Antena de telecomunicaciones.

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Proteger nuestras redes de telecomunicaciones no es optativo: es una obligación

La infraestructura ya está ahí. Pero su mantenimiento, actualización, mejora y seguridad requieren una inversión constante para garantizar su buen funcionamiento a lo largo del tiempo. 

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El Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información, que se celebra hoy sábado, es una oportunidad inmejorable para recalcar el papel de las telecomunicaciones como una de las grandes columnas invisibles que sostienen nuestro día a día.

A pesar de la creencia popular, actualmente los cables submarinos transportan más del 98% del tráfico mundial de telecomunicaciones.

Desde los servicios de emergencia, hasta la actividad económica, el transporte, la educación y, por supuesto, la vida personal y social de cada uno de nosotros dependen de redes que damos por sentadas, pero que son infraestructuras críticas si no se protegen e impulsan adecuadamente.

Una antena de telecomunicaciones instalada en Baleares.

Una antena de telecomunicaciones instalada en Baleares.

Sin ir más lejos, hace apenas unas semanas, un apagón masivo afectó a la Península Ibérica, dejando a miles de personas incomunicadas durante horas.

Este episodio no solo evidenció la dependencia total de estas infraestructuras, sino que también nos recordó lo que puede pasar cuando no se invierte lo suficiente en su resiliencia y desarrollo.

En Canarias, afortunadamente, las consecuencias del apagón sólo se dejaron sentir en la estabilidad de las telecomunicaciones. Esto subrayó la necesidad de establecer nodos de conexión ubicados en las islas para reducir la dependencia de la península y poder garantizar el buen funcionamiento de este servicio en el caso de que ocurra otra desconexión.

"En los últimos años hemos visto cómo el mercado de las telecomunicaciones ha vivido una expansión significativa, impulsada por la demanda creciente de conectividad y digitalización"

Las telecomunicaciones son, sin lugar a dudas, infraestructuras críticas. No son un lujo ni una comodidad, sino un recurso esencial que debe gestionarse como tal. Esto implica inversión continua, planificación estratégica y una visión a largo plazo.

Tanto es así que la Unión Europea anunció a finales de 2024 la firma de veintiún acuerdos de subvención por 142 millones de euros para proyectos de cable troncal, lo que elevó la financiación total a 420 millones de euros en el marco del primer programa de trabajo digital del MCE.

En los últimos años hemos visto cómo el mercado de las telecomunicaciones ha vivido una expansión significativa, impulsada por la demanda creciente de conectividad y digitalización.

Sin embargo, ahora asistimos a una fase de consolidación. Las recientes fusiones a nivel europeo (como el acuerdo entre Vodafone y Three en Reino Unido o la unión de Orange y MásMóvil / MásOrange en España) son señales claras de un cambio de ciclo.

Esta consolidación puede traer eficiencias, pero también reduce la competencia y deja menos margen de maniobra si surgen fallos estructurales.

Sede de Distrito Telefónica.

Sede de Distrito Telefónica.

A ello se suma la creciente presencia de actores externos en el control de estas infraestructuras imprescindibles para nuestra sociedad. Ejemplo de ello es la entrada del grupo saudí STC en el accionariado de Telefónica, que ha generado preocupación sobre la soberanía y el control estratégico de nuestras redes.

Por todo esto, es fundamental que instituciones, empresas y ciudadanía entendamos que invertir en y proteger las redes de telecomunicaciones no es una opción, sino una responsabilidad colectiva.

La infraestructura ya está ahí, pero su mantenimiento, actualización, mejora y seguridad requieren una inversión constante y la implicación de todos los actores posibles para garantizar su buen funcionamiento a lo largo del tiempo.

Proteger nuestras redes es proteger nuestro presente y blindar nuestro futuro.

*** Rubén Molowny es consejero delegado de Canalink.