Estuvo ingenioso y acertado José Luis Escrivá en su intervención en el III Observatorio de Las Finanzas de EL ESPAÑOL e Invertia. El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones destacó la misteriosa razón por la que las peores previsiones sobre la economía nacional, una detrás de otra, hayan errado en sus cálculos. Algunas equivocaciones son de bulto.

A recordar, el pronóstico que advertía, a mediados de 2020, una tasa de paro del 27% para 2022. Nada más lejos de la realidad, el registro del Instituto Nacional de Estadística certifica un dato inferior al 13%.

Planteó Escrivá una duda muy oportuna. ¿Cómo es posible que fallaran casi todas las previsiones sobre el sector productivo de España? A lo que cabría añadir, por extensión, por qué nadie se pregunta por el origen de unos cálculos tan desajustados, profundamente pesimistas con la solidez y la resiliencia de las economías europeas. 

Porque no le falta razón al ministro. Todos los organismos internacionales y nacionales vaticinaron un invierno largo y lúgubre, con la inflación sin techo y un escenario cargado de adversidades. Sin embargo, la economía nacional marcha a mejor ritmo del previsto, a pesar de la pandemia, la guerra en Ucrania, la crisis energética y la subida de tipos del BCE.

Hay que concederle el tanto a Escrivá, sin obviar que, lejos de ser una excepción, España experimenta el mismo fenómeno que el resto de su entorno, con revisiones constantes al alza y la agradable noticia de un comienzo de año más suave del esperado. Y sin olvidar que prevalecen indicadores negativos que contienen el entusiasmo del Gobierno.

Existen varias hipótesis para explicar el fracaso de las previsiones. La primera sería el ahorro embalsamado durante la pandemia, con los españoles sometidos a las limitaciones en la vida cotidiana, cuando no al confinamiento, para evitar la propagación del virus. Este ahorro, de acuerdo con los expertos, justifica que se hayan mantenido los niveles de consumo.

La segunda teoría, y probablemente la más importante, es que el mercado español sigue creando empleo, el mejor carburante para el motor económico. A esto cabe sumar que la demanda interna y las exportaciones se estabilizan, con momentos de aceleración.

Con estos apuntes, se alcanza con facilidad una lectura política. El panorama económico se aclara para Pedro Sánchez, que podrá presumir del optimismo agregado por el gobernador del Banco de España. Pablo Hernández de Cos anticipó, en el mismo observatorio que organiza este diario, una previsión de crecimiento del PIB superior “a la esperada” para este año.

Al mismo tiempo, se ha oficializado el acuerdo para la reforma de las pensiones, a la espera de comprobar cómo sintonizará la voluntad de la Comisión Europea con los requisitos de Unidas Podemos, y queda despejado el camino para el cuarto tramo de los fondos Next Generation, con los que impulsar el sector productivo del país.

Muchos organismos aventuraron un invierno aciago para España. Pero lo cierto es que, a las puertas del semestre de presidencia europea de Sánchez, los datos acompañan al Gobierno y, sobre todo, obligan a los economistas a revisar sus métodos y sus cuentas.