Juan Lobato en la presentación del think tank La Plaza del Círculo.

Juan Lobato en la presentación del think tank La Plaza del Círculo. Rodrigo Mínguez

Tribunas

¿Escuchar es una debilidad o una fortaleza en política?

En política hay que escuchar a todos. Pero no de la misma manera. Es importante diferenciar, especialmente en los partidos políticos, entre fieles y leales.

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1. Escuchar no es una debilidad

Hay políticos para los que lo único importante es imponer su relato y su “verdad”. La que proceda o interese en cada momento.

Escuchar y entender a quien tiene opiniones distintas supone, para este tipo de dirigentes, un síntoma de debilidad.

Esa es, precisamente, una de las mayores debilidades que puede haber. Particularmente en política.

La de no tener la valentía ni la confianza en tus valores y principios como para escuchar, razonar y estar dispuesto a aprender y cambiar de opinión.

Se trata de un rasgo de la personalidad de un tipo particular de dirigentes. Ya sean políticos, empresariales o de entidades y organizaciones sociales.

Y ese rasgo tiene, en todos esos casos, parecidas explicaciones y efectos. Generalmente negativos.

Juan Lobato en el Senado.

Juan Lobato en el Senado. Europa Press

2. ¿Cuándo hay que escuchar?

Siempre.

Parece intuitivo pensar que cuando las cosas van mal, en la política o en la empresa, hay que escuchar para analizar correctamente las causas y determinar mejor las soluciones.

Por ejemplo, en una situación política compleja y adversa, en la que hubiera dificultad para mantener la iniciativa o la coherencia en la posición política, o en la que fallaran las alianzas necesarias, resulta imprescindible poner en marcha un proceso de análisis y escucha.

Pero eso no significa que cuando las cosas vayan bien no haya que escuchar. Al contrario.

Es esencial que exista un sistema fluido de comunicación que permita analizar la marcha del proyecto, los pasos dados, la relación con los actores implicados (aliados, socios) y los errores que se estén cometiendo.

Se trata de ir tomando de forma preventiva las decisiones necesarias ante errores o situaciones no convenientes.

3. ¿A quién hay que escuchar? Diferencias entre fieles y leales

Hay que escuchar a todos. Pero no de la misma manera.

Es importante diferenciar, especialmente en los partidos políticos, entre fieles y leales.

Los fieles son aquellos que, haga lo que haga el jefe, le van a decir que el proyecto marcha bien y que sus decisiones son acertadas. Lo harán con una especie de fe o de actitud casi religiosa.

Es muy posible que hagan juicios de valor sobre otros actores, pero nunca van a cuestionar la capacidad del jefe. Tampoco su idoneidad ni las decisiones que tome.

Hay que escucharlos, aunque son más útiles para satisfacer egos que para tomar decisiones acertadas.

Los leales, sin embargo, te dicen las cosas como son. Sin paños calientes ni cálculos interesados. Te dicen lo que ven bien y lo que ven mal.

Suelen ser perfiles con mayor personalidad, capacidad y autonomía personal y profesional. Su futuro vital depende menos de las decisiones de la dirección.

Escuchar y entender a los leales siempre ayuda a tomar mejores decisiones.

Por desgracia, en muchas organizaciones quienes más se esfuerzan por ser escuchados son los fieles.

Sin embargo, suele ser mucho más interesante y útil escuchar la opinión de quienes menos fuerzan ser escuchados, que suelen ser los leales.

El secretario general del PSOE Madrid, Juan Lobato, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su mujer, Begoña Gómez.

El secretario general del PSOE Madrid, Juan Lobato, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su mujer, Begoña Gómez. Ricardo Rubio Europa Press

4. ¿Cómo se escucha?

Cualquier organización, y sobre todo un partido político, debe disponer de sistemas eficaces para que la inteligencia colectiva llegue a la cúspide de la toma de decisiones.

En los partidos suelen combinarse sistemas de consulta directa a sus miembros (raras veces utilizados para algo más que dar legitimidad a decisiones ya tomadas) con sistemas de representación de los miembros de la organización, entre los que se encuentran espacios permanentes (comités y ejecutivas) y reuniones extraordinarias (congresos, conferencias o convenciones).

Pero más allá de la escucha activa a los miembros y las estructuras de la organización política, también es importante escuchar a quienes no forman parte del partido. Entidades de la sociedad civil, especialistas y ciudadanos en general.

Esto es vital para hacer mejores análisis y ser más eficaces en la acción política. Pero también como forma de rendición de cuentas y correcto ejercicio democrático.

