Entierro del dictador Francisco Franco.

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TRIBUNA | REVISIONISMO SÍ, REVISIONISMO NO

La batalla por la memoria ha venido para quedarse

España no es una excepción en la batalla por la memoria, un arma muy efectiva para los partidos y uno de los principales motivos de pugna en la política contemporánea.

21 noviembre, 2021 02:39

Asistimos desde hace dos décadas a una importante reivindicación rememorativa, que ha adquirido una difusión geográfica tan variada y amplia como los usos políticos de la memoria. España no es una excepción al acoger estos debates nacionales. La memoria es uno de los campos principales de la confrontación política contemporánea en gran parte de los países de nuestro entorno.

Podríamos afirmar, por tanto, que, en sociedades en crisis como la nuestra, las batallas por la memoria han venido para quedarse.

Comenzando por la noción misma de memoria, podemos rastrear dos grandes líneas o interpretaciones. La primera parte de la noción de conciencia colectiva, que asume que la sociedad tiende a apartar de la memoria todo lo que podría separar a los individuos, o a alejar a unos grupos de otros, porque no puede vivir sin que sus instituciones se sostengan sobre sólidas creencias colectivas que, a su vez, reposen en unas tradiciones o unos recuerdos colectivos que resultan del conocimiento del presente.

Esta concepción, muy del gusto del Partido Popular español, pone el acento en una preocupación excesiva por la estabilidad social y, en consecuencia, otorga un tono conservador a sus propuestas, acercándolas a una idea metafísica de una especie de volksgeist español amante de la estabilidad, el consenso, el orden y la concordia.

"La oposición entre visiones del pasado se asocia con proyectos políticos que se disputan la hegemonía en el presente"

Esta noción hace apología del olvido practicado por la Transición, que respondería a una especie de necesidad social que las élites políticas no hicieron sino traducir o ejecutar. Llevada a su lógica conclusión, el destino de la Transición estaba ya escrito en la evolución final del franquismo, y el consenso era el desenlace natural de un proceso de convergencia previo en torno a una memoria común de la Guerra Civil, basada en la idea de la equiparación entre ambos bandos.

En segundo lugar, una posición cercana a la posmodernidad, donde la memoria puede llegar a convertirse en un discurso que reemplaza a la historia.

Este giro subjetivista coloca en primer plano la noción de experiencia vivida y los testimonios personales, los cuales permiten utilizar la memoria como acto narrativo y mediación simbólica. Nos informa no tanto sobre los hechos como sobre la interpretación de los hechos. Contribuye a argumentar a favor de la historia concebida como una forma de memoria, en cuyos argumentos encontramos planteamientos que inspirarían (con sus fuertes matices y diferencias) las posturas de los partidos que apoyan al Gobierno.

Como en otros países, la oposición entre visiones del pasado se asocia con proyectos políticos que se disputan la hegemonía en el presente. Esto explica la evolución del PSOE respecto a su época felipista y la actitud de la derecha española, que había ido afirmándose ideológicamente en la tradición del pensamiento liberal-conservador hasta asumir (también en los debates sobre la memoria) aspectos importantes del conocido como revisionismo histórico. Porque, en lo que afecta a la interpretación de la Guerra Civil y del franquismo, el enraizamiento sociológico de la derecha española se ubica en el campo de los vencedores, apreciándose con ello la clara influencia ideológica de la nueva derecha internacional.

"Estamos ante un fenómeno que desborda nuestras fronteras y que posee raíces anteriores a las actuales polémicas"

Este giro revisionista que practica la derecha española contribuye a enconar unas posiciones que imputa a los derrotados el origen del conflicto. Esta última fórmula es, sin duda, la del revisionismo a la española, reedición escasamente actualizada de viejas tesis franquistas. Un fenómeno que desborda nuestras fronteras y que desde luego posee raíces anteriores a las actuales polémicas, teniendo en Vox un claro partidario político.

Existe, sin duda, cierta demanda social tras las iniciativas emprendidas, alimentadas por el interés de las nuevas generaciones, de la percepción autocrítica de sectores que protagonizaron la Transición y que ahora la ven como una ocasión perdida para crear una cultura democrática más sólida, de la reclamación de justicia y reparación por parte de las víctimas y sus sucesores, y de una tendencia generalizada en todos los países que han sufrido experiencias traumáticas.

Lo que ante todo interesa subrayar es que el campo de la memoria es un lugar privilegiado de confrontación ideológica, que es tanto como decir político-social, y que no va a estar al margen de utilizaciones tacticistas en la pequeña política, en la que parece instalarse el debate político en España.

*** Eddy Sánchez Iglesias es profesor de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM.

DIAZ SANCHEZ CASADO

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