Trump y Zelenski el pasado 25 de junio  en la cumbre de la OTAN celebrada en Países Bajos.

Trump y Zelenski el pasado 25 de junio en la cumbre de la OTAN celebrada en Países Bajos. Europa Press

Tribunas

Trump le enseña por fin algo de colmillo a Putin

Por primera vez, parece que Trump ha comprendido que Putin sólo negociará si se ve forzado a ello, cuando asuma que los costes de seguir con la invasión son mayores que los de una salida negociada.

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"Volodímir, ¿puedes golpear Moscú? ¿y San Petersburgo?".

Esa fue, según fuentes del Financial Times, la pregunta del presidente Trump a su homólogo ucraniano. A la que Zelensky respondió: "Si nos das las armas, por supuesto".

El tiempo dirá, pero ese intercambio telefónico puede cambiar el curso de la guerra y de la presidencia de Trump.

Porque, por vez primera desde su retorno a la Casa Blanca hace seis meses, parece que Trump ha comprendido que Putin sólo negociará si se ve forzado a ello.

Es decir, cuando asuma que los costes y, sobre todo, los riesgos de seguir con la invasión de Ucrania son mayores que los de alcanzar una salida negociada.

Y eso sólo puede producirse si se altera la actual dinámica de la brutal, pero lenta guerra de atrición, es decir, de desgaste material y humano, a la que Rusia está sometiendo a Ucrania, convencida de que acabará prevaleciendo.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, en Moscú, Rusia, el 16 de junio de 2025.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, en Moscú, Rusia, el 16 de junio de 2025. Reuters

Rusia calcula que, sencillamente, su mayor reserva demográfica (es decir, más gente para lanzar a la picadora de carne) y de bocas de fuego y capacidad de producción de municiones terminará por quebrar la tenaz resistencia ucraniana.

Y más si Rusia cuenta en ello con el respaldo de China y Corea del Norte.

Eso pueden suponer varios años más de conflicto porque, aunque cualquier guerra es inherentemente impredecible, por el momento no se atisba ninguna ruptura de los frentes en Ucrania.

Por mucho que la maquinaria rusa de agitación y propaganda lleve meses anunciando golpes decisivos, lo cierto es que desde la toma y devastación de Mariúpol en la primavera de 2022, Rusia no ha conquistado ninguna otra ciudad ucraniana importante.

Así que para evitar ese probable enquistamiento, en su llamada del pasado 4 de julio (¡por si hacía falta aún más simbolismo!), y durante su encuentro del pasado lunes con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, Trump ha anunciado su disposición a suministrar armas de última generación y largo alcance a Ucrania, canalizadas a través de la OTAN y financiadas íntegramente por los aliados europeos.

Además, el presidente norteamericano amenaza con imponer sanciones secundarias globales a cualquiera que comercie con Rusia si ésta no se aviene a un alto el fuego en el plazo de cincuenta días.

En las actuales circunstancias políticas y estratégicas, cincuenta días pueden equivaler a cinco siglos. A lo que hay que añadir la inconsistencia de Trump con su política arancelaria y otros anuncios de represalias comerciales.

Así que ya veremos. Pero las sanciones secundarias son un instrumento que, según cómo se aplique, sí podría suponer un golpe muy duro, incluso devastador, para la economía rusa.

"Para Ucrania, este giro de Trump es un chute de esperanza frente a la anunciada ofensiva rusa de este verano, y anula el recuerdo del encontronazo en la Casa Blanca"

Para Ucrania, este giro de Trump es un chute de esperanza frente a la anunciada ofensiva rusa de este verano. Además, anula definitivamente el nefasto recuerdo del encontronazo en la Casa Blanca entre ambos presidentes (y el vicepresidente Vance) a finales de febrero.

Ucrania, pues, vuelve a sentir el (fundamental) respaldo de EEUU y sus aliados europeos.

No es tampoco un mal anuncio para Europa.

Los europeos no están en disposición de ofrecer lo que Ucrania precisa en las cantidades y plazos necesarios. Así que la voluntad de EEUU de suministrarlo es una buena noticia por mucho que, y ya hay quien pone el grito en el cielo, sean los europeos los que vayan a asumir el coste de ese armamento.

Para que se entienda: por caro que sea, será mucho más barato para los europeos si Putin es derrotado en Ucrania (donde los ucranianos ponen todos los muertos) que afrontar una posible agresión rusa a un Estado miembro de la UE en los próximos años.

Si Putin es derrotado ahora, es menos probable que se lance a esa aventura.

Además, el coste íntegro de los suministros a Ucrania resulta asumible para Europa y permitirá aliviar la presión norteamericana para "gastar" más en EEUU.

Es decir, permitirá destinar el grueso del aumento en los presupuestos de Defensa a fortalecer o crear una industria de defensa europea verdaderamente autónoma y robusta.

Que eso pueda llevarse a cabo de forma virtuosa requerirá grandes dosis de diplomacia, cintura política y visión estratégica. Así que el mayor riesgo serán el populismo y la demagogia de los que contraponen la inversión en Defensa con el gasto social y minimizan la amenaza rusa, convencional e híbrida, contra Europa.

Aprovecho, pues, para reafirmarme en lo que apuntaba aquí mismo hace una par de semanas en cuanto a que Rutte hizo bien "besando el trasero" de Trump y lo inoportuno de la actuación del presidente Sánchez durante la reciente cumbre de la Alianza en La Haya.

"Para Trump, el negocio es redondo: ingresa por la venta de stocks y puede alimentar la narrativa de que alcanza éxitos allá donde Biden sólo acumulaba errores"

Son líderes como el canciller alemán Merz los que verdaderamente están haciendo de la necesidad virtud.

Volviendo al anuncio. Para Trump, el negocio es redondo: ingresa por la venta de stocks y puede alimentar la narrativa de que alcanza éxitos allá donde Biden sólo cometía errores y acumulaba pérdidas.

Además, se ahorra el coste político (y el riesgo estratégico de una posible quiebra de la Alianza) que supondría cortar la ayuda a Ucrania.

El coste político tiene que ver con el malentendido sobre cómo se ha producido y financiado la ayuda recibida por Ucrania hasta ahora.

En pocas palabras, los suministros corresponden a partidas presupuestarias gastadas, fundamentalmente, en la industria de defensa estadounidense. Y los arsenales de Estados Unidos, y en menor medida los de Europa, se han ido reponiendo con material nuevo.

Así que ni Estados Unidos ni Europa han enviado "dinero" a Ucrania.

Hasta aquí las buenas nuevas. Ahora queda por ver la reacción, previsiblemente furibunda, de Rusia.

Como decía, cincuenta días son una eternidad en el campo de batalla. Y aunque no consiga doblegar a los ucranianos, Rusia sigue teniendo muchas palancas para presionar, manipular e intimidar a los países del espacio euroatlántico. Desde campañas de desinformación y manipulación hasta sabotajes y ataques contra ciudadanos e intereses críticos europeos.

Y ya veremos si algo peor. Ese es el verano que tenemos por delante.

*** Nicolás de Pedro es experto en geopolítica y jefe de Investigación y Senior Fellow del Institute for Statecraft.