Laura de Chiclana, Gerard Piqué, Rosalía y la princesa Leonor.

Laura de Chiclana, Gerard Piqué, Rosalía y la princesa Leonor. Guillermo Serrano Amat

EL BESTIARIO

Leonor por Tierra, Mar y Aire, culebrón Piqué y el Barça de Rosalía

La princesa Leonor, Gerard Piqué, Rosalía y Laura de Chiclana; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.

19 marzo, 2023 02:18

Leonor de Borbón

La princesa Leonor.

La princesa Leonor. Guillermo Serrano Amat

La princesa de Asturias enseña el diente que le falta por el hueco de su sonrisa. Seguramente es una forma de coquetería, el detalle último que delata a las princesas dulces. Pero eso no es todo. Leonor de Borbón tiene también el pelo abundante y la tez muy blanca, además de unos pies como de cristal que merecerían ser calzados por Cenicienta en los bailes palaciegos de un país de cuento.

No acaban aquí las gracias de doña Leonor. También es afable y servicial, discreta y nada arrogante. Encima habla idiomas (incluido el catalán de Girona) y según un Real Decreto que publicó el BOE esta pasada semana, futura mujer de armas tomar.

Como lo oyen. A partir de septiembre le espera un ciclo de formación militar, previa a la universitaria, que comprenderá su paso por cada uno de los tres Ejércitos. El de Tierra, en la Academia de Zaragoza, donde ingresará con el empleo de "dama cadete" y de donde saldrá como alférez.

Y aquí me remito a mis recuerdos infantiles. Si ustedes me lo permiten. Siempre tendré presente el colegio de Zaragoza y el paseo dominical de los cadetes del bracete de sus novias: paseo de la Independencia arriba, paseo de independencia abajo. Yo creía entonces que el mejor partido para una novia era un cadete de la Academia Militar de Zaragoza, al que imaginaba atildado y guapo, con guantes blancos y gorra de plato. Pero no al revés. Entonces no había mujeres paseando de semejante guisa.

A lo que íbamos. En el curso siguiente la princesa ingresará en la Armada, como "guardiamarina". Y desde la Escuela Naval de Marín (Pontevedra) partirá luego a bordo el buque escuela Juan Sebastián Elcano en un largo viaje de prácticas.

Su tercero y último curso de formación militar lo llevará a cabo en la Academia General del Aire, en San Javier (Murcia), donde ingresará como "alférez-alumna". Y donde finalizará el camino de la heredera hacia su futura condición de mando supremo de las Fuerzas Armadas, como su padre y su abuelo. Pero, después de su inminente preparación militar por tierra, mar y aire, le espera la Universidad: tal vez Ciencias Económicas, Periodismo o, quién sabe: a lo mejor Semiótica o Filología árabe. Es lo mínimo que cabe esperar de ella. Y sobre todo, de su madre, la Reina.

Gerard Piqué

Gerard Piqué.

Gerard Piqué. Guillermo Serrano Amat

Del larguísimo culebrón que han protagonizado Piqué y Shakira, me quedo con una sencilla escena que a punto estuvo de contagiarme. Me refiero a las lágrimas del futbolista. Fue en noviembre, la tarde en que se despidió del futbol. Gerard miraba al cielo como lo hacen todos los jugadores en los momentos dramáticos, cuando suena el himno o fallece un compañero y el minuto de silencio late a flor de piel.

No hace muchos días, Piqué concedió una entrevista a RAC-1. Se la hizo su amigo el periodista Jordi Basté, y aunque en principio la conversación prometía ser bastante explícita, no lo fue tanto como era de esperar. Las imágenes que iban ilustrando la conversación sí que eran explícitas. Gerard hablaba poco (digamos que lo justo) y no mencionó a su ex ni para para elogiar sus virtudes profesionales. Eso sí: dijo que los padres deben proteger a sus hijos, y aquello me sonó como un recordatorio de los años que han pasado y en los que la pareja fue siempre una prolongación de los críos y al revés, los críos fueron una prolongación de sus padres.

