Si ya es poco edificante usar los sondeos del CIS en beneficio de la estrategia electoral de Pedro Sánchez, más vergonzoso resulta que el director del centro, José Félix Tezanos, se permita hacer sus consideraciones personales sobre los datos, 24 horas después de ser publicados, para rebajar la euforia y evitar una posible desmovilización.

La realidad es que la estrategia del Gobierno coincide con las matizaciones del director del CIS. A Sánchez le conviene, llegado este punto, azuzar el miedo al "voto oculto"... que iría a parar a Vox. De esta forma dinamita la estrategia de campaña de PP y Cs, que tratan de dejar atrás la sombra del partido de Abascal.

Jugada parecida

Lo ideal para el PSOE sería que las elecciones del 28-A arrojasen un escenario en el que tanto PP como Cs y Vox se movieran en porcentajes muy similares de voto, algo que supondría un gran triunfo para Vox -mucho más para sus líderes que para sus bases- y una debacle absoluta para populares y naranjas.

Estamos de nuevo ante un intento de generar la profecía autocumplida. Y ante una jugada muy parecida a la de Rajoy con Podemos en 2015 y 2016: inflar a una formación emergente para bloquear y dividir a sus adversarios. 

Coronación

Como bien argumenta Javier Zarzalejos en la entrevista que publica hoy EL ESPAÑOL, "los votantes de Vox están en la idea de sumar, pero sus dirigentes tienen otra agenda". O lo que es lo mismo, que Abascal piensa más en su éxito personal que en apartar a Sánchez de la Moncloa.

Vox funciona así, en manos de los socialistas, como arma secreta para culminar la coronación de Sánchez. Y la carta que toca jugar en campaña se llama "voto oculto".