Carlos Vermut, director de cine acusado de violencia sexual.

Carlos Vermut, director de cine acusado de violencia sexual. Javier Carbajal El Español

LA TRIBUNA

El Estado no debe financiar la complicidad con los violadores

Muchas feministas claman contra la presunta violencia sexual de Carlos Vermut mientras callan sobre las violaciones masivas de Hamás en Israel o de Rusia en Ucrania.

23 febrero, 2024 02:18

La actriz Penélope Cruz y el director Pedro Almodóvar denunciaron en la gala de los Goya la violencia de género en España. Ella acusó a los tribunales de favorecer esta situación. No sabemos en qué estadísticas se basa, ni siquiera si ha leído alguna.

Ambos se interrumpían ante las cámaras en una especie de discurso en el que ella parecía hablar de maltrato doméstico y asesinatos de mujeres a manos de sus exparejas y él, de abusos sexuales.

Tras mencionar Cruz el caso del director Carlos Vermut denunciado por El País en un reportaje, esta aseguraba que las mujeres víctimas de violencia "siguen cayendo como moscas", que conoce a algunas que la sufren. Yo también. Hay que denunciar y condenar a los perpetradores y proteger a las víctimas. No creo que nadie en España esté en desacuerdo con este digno objetivo legal. Incluidos los jueces.

Penélope Cruz y Pedro Almodóvar, en la ceremonia de los Premios Goya en Valladolid.

Penélope Cruz y Pedro Almodóvar, en la ceremonia de los Premios Goya en Valladolid. Ana Beltrán Reuters

En el aire flotaba esa noche que el lema era denunciar los abusos sexuales. Haciendo un enorme ejercicio de interpretación y de edición, los titulares de la prensa socialdemócrata resumieron "Penélope Cruz critica que se exija a las víctimas de violencia sexual 'que denuncien' cuando 'lo que está fallando es el sistema judicial, que no les respalda".

Almodóvar le dijo a las víctimas que el resto de España "les va a apoyar, desde los ministerios, y nosotros personalmente".

Que sepáis, víctimas, que Almodóvar y los ministerios os apoyan.

Comprendemos que Almodóvar y Cruz deben sentirse agradecidos con sus ministerios, los mismos que durante la anterior legislatura de Pedro Sánchez aprobaron la ley del 'sí es sí', que ha supuesto una rebaja de penas para 1.200 condenados y 121 excarcelaciones de presos que cumplían sentencia por abuso sexual y violación.

Pero cuando uno se pone las gafas de la ideología y del amiguismo, esa parte no cuenta.

Parece ser que la sensibilidad de Cruz y Almodóvar, destacados cheerleaders del PSOE, no estuvo presente durante los muchos años de amistad que compartieron ambos con el productor estadounidense Harvey Weinstein, que lanzó sus carreras hacia los Oscar de Hollywood, y cuyos abusos sexuales hacia las actrices eran ampliamente conocidos en su mundillo.

¿Por qué callaron entonces?

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La denuncia del caso Weinstein por parte de The New York Times y The New Yorker en 2017, que recogía numerosas denuncias de actrices, desató el movimiento #MeToo en Estados Unidos. En 2019, la agencia Associated Press publicó las denuncias de ocho cantantes contra el tenor español Plácido Domingo, en esos momentos también director de la Ópera de Los Ángeles.

Ambos han pagado por sus actos. Weinstein fue condenado en 2020 a 23 años de prisión por violación y agresión sexual a dos mujeres. Domingo tuvo que dimitir en 2019 después de que la Ópera de Los Ángeles concluyera en una investigación interna que el tenor había cometido acoso sexual.

Los defensores de Plácido Domingo aquí en España escoran hacia el centro y la derecha, y le aplauden en pie.

La prensa y el sector cinematográfico español no podían ser menos. Ya tienen su pequeño #MeToo después de haber encontrado a un director con comportamientos violentos en la cama y, claramente, con pocos amigos.

Lo más importante es que se desconoce su ideología. Así, la denuncia mediática no molesta a nadie que pueda conceder ahora o en un futuro una subvención. Es una denuncia de marca blanca.

"Las violaciones de mujeres y niñas en Ucrania tampoco son un caso digno de ser mencionado para estas feministas"

Poco se puede añadir a los análisis concienzudos que sobre este asunto han escrito Arcadi Espada o Alberto Olmos. El comportamiento de Vermut en la intimidad es deplorable y lo exhibe, tal vez inadvertido por el entrevistador sobre el objetivo de la entrevista, con más egotismo que inteligencia: "He practicado sexo duro siempre de manera consentida".

Pero no sabemos si habría constituido delito, porque las víctimas, que fueron sus amantes entre 2014 y 2022, no lo denunciaron.

Ellas aseguran que "no consintieron" esa violencia. Pero dos de ellas continuaron sus relaciones sexuales con él durante "un año y medio" y "dos años", respectivamente, y la segunda dice que Vermut "le llegó a prometer un empleo".