"Tener la actitud democrática de escuchar es esencial para conseguir el objetivo de generar convivencia, que es tan importante como el de generar oportunidades y bienestar"

5. Escuchar, rendición de cuentas y democracia

En política, escuchar tiene una importancia mayor por su trascendencia en la consolidación de la democracia y de la generación de estabilidad social.

La política tiene dos tareas fundamentales:

A. Poner en marcha iniciativas para que la mayoría de la gente viva con más y mejores oportunidades y bienestar.

B. Generar convivencia.

Ser capaz de escuchar y ser sensible a los problemas es fundamental para cumplir el primer objetivo.

Pero tener la actitud democrática de escuchar es esencial para conseguir el objetivo de generar convivencia, que es tan importante como el de generar oportunidades y bienestar.

No se genera convivencia llamando “fachas” o “rojos” a quienes no piensan como tú. Sino respetando y escuchando a todos aquellos a los que gobiernas o a los que aspiras a gobernar. A todos.

Tampoco se genera convivencia tratando de imponer un relato, mintiendo y manipulando, sino escuchando. Tratando de entender las dudas, los resentimientos profundos y las raíces del malestar.

Erika Staël von Holstein, experta en despolarización, explica muy bien cómo se puede acabar con la polarización y cómo se reduce el populismo. Escuchando y entendiendo. Eso es lo que hay que hacer.

Si es que se quiere acabar con la polarización, claro.

No se gana a la polarización con más polarización ni al populismo con más populismo.

Esto es algo que se aprende muy bien en las alcaldías y en la política municipal. Un alcalde entiende perfectamente desde el primer día que su principal objetivo es que la gente viva bien, tranquila, unida y respetada. Se nota mucho cuando un político ha pasado por la vida municipal.

Hay países, como Francia, en los que la cultura política exige pasar por una alcaldía para aspirar a posiciones regionales o nacionales.

Una democracia robusta requiere que sus políticos den la cara ante los parlamentos, los medios de comunicación, la sociedad civil y, por supuesto, ante la justicia.

Escuchar y responder en todos estos ámbitos es parte del trabajo democrático de los políticos.

Mención particular merecen las redes sociales.

Los partidos políticos, especialmente los clásicos, utilizan las redes sociales como sustitutos de los instrumentos tradicionales de comunicación política. Se usan como espacios para dar mítines, pegar carteles o repartir panfletos.

Pero no se ha entendido la potencia que las redes sociales tienen para generar interlocución. Especialmente con la gente joven.

Evidentemente, hay mucho ruido interesado en las redes sociales. Ruido que dificulta la conversación pública útil. Pero aun así merece la pena hacer un esfuerzo por encontrar espacios interesantes para generar esa posibilidad de escucha activa y rendición de cuentas.

"El exceso de información y de opiniones mal canalizadas en el proceso de toma de decisiones puede llevar a la parálisis por análisis"

6. A la parálisis por análisis

Siempre es útil, y éticamente necesario, escuchar.

Pero pueden surgir dos dificultades.

En primer lugar, el exceso de información y de opiniones mal canalizadas en el proceso de toma de decisiones puede llevar a la parálisis por análisis. Es decir, pueden darse situaciones de bloqueo por no ser capaces de acotar el ámbito y alcance del proceso de escucha.

En segundo lugar, los procesos abiertos de escucha activa pueden llevar en muchas ocasiones a recibir opiniones y propuestas válidas, pero contradictorias e incompatibles entre sí.

Ahí entra en juego el liderazgo. No sólo para tomar una decisión, sino para asumir honestamente el coste y también la fortaleza que supone decir “no” a propuestas válidas.

7. Conclusión

Hay que escuchar siempre y a todo el mundo, asumiendo el esfuerzo que esto implica y superando las complejidades que supone.

Hay que hacerlo por razones de liderazgo y de eficacia en la gestión de las organizaciones. Y también por razones democráticas y de convivencia, en el caso de los partidos políticos.

Siempre se debe priorizar en el proceso de escucha a los leales sobre los fieles.

Observando como un dirigente escucha (o no escucha) se conoce si ejerce un tipo de liderazgo vertical u horizontal. También se comprueba hasta qué nivel el ego guía su conducta y la de su organización, así como la confianza real que tiene en sí mismo y en su equipo.

Y todo esto se traduce en la cultura de la organización. Una cultura que la hace ser más o menos eficaz para conseguir sus objetivos.

*** Juan Lobato es senador y diputado autonómico en la Asamblea de Madrid.