En medio de una agresiva ofensiva política y mediática encabezada principalmente por el Partido Republicano americano, pero también por otros países del bloque occidental, ofensiva cuyo objetivo es el abandono a su suerte de Ucrania y la cesión del este del país a Vladímir Putin, la UE dio ayer un golpe sobre la mesa abriendo las puertas a la adhesión de Ucrania y Moldavia, y concediendo el estatus de candidato a Georgia.

El acuerdo, unánime, fue facilitado por la abstención de Hungría, cuyo primer ministro, Viktor Orbán, salió de la sala durante la votación para no verse obligado a dar su "sí". "La pertenencia de Ucrania a la UE es una mala decisión. ¡Hungría no quiere participar en esta mala decisión!" declaró Orbán al salir de la estancia.

En realidad, lo que hizo Orbán con su teatral espantada fue facilitar el acuerdo, salvar la cara frente a su electorado rusófilo y conseguir que la UE descongele la entrega de los fondos europeos (12.000 millones de euros) destinados a Hungría y que fueron bloqueados hace un año por la negativa del Gobierno del país a garantizar la independencia de su Poder Judicial. 

La decisión no garantiza que Ucrania y Moldavia sean finalmente admitidas en el club europeo, pero lanza una señal de extraordinaria potencia a Vladímir Putin, que ahora sabe que sus esfuerzos por difundir la idea de que Ucrania está perdiendo la guerra y que su causa está perdida no han dado fruto allí donde deberían haberlo dado: en el seno de la UE. 

Ucrania y Moldavia solicitaron unirse a la UE tras la invasión de Rusia en 2022. Ambos eran candidatos desde junio de este año. Con la decisión de ayer jueves, Ucrania y Moldavia pasan a la fase siguiente del proceso de integración, mientras que Georgia da el primer paso, que es su nombramiento como candidato. 

"Esta es una victoria para Ucrania. Una victoria para toda Europa. Una victoria que motiva, inspira y fortalece" ha dicho Volodímir Zelenski.

La decisión de la UE no soluciona todos los problemas ucranianos (Ucrania ha visto como varios países occidentales, pero sobre todo los Estados Unidos, disminuían dramáticamente durante los últimos cuatro meses la ayuda militar y financiera que prestan a Kiev, en parte por el estado paupérrimo de sus propios arsenales).

Pero sí tapona en buena parte esa grieta derrotista por la que se estaba desangrando la resistencia ucraniana y que no era tanto militar como anímica. La decisión de la UE, que este diario apoya sin reservas, es un paso en la buena dirección política que no debe, sin embargo, hacernos olvidar que la lucha es también militar.