Desde que se conoció la imputación de Donald Trump el pasado viernes, los periódicos han estado especulando con la posibilidad de que entregándose hoy a la Justicia pudiera beneficiarse de una especie de efécto mártir.

Y cada vez hay más evidencias para pensar que, en efecto, su procesamiento ha sido casi una bendición para Trump. Y más cuando su liderazgo se había resentido después del revés que sufrieron sus candidatos en las midterms del pasado noviembre.

Paradójicamente, no parece que la imagen de un presidente esposado y obligado a tomarse las huellas y la fotografía de la ficha policial, que podríamos llegar a ver hoy, vaya a pasarle factura.

Al contrario, y según una reciente encuesta de Newsweek, casi el 80% de los republicanos encuestados declaró que era más probable que votasen a Trump después de la acusación.

El primer presidente de la historia de Estados Unidos en ser imputado podría haber recibido el mejor impulso para su campaña en la carrera por la candidatura republicana a la presidencia para las elecciones de 2024.

Trump está alcanzando sus mejores resultados en los sondeos hasta la fecha. Supera el 56% de intención de voto en las primarias republicanas, 30 puntos por encima de su principal contendiente, Ron DeSantis

Además, esta situación caída del cielo le ha servido para que, de forma inusual, todo el Partido Republicano haya cerrado filas en torno a él. Incluido DeSantis.

El hecho de que se le haya procesado por una cuestión tan menor (aparentemente, haber cometido un fraude contable para pagar a una actriz porno con la que se acostó a cambio de su silencio) le ha permitido a Trump explotar políticamente la investigación.

Trump ha construido su carrera política sobre el cuestionamiento de la legitimidad del proceso democrático, para apuntalar un autoritarismo de hombre fuerte mediante la desinformación y la degradación institucional.

Denunciando una "caza de brujas" por parte del gran jurado de Nueva York, Trump ha reiniciado el ciclo del populismo que le llevó a la Casa Blanca, y al que también recurrió cuando le desahuciaron de ella. Un victimismo consistente en presentarse como diana de una persecución política promovida por un establishment demócrata conjurado en su contra.

Con sus insultos al fiscal general del distrito de Manhattan, Trump vuelve a sembrar la desconfianza sobre la neutralidad de las autoridades. Y con sus amenazas de "muerte y destrucción", el expresidente enardece una vez más a sus huestes para que se movilicen contra un supuesto amaño del proceso democrático.

La policía espera protestas de los acólitos trumpistas a la entrada de los juzgados de Nueva York. Con su irresponsable estrategia insurreccional, aún más suicida en uno de los países más polarizados del mundo, Trump parece querer que se repitan hoy las imágenes del 6 de enero de 2021. También entonces instigó a sus fieles a levantarse y a desacatar el veredicto de las autoridades.

En cualquier caso, no parece probable que Trump vaya a acabar entre rejas. Porque aunque el supuesto pago fraudulento se produjo durante la campaña electoral del 2016, es dudoso que puedan imputarle el delito de financiación irregular para vincular el escándalo de Stormy Daniels a una violación de la ley electoral.

Si finalmente todo queda en un delito leve, todo este espectáculo sólo habrá servido para reforzar aún más a una de las mayores amenazas mundiales a la democracia liberal.

Y la imputación se habría demostrado una torpeza del fiscal Alvin Bragg, ansioso por cazar por una minucia a un individuo sobre el que pesan acusaciones muchísimo más graves. No hay que olvidar que Trump tiene varias investigaciones federales abiertas por su posible implicación en el asalto al Capitolio, por la injerencia de Rusia en las elecciones que le dieron la victoria o por la ocultación de documentos clasificados en su residencia.

Con todo, la resurrección de Trump es una desgracia para el Partido Republicano. Porque aquí llega la segunda paradoja de los efectos de su imputación. Lo más factible es que el expresidente gane las primarias. Pero previsiblemente su postulación movilizaría al antitrumpismo, y perdería contra Biden el año que viene.