El trágala del Gobierno a los ayuntamientos para hacerse temporalmente con los 15.000 millones que tienen ahorrados y dar así un respiro a las arcas de Hacienda tiene los días contados. El PP ha sabido capitalizar el descontento de los alcaldes y se le han ido sumando más y más voces desde todo el espectro político.

Cuando a la vuelta de vacaciones Pedro Sánchez intente validar el correspondiente decreto en el Congreso no le van a salir las cuentas. Pretender convertir tu voluntad en ley cuando sólo tienes 120 escaños de 350 es una temeridad. En este caso, además, ni siquiera contó con sus socios de coalición.

Un borrón

Aparte de un error de cálculo, para Sánchez, que se presenta como adalid del diálogo, esta jugada es un borrón en su currículum. Su plan fue aprobado in extremis por la Federación Española de Municipios y Provincias merced a imponer la disciplina de partido y al voto de calidad de su presidente, el socialista Abel Caballero. Creó así un mal precedente: en ese foro siempre se habían tomado las decisiones por unanimidad.

El Gobierno tuvo además la osadía de corregir lo aprobado en la FEMP y le dio una vuelta de tuerca en el momento de publicarlo en el BOE, ampliando en cinco años el margen para retornar el dinero a los ayuntamientos: en vez de en 2032, lo reintegraría en 2037.

Autonomía local

Sánchez pretendió cuadrar el círculo ofreciendo a los alcaldes la posibilidad de disponer de los remanentes de tesorería -que ahora no pueden gastar por la ley de sostenibilidad de la Administración local- a cambio de que estos le aliviaran sus problemas de financiación. Pero en la práctica, ese cambalache supone confiscar los ahorros de los municipios y deja además al margen a los ayuntamientos endeudados. La iniciativa tiene incluso un complicado encaje constitucional por posible invasión de la autonomía local.

Así pues, el presidente del Gobierno va a tener que sentarse con los alcaldes, con sus socios en la Moncloa y con los partidos de la oposición para negociar una salida a este asunto. En esta ocasión, el tiro le ha salido por la culata.