El próximo regreso del exprimer ministro Robert Fico al gobierno de Eslovaquia amenaza con fracturar aún más la unidad de acción en lo referente a la guerra en Ucrania en la frontera oriental de la Unión Europea.

La victoria de la socialdemocracia populista de Smer en las elecciones generales eslovacas este sábado puede imprimir un cambio de 180 grados a la política exterior de un país que, junto con Polonia, fue el primer Estado miembro en anunciar el envío de aviones de combate a Ucrania. Y que ha sido desde el principio uno de los apoyos más generosos de las tropas de Zelensky.

Algo similar a lo que está ocurriendo en Polonia, que ha pasado de ser el principal respaldo de Ucrania dentro de la UE a entrar en conflicto directo con Kiev por la disputa de los cereales. 

Ahora también Eslovaquia podría cambiar de bando, por análogos motivos electoralistas. Y llegar a convertirse en aliado del Kremlin, sumando así un nuevo caballo de Troya de Putin dentro de la UE, junto con la Hungría de Viktor Orbán.

Después de su triunfo en los comicios, el prorruso Fico se ha reafirmado en su negativa a seguir enviando ayuda militar a Kiev, y en su compromiso de bloquear la entrada de Ucrania en la OTAN.

La justificación del viraje empleada por el líder del Smer es que el apoyo militar no servirá para cambiar la guerra, y que la entrada de Ucrania en la OTAN "desencadenaría la Tercera Guerra Mundial". Es decir, un argumentario idéntico al del Kremlin para legitimar la invasión

La postura de Fico, que también ha comprado que la guerra comenzó cuando "nazis y fascistas ucranianos empezaron a matar a ciudadanos rusos en el Donbás y Lugansk", da cuenta de cómo ha calado la propaganda de Moscú en un país miembro de la UE y la OTAN.

Y aunque Eslovaquia ya ha sido blanco de las campañas de desestabilización rusas con anterioridad, resulta preocupante lo mucho que han calado las tesis antiotanistas y antioccidentales gracias a este contexto de inestabilidad política, inflación y división social.

El nuevo ciclo electoral en países hasta ahora aliados, donde ya se había popularizado la retórica euroescéptica, soberanista y antiinmigración, ofrece un terreno fértil para la expansión de las narrativas rusas pro-Kremlin y contrarias a continuar respaldando a Ucrania.

A la probable reelección del ultraderechista polaco Mateusz Morawiecki este mes se le podría sumar el año que viene un eventual regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, simpático a Putin y detractor del orden multilateral. El frente iliberal recibiría así un importante espaldarazo, y el consenso de la UE para formar un frente común en apoyo de Kiev saltaría por los aires.

Antes de que la manipulación del Kremlin siga vertiendo la ponzoña de su guerra híbrida en países vulnerables a su intoxicación, las instituciones comunitarias deben redoblar los esfuerzos en su lucha contra la desinformación. De lo contrario, y al margen de sus aliados militares en el mundo autocrático, Putin seguirá recabando tontos útiles entre las democracias occidentales, que rompan el frente común europeo contra Moscú y compliquen la defensa de Kiev.