Un supermercado inglés con las neveras prácticamente vacías.

Un supermercado inglés con las neveras prácticamente vacías.

LA TRIBUNA

¿Comerán los ingleses turrón español en Navidad?

Si no se resuelve el desajuste entre la oferta y la demanda en el transporte, las consecuencias serán muy graves: ¿estamos preparados para ver los estantes de nuestros supermercados vacíos?

29 septiembre, 2021 03:29

Las fábricas de polvorones y mantecados de Estepa ya trabajan a pleno rendimiento con la esperanza de que, por fin, estas Navidades todos podamos disfrutar de estos dulces sevillanos con sabor a canela y ajonjolí. Lo mismo sucede con los turrones alicantinos de Jijona, muchos de los cuales acaban en las mesas de comensales portugueses, franceses y británicos. Y es que el 82% de los turrones que exportamos llega a nuestros vecinos de Europa. Hasta la fecha, el Reino Unido ha sido el tercer mercado receptor de nuestros turrones, aunque me temo que a partir de ahora bajarán muchos puestos en esta lista. 

Estas Navidades a los británicos no sólo les faltará el turrón español. También comerán menos pavo, beberán menos vino y los Reyes Magos no podrán cumplir los deseos de muchos pequeños. Son muchas las compañías (y los consumidores) que ya están sufriendo las consecuencias del colapso en sus cadenas de suministro.

Casi cada día desayunamos con noticias sobre empresas como Ikea, McDonald’s, KFC o la petrolera BP, que no pueden vender muchos de sus productos porque no hay transportistas que los puedan distribuir. Se calcula que actualmente el país británico necesita entre 60.000 y 100.000 conductores profesionales. Sin ellos, estas mercancías, incluidos nuestros turrones, tienen pocas posibilidades de llegar a sus puntos de venta. 

En el primer trimestre las exportaciones alimentarias al Reino Unido cayeron un 16%, y esto no ha hecho más que empezar

Un Brexit duro y la inestimable ayuda de una pandemia que ha sacudido las economías de medio mundo han hecho realidad los peores pronósticos de los opositores de Boris Johnson, que desde hace años vienen avisando sobre estas preocupantes consecuencias. Advertencias que el premier británico siempre tildó con desprecio de “campañas del miedo” y que ahora ha tenido que reconocer. Al fin, Johnson ha reaccionado y ha concedido hasta 5.000 visados de trabajo temporales para atraer a transportistas extranjeros e intentar atenuar el brutal desabastecimiento que sufre su país.

Históricamente el gremio de transportistas del Reino Unido ha estado compuesto, en gran parte, por trabajadores de Europa del Este, que dejaban a sus familias en sus países de origen y mensualmente les enviaban dinero. Pero cuando el Brexit provocó la caída en picado de la libra se produjo un éxodo de 15.000 de estos conductores, que decidieron volver a sus hogares. Si a esta situación se suman los nuevos requisitos y requerimientos para los visados de trabajo post-Brexit, la cancelación de cientos de miles de exámenes de conducción de camiones (provocada por la pandemia) y un crecimiento de la demanda de productos, se produce una tormenta perfecta que está provocando imágenes inéditas de supermercados con pasillos y estantes completamente vacíos.

El 63% de lo que exportamos en España lo enviamos a la UE y más del 70% de estas exportaciones viajan por carretera. En este contexto, el Reino Unido siempre ha representado un mercado clave para nuestro país porque es el quinto, por volumen de mercancías, que recibe nuestros productos, con un tránsito semanal aproximado de 8.000 viajes de camiones españoles. Unas cifras que ya están disminuyendo por la falta de conductores y también por los controles exigidos por el Gobierno británico a las importaciones de los Veintisiete, que a partir de octubre serán todavía más exhaustivos. Un dato: en el primer trimestre las exportaciones alimentarias de España al Reino Unido cayeron un 16%. Y esto no ha hecho más que empezar. 

¿Estamos preparados para ver los estantes de nuestros supermercados vacíos?

La falta de conductores profesionales no es un problema exclusivamente británico, ni siquiera europeo: es mundial. Y tampoco es de ahora. La escasez de transportistas lleva afectando al transporte de mercancías por carretera desde hace 15 años. El problema es que la pandemia ha acentuado la crisis. Estados Unidos necesita unos 60.000 transportistas y en Europa hacen falta más de 400.000, de los que más de 15.000 corresponden al mercado español. Y no olvidemos que nuestro país es el segundo de Europa en transporte internacional por carretera de mercancías, por lo que los transportistas son clave para nuestra economía. 

Y alguno se preguntará cómo es posible que no se puedan cubrir estas vacantes en un país que arrastra una tasa de paro juvenil del 38%. Una paradoja que se explica por una multiplicidad de factores, como el estancamiento salarial, las actuales condiciones laborales, la falta de flexibilidad por la exigente normativa del sector o el escaso reconocimiento social de la profesión, pero al que también se añade una compleja y costosa etapa formativa para acceder a la profesión. De ahí que, en los últimos meses, hayan surgido iniciativas privadas como las de MAN, que financia gran parte de la formación de las mujeres que quieran ponerse al volante de un camión, o públicas, como la de la Junta de Castilla y León, que costea hasta el 75% del precio de los permisos C, D+E y CAP. Una formación que oscila entre los 4.000 y los 6.000 euros. Pero el Gobierno sigue sin actuar.

Si no se resuelve con urgencia el desajuste que existe entre la oferta y la demanda de esta profesión, las consecuencias podrían ser gravísimas: el colapso en las cadenas de suministro afecta al comercio, a la economía, al empleo y al bienestar de la sociedad. Un efecto dominó que ya está empezando a afectar a nuestro país. ¿Estamos preparados para ver los estantes de nuestros supermercados vacíos?

*** Ramón Valdivia es director general de la Asociación del Transporte Internacional por Carretera.

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