La información que hoy publica EL ESPAÑOL en el sentido de que, al igual que Cristina Cifuentes, María Dolores de Cospedal también cursó un doctorado en la Universidad Rey Juan Carlos, que a su vez dirigía el omnipresente profesor Álvarez Conde, es muy reveladora. Y lo es porque llueve sobre mojado.

Cierto es que la ministra de Defensa y secretaria general del PP no llegó a acabar el curso por falta de "tiempo", pero cada vez se acumulan más indicios que apuntan a que en el PP utilizaron la Rey Juan Carlos como trampolín curricular, con el estimable enchufe de su catedrático de cabecera.

Se acumulan los casos

Ya se tiene constancia de que además de Cifuentes y de Cospedal, también se acercaron a Álvarez Conde el portavoz del PP Pablo Casado (al que le convalidaron 16 de 22 asignaturas en su curso), el exteniente de alcalde de Madrid Pedro Calvo y el alcalde de la localidad madrileña de Galapagar, Daniel Pérez. 

Nada habría que objetar a la inclinación de los dirigentes del PP por esta institución académica si no fuera porque se han detectado falsificaciones y presunto trato de favor en el caso de la presidenta madrileña, hechos por los que se ha abierto una investigación interna y se ha puesto el caso en manos de la Fiscalía.

Defensora de Cifuentes

Las sospechas de que una universidad pública, que se paga con los impuestos de todos los ciudadanos, ha sido una fábrica de títulos fáciles para dirigentes políticos, manchan el nombre de la institución y dinamitan su credibilidad, por lo que bien hará el rector en depurar todas las responsabilidades del caso.

Pero esas sospechas salpican de lleno también a los populares, que desde las instituciones que gobernaban regaron con cientos de miles de euros a la Rey Juan Carlos, a la que luego recurrían en busca de títulos. La desconfianza y las suspicacias harán que muchos se pregunten hoy por qué siempre la Rey Juan Carlos y por qué siempre Álvarez Conde. Incluso por qué Cospedal es la primera en dar la cara por Cifuentes