Con todo mi respeto y empatía con las víctimas, y aplicando el principio de inocencia, el caso está cogido por los pelos. Se reconoce una incómoda tolerancia transaccional que no es exclusiva del sector del cine.

Seguramente, si El País aplicara el mismo criterio dentro de sus filas que con Vermut encontraríamos, tal vez y por ejemplo, periodistas que han prosperado en la jerarquía por ser parejas o amantes de directivos, un nepotismo sexual que promueve esas incómodas relaciones transaccionales.

O periodistas a los que les va el sexo duro. 

O periodistas que han protegido a violadores con mentiras porque eran sus amigos.

Tal vez y por ejemplo.

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El problema aquí no es el sistema judicial español. Los derechos que no se usan, se pierden. También en democracia. Si no se denuncia, el delito se perpetúa. Puede ser un trámite tan retraumatizante como cualquier otra rememoración verbal del delito, incluso expuesta ante un periodista. El procedimiento puede mejorar, sin duda.

Sin embargo, España es uno de los países donde se registra una menor incidencia de feminicidios y violencia contra la mujer de todo el mundo.

A la Penélope balbuceante le respondió desde su cuenta de X la magistrada Natalia Velilla, autora de La crisis de autoridad. Un libro donde habla del fenómeno "celebritas, que consiste en dar autoridad a alguien que es famoso, pero que carece de conocimientos sobre aquello de lo que habla. Que carece de la humildad necesaria para reconocer que no tiene ni idea y que, por eso, hace mucho daño a la democracia. Penélope Cruz es una fantástica actriz, pero está diciendo algo muy irresponsable: si no fomentamos la confianza en la policía y en el sistema judicial, las víctimas serán víctimas siempre. Porque sin el aparato del Estado, o bien hay impunidad o bien hay hordas. Es mentira lo que dice", concluía Velilla.

Hordas es lo que tenemos. España está entre los catorce mejores países del mundo para ser mujer. Y el 90% de las denuncias por violencia y acoso contra la mujer terminan en condena.

Anota, Penélope.

"Esconder los delitos de quienes se perciben como amigos o ideológicamente afines es complicidad"

Hay un problema de comprensión del periodismo español en su percepción de la violencia de género. Se publican las malas noticias, las excepciones, los delitos, porque la información así funciona.

Y un error. Esos medios no publican el obligado párrafo de contexto, que en este caso diría que la incidencia de estos delitos en España ha descendido y es muy baja en estadísticas comparativas internacionales.

Lo ideal sería que esos delitos no existieran, por supuesto. Ni en España ni en el resto del mundo.

Por eso es llamativo que los periodistas afines al partido en el poder destaquen la pederastia dentro de la iglesia, pero que miren hacia otro lado cuando el dalai Lama fuerza a un niño a darle un beso, con lengua, ante la pasividad de un clero budista que parece estar acostumbrado a estas escenas.

Las menores migrantes musulmanas en España que son obligadas por sus padres a casarse, algo que está tipificado como delito, tampoco cuentan para estas almas justicieras y sensibles.

Algunos aseguran que no se pueden interpretar estos delitos con "ojos occidentales". Son los mismos que defienden la ablación del clítoris o el uso del hiyab como un asunto "cultural". Las mismas voces que desde la izquierda han callado durante más de un año que el régimen iraní ha matado a 530 manifestantes y violado a muchas mujeres. 

Esas mujeres son algunas de los más de 22.000 a los que se ha arrestado en Irán desde el asesinato en 2022 de Mahsa Amini por no cubrirse bien el pelo.

Las violaciones de los soldados rusos de mujeres y niñas en Ucrania tampoco son un caso digno de ser mencionado para estas autoproclamadas feministas. Los ayatolás y Putin son nuestros amigos, y los amigos no son violadores.

[Irán evita los homenajes por la muerte de Amini con un despliegue de cientos de antidisturbios]

Tienen razón los famosos del cine. La violencia contra las mujeres debe acabar.

Esto no se puede permitir: "Médicos voluntarios que describieron el hallazgo de más de 30 cadáveres de mujeres y niñas en el lugar de la rave y sus alrededores y en dos kibutz en un estado similar al de la Sra. Abdush: piernas abiertas, ropas arrancadas, signos de maltrato en sus zonas genitales".

Son las violaciones de Hamás contra civiles israelíes el pasado 7 de octubre. 

Pero nada de esto salió de la boca de las celebrities ni de las influencers eructantes que no pueden esconder su -ez, y que en los Goya pedían justicia para las mujeres y justicia para Gaza.

Esconder los delitos de quienes se perciben como amigos o ideológicamente afines es complicidad. Por eso el Gobierno francés ha anunciado medidas para atajar esta incongruencia intelectual y legal, recortando las subvenciones a las asociaciones feministas "a la menor ambigüedad" sobre las sangrientas violaciones de los militantes islamistas de Hamás.

Y me parece muy bien. La complicidad con los violadores no se financia.

** Marga Zambrana es periodista, corresponsal en China desde 2003 y en Oriente Medio desde 2013.

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