Donald Trump en la Casa Blanca.

Donald Trump en la Casa Blanca. EFE

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Los aranceles de Trump son una oportunidad para acabar con las políticas económicas socialistas

Para España y para Europa, Trump supone una amenaza al comercio, a la estabilidad y la competitividad. Pero también una oportunidad para reafirmar nuestra apuesta por el libre mercado.

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Los aranceles anunciados con una retórica excesiva por la Administración Trump (20% a la Unión Europea, 34% a China y un mínimo del 10% a otros países) son la plasmación de una política de "aranceles recíprocos" que encierra un claro objetivo económico y geopolítico: reducir el déficit comercial estadounidense, que en 2024 alcanzó los 235.000 millones de euros con la UE, y relocalizar cadenas de producción globales.

Sin embargo, esta política, lejos de corregir desequilibrios, va a desencadenar una tormenta económica global: menos crecimiento y más inflación.

España, como parte del bloque europeo, tiene que adoptar medidas para preservar su modelo económico y su posición en el comercio internacional.

No se trata de arremeter una vez más contra las políticas neoliberales como acaba de hacer Pedro Sánchez. Tampoco se trata de envolverse, como en pandemia, en la bandera del "líder providencial" populista.

Cuando se acerca el 250 aniversario de La riqueza de las naciones, de Adam Smith, esta crisis nos obliga a reflexionar sobre los fundamentos del libre comercio y las respuestas de la política económica.

España exportó 18.179 millones de euros a Estados Unidos en 2024, el 4,7% de sus exportaciones totales.

La UE absorbió el 73%.

Aunque el mercado estadounidense no es nuestro principal destino, los aranceles podrían reducir estas ventas en casi 4.000 millones de euros, golpeando sectores clave: aceite de oliva, vino, cítricos, productos cárnicos, aluminio, acero o la automoción.

Los productores españoles tienen dos opciones y ambas son malas.

1. Absorber el coste y sacrificar márgenes.

2. Trasladarlo al consumidor y perder competitividad.

"La política de Trump traiciona el legado histórico de Estados Unidos, que durante décadas promovió el libre comercio"

Además, no sólo existe riesgo en el impacto directo. Si economías como Francia y Alemania (principales socios comerciales de España) se estancan por su mayor exposición a Estados Unidos, la demanda de bienes españoles en el mercado interior de la UE podría contraerse, amplificando el daño.

Si añadimos la presión inflacionaria derivada del encarecimiento global de las cadenas de suministro en un país con costes energéticos altos y márgenes empresariales ajustados, eso es pólvora que presionará aún más a las familias y las empresas españolas.

Adam Smith sentó las bases de la economía moderna con una idea clara. La producción y el libre comercio, al permitir la especialización y el intercambio, enriquece a los países, mientras que el proteccionismo los empobrece al restringir el acceso a mercados y elevar los costes.

La evidencia histórica respalda esta tesis, por más que incomode a Santiago Abascal. La Ley Smoot-Hawley de 1930 agravó la Gran Depresión al reducir el comercio mundial en un 66%. En cambio, entre 2000 y 2022, la pobreza extrema cayó del 29,1% al 8,9% gracias a la globalización.

Quien niega eso, niega la evidencia.

La política de Trump traiciona el legado histórico de Estados Unidos, que durante décadas promovió el libre comercio. Su proteccionismo fragmentará los mercados, frenará el crecimiento y reactivará la inflación, afectando tanto a Estados Unidos como a sus socios.

España tiene una particularidad. Estados Unidos mantiene con nuestro país un superávit comercial que ascendió a 10.013 millones de euros en 2024. Es una baza que debe jugarse con inteligencia.

La UE no se quedará inmóvil. El 14 de abril de 2025 responderá con aranceles al acero y aluminio estadounidenses, replicando las tasas de Trump sobre estos sectores.

Un segundo paquete incluirá medidas de respuesta. Más aranceles, restricciones al comercio de servicios, límites a los derechos de propiedad intelectual, bloqueo de inversiones extranjeras directas y exclusión de empresas estadounidenses de la contratación pública.

Se trata de negociar desde la fuerza, pero sin caer en una escalada que perjudique a todos.

