunión del gabinete de Netanyahu. Oficina del primer ministro de Israel.

Varios años después, Israel se retiró de Gaza, dejando a los palestinos el control del territorio y la posibilidad de construir su futuro Estado. En cambio, Hamás tomó el poder. El resto es historia.

En 2008, en Annapolis, se volvió a ofrecer a los palestinos la posibilidad de un Estado que incluía incluso más territorio. Pero una vez más dejaron que la oferta se quedara en nada.

¿Por qué? Porque no concebían actuar (ni siquiera para cambiar fundamentalmente la vida de los palestinos) si eso significaba renunciar a la lucha contra el pueblo y el Estado judío.

En resumen, racionalizar lo que ocurrió el 7 de octubre insinuando que estaba justificado por las acciones de Israel, y luego recompensar a los palestinos con el reconocimiento, vuelve a pasar por alto lo que ha sido el problema fundamental desde el inicio del conflicto: la determinación palestina de no aceptar nunca la existencia de un Estado judío.

Esto se refleja en todo lo que ha sucedido luego.

El reconocimiento unilateral del Estado palestino es, lamentablemente, el último de muchos casos en los que las miopes decisiones de la comunidad internacional dan lugar a la continuación del conflicto palestino-israelí, pues evitan abordar el desafío fundamental que lo sustenta.

*** Kenneth Jacobson es subdirector nacional de la Liga Antidifamación (ADL).