Los presidentes del Real Madrid y el FC Barcelona, Florentino Pérez y Joan Laporta, en un acto el pasado enero.

Los presidentes del Real Madrid y el FC Barcelona, Florentino Pérez y Joan Laporta, en un acto el pasado enero.

Columnas

La misión histórica del Real Madrid en la Liga Negreira

El Madrid tiene una disyuntiva: o seguir siendo un figurante en una farsa que lo desprecia, o dar un paso adelante, liderando un proyecto futbolístico nuevo y global que hable español.

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La Liga española, otrora palanca de poder blando y marca de país, se está convirtiendo en sainete grotesco y goyesco esperpento.

Tampoco es de extrañar: es un síntoma más del deterioro ético e institucional del país, de las vías de agua por las que entran la inseguridad jurídica y el ejercicio arbitrario del poder.

Resulta inconcebible, en términos de limpieza deportiva, rendición de cuentas y respetabilidad de la competición, que el club que durante 17 años pagó al responsable de evaluar a los árbitros, de ascenderlos, descenderlos, premiarlos o mandarlos a la "nevera", siga compitiendo como si tal cosa.

Recapitulando, hoy sabemos que Enríquez Negreira, en su larga etapa como vicepresidente del CTA, cobró del Barça por valor de entre 7,3 y 8,4 millones de euros. "Asesoramiento verbal", vídeos, informes técnicos.

O, como la fiscalía sospecha, manipulación sistemática del arbitraje a su favor.

La instrucción habla de "corrupción sistémica"; de que este dinero no se daría "si no reportara beneficios deportivos".

El exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA), José María Enríquez Negreira (i), a su llegada a la Ciudad de la Justicia de Barcelona, en marzo de 2024.

El exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA), José María Enríquez Negreira (i), a su llegada a la Ciudad de la Justicia de Barcelona, en marzo de 2024. EFE

Entre tanto, el Consejo Superior de Deportes, brazo político del gobierno de España, permite que el Barça inscriba jugadores con malabares contables, mientras al resto se les fiscaliza hasta el último céntimo.

Desigualdad, amnistía, privilegio: Més que un club, més que la llei.

Los números no mienten. Entre 2004 y 2018, el "saldo arbitral" del Barça en Liga fue escandaloso: +71 penaltis a favor (122 a favor, 51 en contra) y +48 expulsiones (97 a rivales, superando al Real Madrid por 68 en conjunto).

Estos son los datos objetivos de una competición bajo sospecha.

En la Copa y la Supercopa, torneos dependientes de la RFEF, la diferencia es aún más surrealista.

El Barça mantuvo un saldo de +40 entre penaltis y expulsiones. El Real Madrid, por el contrario, tiene un saldo arbitral negativo, hecho éste insólito en un club dominante.

Los datos de los mismos equipos, en las mismas temporadas, en competiciones europeas, son completamente diferentes.

¿Y ahora qué?

Tras varias jornadas de esta Liga y ya parece que el "nuevo" CTA es peor que el "viejo": no se molesta ni en guardar las formas.

Lo que antes eran cifras sospechosas ahora es una coreografía descarada: goles anulados al Real Madrid por el pelo de una gamba; expulsiones a rivales del Barcelona (el verdadero Clásico del fútbol español); el VAR que se apaga y se enciende a conveniencia; goles marcados con rivales en el suelo.

Estamos ante una ilustrativa opereta de intereses creados, favores debidos y consensos tácitos.

Es la consecuencia lógica de la confederación española entre desiguales en que ha degenerado el régimen del 78: unos con Hacienda propia, amnistía y ordinalidad, otros como comparsas que pagan y callan.

En este Patio de Monipodio, el papel del Real Madrid, verdadero equipo del pueblo, merece capítulo aparte. Algún comunicado oficial, los conocidos vídeos-protesta en su canal privado de televisión, y varios pellizquitos de monja a través de periodistas de cámara.

El Madrid es hoy un gigante global atrapado en la estructura fallida de un país asimétrico. Su mera presencia produce hostilidad, y lo que representa genera indisimulada incomodidad.

"El problema no es la Champions, sino una Liga española hecha a mayor gloria del 'ejército desarmado' del nacionalismo catalán"

Florentino Pérez, aunque sea por sus méritos la segunda venida de Santiago Bernabéu, no se va a quitar ya el traje de prudente empresario sistémico. Mal no le ha ido, y tampoco al Real Madrid –al menos a nivel internacional.

Inexplicablemente, eso sí, sigue yendo de la mano de Joan Laporta a bordo de ese Titanic a la deriva que una día fue el proyecto de Superliga europea.

Se equivoca de enemigo. Como en tantos otros ámbitos, Europa no es el problema, pero tampoco la solución a unos problemas muy nuestros. La UEFA, con sus taras y servidumbres, ha sido nuestro refugio en esta oscura deriva de nuestro país.

Por todo ello, me permito darle a Florentino una idea gratuita, por si sigue viva en él la llama pionera de Bernabéu: el problema no es la Champions, sino una Liga española hecha a mayor gloria del "ejército desarmado" del nacionalismo catalán.

El Real Madrid, inventor de la Copa de Europa, debería inventar ahora la Liga Hispánica o Latina: Real Madrid, Juventus, Oporto, River, Boca, Santos, América de México, etcétera. Y hasta las franquicias estadounidenses de Miami y Los Ángeles, ciudades tan hispanohablantes como la propia Madrid.

Imagínese al Real Madrid jugando en la Bombonera, el Monumental de Buenos Aires, Maracaná. Imagine después a los gigantes americanos visitando el Bernabéu.

Sin giras de verano: esto sería una competición de verdad, todos los meses, en estadios míticos. Impacto global, taquillas descomunales, tremenda trompada a la Premier, derechos televisivos en todos los continentes…

Y una competición limpia, sin compadreos de despacho, con árbitros internacionales, trascendiendo nuestras miserias patrias.

Valga esta idea, medio en broma medio en serio, para recordar lo que está en juego. Que no es ya el futuro del Real Madrid ni la maltrecha limpieza de la competición: es la credibilidad misma del país.

La Liga se ha convertido en escaparate de nuestros peores vicios. La situación se puede revertir mirando una vez más al mundo hispanohablante, desde el Zócalo hasta Cornellá.

El Real Madrid tiene otra misión histórica, y una disyuntiva: o seguir siendo un figurante en una farsa que lo desprecia, o dar un paso adelante, historia por hacer, liderando un proyecto nuevo y global que hable español.

Tal vez así contribuya además a la catarsis y regeneración que tanto necesita nuestro país.

*** Carlos Conde Solares es profesor universitario y forma parte del Comité Ejecutivo Nacional de Izquierda Española.