[El reproche de Gerard Piqué a Shakira en su primera entrevista: "Debemos proteger a nuestros hijos"]

Mientras hablaba, Piqué no podía disimular su nerviosismo. Se tocaba el pelo, se lo volvía a tocar y luego hacía ejercicios de contorsionista con los brazos para rascarse la espalda. Era todo un poema. Quizás la pregunta más comprometida fue su opinión sobre Dani Alves. No la eludió. Tampoco eludió la palabra violación y la carga de subjetividad correspondiente. Y sentenció: "Si se demostrara la culpabilidad de Alves yo mismo sería más duro que la justicia".

Rosalía Vila

Rosalía.

Rosalía. Guillermo Serrano Amat

Hoy domingo, 19 de marzo, la cantante tiene un día grande. En realidad la artista tiene muchos días grandes (no en vano el éxito va unido a su figura) pero esta tarde mucho más. Hoy se celebra el Clásico entre el Barça y el Madrid y Rosalía no ha querido perder la ocasión de hacer caja. Se ha puesto la camiseta del Barça y así aparece en paredes y farolas a modo de calentamiento del partido. Con el logotipo de "Motomami" incorporado.

Puede adquirirse en edición limitada al módico precio de 400 euros sin firmar y 2.000 firmada. No es un error, oiga. Lo juro. Mira por donde el grito "¡Rosalía es nuestra!" de Pilar Rahola ha acabado formando parte de sus cuentas, y de las de Joan Laporta tras el caso Negreira, aun por descifrar. Aparentemente, compra-venta a precio de oro de la neutralidad de los árbitros que pitaban al Barça. Toquemos madera, pues últimamente se ha demostrado que la palabra "árbitro" envenena a quien la toca. Rosalía, por su parte, celebra el primer aniversario de su disco "Motomami". Todos creen que le traerá suerte. Rosalía, como Banksy, es una mujer de futuro, o cuando menos de presente.

En la ciudad deportiva Sant Joan Despí, que es como Valdebebas pero en culé y, claro, más lejos, las camisetas rosalianas florecieron como setas y dicen que ya se han agotado. En ese complejo deportivo del F.C. Barcelona se encuentra el estadio Johan Cruyff, que es donde suelen jugar las chicas. Por cierto, que Laporta debería intentar otro fichaje. No digo que mañana mismo sino en un futuro a corto plazo. Se trata de la infanta Sofía, una vocacional del futbol que promete mucho. Cuando pasen las tormentas de los arbitrajes sospechosos, Laporta podría tratar de echarle el lazo. Barcelona se da muy bien a los deportistas. En el caso de la infanta Sofía, allí tiene a su primo Pablo, un lince del balonmano que puede echarle un cable a la infanta.

Laura de Chiclana

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IMG_3353 Guillermo Serrano Amat

La primera vez que vi en televisión a Laura de Chiclana me sorprendió gratamente. Enviaba una crónica desde Ucrania y su objetiva naturalidad me resultó pasmosa. Parecía una profesional de toda la vida, como Almudena Ariza, Rosa María Calaf o Ángela Rodicio. Y sobre todo hombres, muchos hombres. La mayoría de ellos como enviados especiales de los medios a los que servían. Los medios les ofrecían los cascos, los chalecos antibalas, los seguros, pero otros compañeros envidiosos sostenían en privado que muchos cubrían el expediente sin salir del hotel. Habladurías.

Las mujeres metidas en este tipo de periodismo son por lo general freelance y sus medios no les dan ni los buenos días.

[Una reportera de 'En boca de todos' sufre un ataque de ansiedad en directo desde Ucrania]

El día que descubrí a Laura de Chiclana me chocó que no fuera de Chiclana. Simplemente se llamaba así. El malentendido me duró un par de meses. Poco a poco la fui conociendo y ahora ya me resulta familiar. Laura tiene el pelo rubio y largo asomándole por debajo del casco, como a las influencers que salen en Instagram.

El día en el que a mis ojos se convirtió en una periodista grande, a punto estuvo de perder la vida y la juventud. Bombardeaban los cazas rusos y Laura se refugió bajo un puente para protegerse de las bombas. Cada vez que caía una el puente temblaba y la colega miraba al cielo para ver si venían más. Y venían, claro que sí. Bajo el puente vio a una familia con un niño recién nacido que no paraba de llorar. Laura, que tenía dos ovarios como dos granadas dejó sus trastos y cumplió con su deber: ser persona sin dejar de ser la prometedora periodista que ya es.

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