Un funcionario protesta frente a una sede de Muface, en Sevilla.

Un funcionario protesta frente a una sede de Muface, en Sevilla. Rocío Ruz / Europa Press.

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Balance y futuro de seis meses de incertidumbre con Muface

La complementariedad entre el sector sanitario público y el privado es imprescindible en nuestro país. El reto consiste en hacerlos encajar de la forma que sea más beneficiosa para todos.

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Tras los más de seis meses de negociación para la renovación del modelo Muface, 65.000 mutualistas se han dado de baja en la provisión privada a través del mutualismo administrativo para elegir elegir la provision pública.

Lo cual ha hecho que, por primera vez, aquellos que eligen la Sanidad privada como opción alternativa hayan bajado del millón de personas, dejando el porcentaje privada-pública en un 64%-36% del total de funcionarios del Estado.

De hecho, la salida del modelo de la aseguradora DKV con sus 200.000 asegurados no ha sido absorbida en su totalidad por las otras que han decidido permanecer en él, SegurCaixa Adeslas y Asisa.

Durante esos meses de negociaciones, la renovación del modelo se ha visto sometida a una tremenda incertidumbre. Y estuvo en un tris de quedarse sin concurrencia, dadas las paupérrimas condiciones ofrecidas por el Gobierno al principio.

Pero la realidad es que el impacto, al final, no parece demasiado.

Y más si tomamos en consideración que la mayoría de esos cambios se produjo en el mes de enero, y no en los posteriores amagos de cambio que hubo en mayo y junio.

Al final, el incremento de la prima por mutualista superior al 40% en los próximos tres años acalló la crisis y la solucionó. Pero ¿hasta cuándo?

Fachada de un edificio de Muface en Madrid.

Fachada de un edificio de Muface en Madrid. Ricardo Rubio / Europa Press

Además, sin tener los datos, me atrevería a decir que muchos de los que se han cambiado de la provisión pública a la privada son sobre todo gente más joven, que posiblemente se hayan hecho un seguro sanitario privado en directo.

Dado que los que no pueden optar a esa posibilidad son la gente más mayor que lleva décadas en la provisión privada. Usuarios que tienen en la privada sus equipos médicos de toda la vida y a los que no es posible hacerles un seguro capaz de dar cobertura a sus patologías previas.

Por tanto, el balance de estos meses de negociación no sólo implica que ha disminuido el número de mutualistas. Sino que además se habrá incrementado su edad media. Contribuyendo a que la siniestralidad (es decir, los gastos sanitarios asociados a cada paciente) también aumenten por encima de la media de la población normal.

Y hay que recordar que la población media de los funcionarios, de partida, ya era diez años más que la media del resto de la población.

Y ya lo dijo la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) en su informe sobre el Mutualismo Administrativo del mes de abril. Un informe en el que, en mi opinión, se olvidó del impacto que tendría el fin del modelo en cuanto al empleo y la generación de riqueza. Sobre todo en provincias, donde la provisión privada depende mucho más del modelo de las mutualidades.

En ese informe la AIReF recomendaba la integración progresiva de los nuevos funcionarios a la Sanidad pública hasta la desaparición del mutualismo, siempre que se hicieran las reformas necesarias en esta para que no se dispararan (en un 30%, estimaban) las listas de espera para las consultas con especialista.

Es decir, que en vez de cinco millones de españoles esperando para un diagnóstico, hubiera unos seis o siete millones. Y en vez de 105 días de media, casi 150 días para recibirlo. Tiempo suficiente para que, si lo que hay es malo, sea mortal o no te puedas recuperar ad íntegrum.

Que la sanidad privada tiene una calidad asistencial igual que la Sanidad pública es un hecho tan real como que los profesionales son los mismos. Y la mayoría de las patologías no requieren de medios especiales.

Otra cosa son los servicios que una y otra pueden dispensar. Porque eso depende de la cantidad de población que haya para poder tener una masa crítica suficiente de pacientes como para garantizar esa calidad asistencial y esos resultados sanitarios.

"Además de incrementar la financiación con cada renovación el equivalente al incremento del gasto sanitario, el futuro de Muface pasa por garantizar la durabilidad y estabilidad del modelo"

Esta distinción en Sanidad es crítica. Una cosa es la calidad asistencial, que debe ser siempre la misma, y otra los servicios que se puedan dispensar con garantías, para los cuales a veces necesitas como referencia los cincuenta millones de la población española.

Es decir, lo que no tiene sentido es que un mutualista en una provincia elija la sanidad privada para, si luego tiene un cáncer (o un parto) tener que tratárselo en la Sanidad pública a un precio desorbitado. Un precio que tiene que pagar la misma aseguradora que ha elegido, porque no hay suficientes casos en la sanidad privada.

Eso no tiene ningún sentido.

Por eso, el futuro de Muface pasa necesariamente (además de por incrementar la financiación con cada renovación el equivalente al incremento del gasto sanitario) por garantizar la durabilidad y estabilidad del modelo.

Y así poder hacer unas inversiones que el sector público no afronta.

Y, sobre todo, el futuro de Muface pasa por adaptar los servicios ofertados que tenga la sanidad privada en cada provincia y adaptar el gasto per cápita a esa capacidad asistencial. Y, por otra parte, por pactar una tarifa nacional para que, en el caso de que se tenga que hacer uso de la Sanidad pública en un momento puntual (cuando la que lo financia es la aseguradora), no le suponga un desembolso desproporcionado.

Porque lo que es seguro es que las dificultades de acceso, las listas de espera, no van a mejorar. Sin la reformas necesarias lo auguro sin reservas.

Como mucho, dejaremos de medirlas o miraremos para otro lado para no querer verlas. Pero en ese caso llegará un momento en el que la población diga basta.

La complementariedad entre el sector sanitario público y el privado es imprescindible en nuestro país. El reto consiste en hacerlos encajar de la forma que sea más beneficiosa para todos. Y con ello contribuir a la equidad, la accesibilidad del sistema y a la sostenibilidad de las cuentas públicas en un escenario de costes al alza cada año.

*** Juan Abarca Cidón es presidente de HM Hospitales.