El director del CIS, José Félix Tezanos, ha firmado un artículo en la revista Temas, vinculada al PSOE y dirigida por él, donde arremete contra el PP, Cs y Vox y les acusa de protagonizar una "competencia descontrolada" por "ver quién es más radical, agresivo y desaforado".

Resulta del todo inaudito que el responsable de un organismo público que debiera estar al servicio de la ciudadanía se dedique a lanzar diatribas contra formaciones políticas que tendría que analizar, como sociólogo, de forma científica y objetiva. Tezanos es reincidente: hace unos días justificó su labor en Radio Nacional y se permitió acusar a la oposición de generar "mucha crispación innecesaria en el Parlamento".

Profecía autocumplida

Éste no es ni el primer ni último escándalo que nos brinda el director del Centro de Investigaciones Sociológicas. Tezanos dejó en julio la Ejecutiva del PSOE para dirigir el CIS, y bajo su gestión el barómetro ha pasado a ser mensual con unos datos y una metodología que no pocos expertos en demoscopia ya han denunciado.

De hecho, ha convertido este organismo en una herramienta para influir en la opinión pública, modificarla y crear de esta manera una profecía autocumplida. Sólo así se entiende que en el barómetro de octubre se alterara la realidad de forma que el PSOE aumentaría en 13, 4 puntos la distancia respecto a un PP, que bajo su cocina, pasa a ser la tercera fuerza, contradiciendo el promedio de otras encuestas que sitúan esta ventaja en un promedio de 2,5 puntos. Es más, una encuesta de un periódico poco sospechoso de ser beligerante con el Gobierno cifra la diferencia entre PSOE y PP en 4 puntos. 

Destituido

Tezanos tiene que ser destituido de forma inmediata. Sus vergonzosas declaraciones públicas, su afán de protagonismo, hablan del modo en que se ha pervertido el CIS, una entidad que precisa de un técnico, de un perfil rayano al anonimato, que no se dedique a despotricar contra la oposición. La analogía es clara: sería inimaginable que un director de RTVE se dedicase a insultar a partidos políticos. Aunque con Sánchez ya todo parece posible en el descrédito sistemático de las instituciones públicas.