La única salida estructural es recuperar el espíritu del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP) y volver al multilateralismo. Trump lo paralizó en 2017 y Europa debe reactivarlo.

España necesita una respuesta amplia, que combine diplomacia, diversificación y reformas internas, presidida por los principios de apertura comercial y competitividad.

"La coordinación entre la UE, el Gobierno y los sectores afectados es crucial. España debe liderar en Bruselas una postura firme, pero pragmática, que defienda un modelo abierto"

Aquí va un decálogo de propuestas:

1. Diplomacia con Estados Unidos y defensa del libre comercio

España debe intensificar las relaciones bilaterales, destacando su superávit comercial con Estados Unidos para negociar excepciones o acuerdos específicos. A nivel global, abogar por eliminar aranceles y fomentar el libre comercio sigue siendo la mejor vía para la prosperidad, como demuestran 250 años de teoría y práctica económica.

2. Frente común con la UE

La coordinación entre la UE, el Gobierno y los sectores afectados es crucial. España debe liderar en Bruselas una postura firme, pero pragmática, que defienda un modelo abierto.

3. Revisión de políticas europeas

Aprovechar la crisis para reducir obstáculos al crecimiento en el mercado interior de la UE, regulaciones como el Pacto Verde Europeo o la burocracia excesiva. Es una oportunidad para simplificarlas y priorizar la competitividad, como demandan los informes Letta y Draghi.

4. Cláusulas espejo

La UE debe asegurar que los productos importados cumplan los mismos estándares que los europeos, evitando la competencia desleal de terceros países y protegiendo a los productores nacionales, como muy bien sabe nuestro sector agroalimentario.

5. Diversificación y el Acuerdo Mercosur

Es necesario ampliar mercados, por eso es tan importante ratificar el acuerdo con Mercosur, que abre un mercado de 270 millones de consumidores. Si pretendemos reducir la dependencia de Estados Unidos, diversifiquemos destinos de exportación.

6. Medidas de apoyo y margen fiscal

El gobierno, sorprendentemente, reasignará 5.000 millones de euros de los fondos del Mecanismo de Recuperación. ¡Pero si se estaba ejecutando tan bien que no había remanentes! Entiéndase la ironía.

La UE activará el Fondo de Ajuste a la Globalización para apoyar a los sectores afectados.

En España, el Gobierno optará por más préstamos y avales, con raquíticas ayudas directas. Su falta de margen fiscal, fruto de políticas despilfarradoras, y la negativa constante a evaluar la eficiencia del gasto público limita su capacidad. Unas cuentas saneadas hubieran permitido una respuesta más robusta.

7. Plan nacional de internacionalización

España necesita un plan que incluya:

a. Fondos para abrir nuevos mercados en Asia y América Latina.

b. Consolidación de mercados estratégicos.

c. Agenda de encuentros bilaterales para fortalecer lazos comerciales.

"La UE debe profundizar en su mercado único de 450 millones de consumidores, eliminando barreras internas"

8. Negociación de una nueva PAC

La Política Agraria Común debe adaptarse para garantizar la viabilidad de las explotaciones y blindar al sector primario frente a shocks externos.

9. Integración del Mercado Único

La UE debe profundizar en su mercado único de 450 millones de consumidores, eliminando barreras internas para que las empresas españolas aprovechen esta ventaja competitiva, como propuso Smith al abogar por mercados amplios.

10. Competitividad estructural

España necesita políticas que mejoren su competitividad urgentemente, tan deteriorada por las políticas socialistas: reducción de costes energéticos, atracción de talento, impulso a la innovación, fiscalidad reducida y simplificación administrativa son esenciales para fortalecer nuestro tejido productivo.

Trump desafía la lógica económica que ha enriquecido al mundo durante siglos. Para España y para Europa supone una amenaza al comercio, a la estabilidad y la competitividad. Pero también una oportunidad para reafirmar nuestra apuesta por el libre mercado.

La factura la pagarán productores y consumidores. Pero la solución está en la acción política: diplomacia, diversificación y reformas. Porque el comercio genera riqueza. Y el proteccionismo, siempre, la destruye.

*** Santiago Sánchez López es economista.