José Manuel Pérez Tornero, actual presidente de RTVE, durante la toma de posesión de su cargo.

José Manuel Pérez Tornero, actual presidente de RTVE, durante la toma de posesión de su cargo.

LA TRIBUNA

A vueltas con el “despido” de RTVE de Jesús Cintora

Para criticar el despido de Jesús Cintora, tan político como su contratación, no es necesario denigrar al resto de profesionales y periodistas de RTVE.

22 julio, 2021 02:40

Aunque para muchos el de libertad de expresión es un concepto difuso, tengo para mí que en realidad se trata de una noción elástica, como la de democracia. Esto es, se contrae y extiende a criterio de quienes la utilizan con la única pretensión de ajustarla a su conveniencia.

Para algunos, por ejemplo, Cuba no es una dictadura y Venezuela es una democracia (“con inmensos fallos, pero sí lo es”, Pablo Iglesias dixit). Son los mismos, por cierto, que no consideran España una democracia plena.

Yo no veo muchas diferencias entre Venezuela y Cuba, y países como Marruecos, Arabia Saudí, China, Guinea Ecuatorial, Hungría, Turquía, Bielorrusia o Rusia. Unos son repúblicas socialistas. Otros, monarquías absolutas. Y en varios de ellos, donde hasta se vota, gobiernan individuos a los que la pensadora Agnes Heller llama “tiranos modernos”. Sin una división clara de poderes, sistemas de control y respeto a los derechos y libertades, pienso yo, no hay democracia.

Reconozco, sin embargo, que en esto discrepo con los índices de calidad democrática que elaboran organismos como el Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral (IDEA), según el cual hay 32 países que viven bajo una dictadura, o el Democracy Index, que publica The Economist y que los eleva a 53. A mí, que no soy tan laxo, me parece que son muchos más, pero ya se sabe que, como decía Harry el Sucio, las opiniones son como los culos, todos tenemos uno.

En esto de aplicar la ley Campoamor, los de Vox y los de Podemos se parecen bastante

Con el sintagma libertad de expresión ocurre algo similar que con el término democracia, cada cual lo interpreta interesadamente a su albedrío. Nos pasa a los periodistas y a los políticos, pero también a los jueces, que se enmiendan la plana entre ellos una y otra vez. Cuánta razón tenía mi paisano Ramón de Campoamor cuando escribió que “todo es según el color / del cristal con que se mira”, dando a entender que convicciones e ideología priman sobre los criterios objetivos.

Por ejemplo, a la Audiencia de Madrid le parece que en el cartel de Vox con datos falseados contra los menores migrantes no hay delito de odio y que entra en la lógica de los excesos verbales durante las campañas electorales. Incluso se atreve a aventurar, sin ningún dato, que los menores suponen “un evidente problema político y social”. Que los de Vox se refocilen con la resolución judicial es, pues, bastante lógico. Al fin y al cabo, los jueces les han dado carta blanca para seguir en su línea.

Por el contrario, al partido de Santiago Abascal le han parecido humillantes las viñetas de la revista satírica El Jueves mofándose de los dirigentes de la formación, entre ellos José Antonio Ortega Lara, el exfuncionario de prisiones a quien ETA mantuvo secuestrado 532 días. Dicen, curiosamente, que la revista “difunde odio”. A mí la viñeta sobre Ortega Lara me parece abyecta, tanto como el cartel de Vox. Más allá de la libertad de expresión hay otros límites, como la humanidad, incluso para el humor.

En esto de aplicar la ley Campoamor, los de Vox y los de Podemos se parecen bastante. Si unos señalan al editor de El Jueves y vetan a medios críticos, los otros llevan años apuntando a los periodistas que no son de su cuerda y ensalzando a los que los lisonjean, exaltándolos como los únicos paladines de la verdad. Es lo que ha hecho el portavoz estatal de la formación morada, Pablo Fernández, al censurar el cese de Jesús Cintora en TVE, calificándolo de “despido político”.

Los morados recurren una vez más a la vieja estrategia de utilizar una afirmación falsa para llegar a una conclusión igualmente mendaz

Según Fernández, ese despido (tan político como su contratación, creo yo) “limita la pluralidad y el derecho a la información rigurosa, veraz, independiente y objetiva”. O sea, pone en duda las cualidades de cientos de periodistas de plantilla para hacer ese mismo trabajo. Exactamente igual que Rosa María Mateo cuando justificó su advenimiento con el falaz y vejatorio argumento de que no había en la empresa “profesionales con aptitudes acordes con los desafíos que afronta el periodismo en el siglo XXI”.

Antes que la señora Mateo, Ana Pastor ya dijo en su día, cuando TVE prescindió de ella como presentadora de Los desayunos, que la cesaban “por hacer periodismo”. Más o menos lo que asevera Podemos, con el respaldo de ERC y CC. OO., sobre la cesantía de Cintora. Como en otras ocasiones, los morados recurren una vez más a la vieja estrategia de utilizar una afirmación falsa para llegar a una conclusión igualmente mendaz, como es que los demás son unos maulas que incumplen su cometido.

Y no es cierto. Doy fe de que en RTVE hay profesionales con iguales o más méritos para asumir las mismas funciones que Cintora y hacer su trabajo de forma impecable: la unicidad es un atributo exclusivo de Dios. “Espero que cuando llegues a mi edad te hayan destituido tantas veces como a mí me echaron unos y otros. No eres la primera” escribió Andrés Aberasturi a propósito de la deposición de Ana Pastor.

Pues eso, humildad. Y como clamaba Job cuando el Diablo trataba de doblegarlo, “el Señor me lo dio, el Señor me lo quitó”.

*** José Ramón Patterson es periodista y excorresponsal de TVE en Bruselas.

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