María Chivite será presidenta de la Comunidad Foral de Navarra a falta de que los radicales de Bildu faciliten, con su abstención o voto favorable, lo que desde el principio fue el deseo de la líder del socialismo navarro. Y lo será después de que el PSN, Geroa Bai (la marca del PNV en Navarra), Podemos e Izquierda Ezkerra hayan rubricado un acuerdo de 70 páginas que, con sus no pocas complejidades, tiene un común denominador: impedir un gobierno constitucionalista de Navarra Suma (UPN, PP y Cs).

Con este desenlace del culebrón navarro, tanto Ferraz como Moncloa abren un tiempo en el que Navarra va a ser la piedra de toque del nacionalismo anexionista vasco. Y si de entrada ya es perjudicial que los peneuvistas anden detrás de esta concesión del PSOE de Sánchez, el perfil de los diputados de Bildu que deberán colaborar es, cuando menos, insultante. El partido abertzale cuenta en sus filas con Adolfo Araiz, uno de los mayores defensores de la llamada estrategia de "socializar el dolor" desde ETA.

Anexión

Al margen de no pocas reuniones, y del ofrecimiento del líder de UPN, Javier Esparza, de prestar a sus dos diputados en el Congreso para que Sánchez no dependa de los separatistas para la investidura, el futuro inmediato es el que es: el socialismo gobernará Navarra de la mano de quienes plantean una euskaldunización forzada y artificiosa que nada tiene que ver con lo que la propia Chivite defiende como un gobierno de progreso. Y que defiende la anexión de Navarra a la Comunidad Autónoma Vasca. 

No obstante, lo más asombroso de todo es que este inexplicable vuelco político de la posición socialista en Navarra se haya producido tan sólo horas después de que Pedro Sánchez explicara en televisión que "nada ha cambiado con Bildu" y concluyera que su reelección no dependerá de los separatistas.

Descrédito

En todo caso, y cuando ya han pasado más de dos meses de las generales, nada hay claro respecto a la investidura. Pedro Sánchez pone una vela a Dios y otra al diablo en tanto que coquetea en varias comunidades autónomas con separatistas -y ahora también con Bildu-, y en Moncloa sigue insistiendo en pedir la abstención de Ciudadanos y el PP.

Tiene razón Podemos cuando impele a los socialistas a explicar que, a la vista de las circunstancias, no tienen más remedio que gobernar gracias a Bildu, como cuenta hoy EL ESPAÑOL. Y esto desacredita definitivamente a Sánchez para exigir que, por altura de Estado, Albert Rivera y Pablo Casado faciliten su investidura.