El árbitro Sánchez Martínez habla con Mbappé. Reuters
El VAR era el problema… hasta que llegó Tebas: la nueva era del arbitraje anti Real Madrid
El problema no es el VAR, sino quienes lo utilizan, que son sus enemigos. Desde que se instauró el uso de la herramienta, su prestigio ha sido saboteado desde dentro.
Sobre el escándalo del domingo en el estadio del Rayo Vallecano, con la concesión por parte del árbitro Busquets Ferrer de un penalti hilarante a favor del Barça, existen dos corrientes de opinión.
Una de ellas considera que es una vergüenza que se hubiera estropeado el VAR y que, de haber funcionado este, habría corregido el error del colegiado de campo.
La otra apunta a que es una vergüenza que no funcionara el VAR pero que, de haber funcionado, tampoco habría rechistado ante el expolio.
Sin ser dogmático, me inclino más bien por la segunda escuela de pensamiento.
La mejor prueba la tuvimos la víspera en el Santiago Bernabéu, donde el VAR se constituyó en el principal exponente del fraude. Anuló a Mbappé un gol por presunto fuera de juego. Las imágenes tardaron año y medio en llegar al espectador, con el tiempo suficiente para ser bien cocinadas, y no ofrecen prueba alguna del presunto offside.
También fue el videoarbitraje el encargado de borrar de la faz de la tierra otro tanto, esta vez de Güler.
Es que no tiene NINGÚN SENTIDO, ni futbolístico ni estadístico / probabilístico, que Mbappé haya marcado en España tantas veces en fuera de juego por centímetros pero nunca lo haya hecho habilitado por centímetros. Pensadlo bien https://t.co/VV9jJJrTPj
— Paul Tenorio (@Paul_Tenorio) September 2, 2025
El lapsus freudiano de Pulido Santana, llamando al monitor a Sánchez Martínez “PARA QUE PUEDAS ANULAR EL GOL” ya está en la nefanda historia del arbitraje español, como lo está su apreciación posterior, tan científica y fiable: “Yo creo que hay UNA CIERTA INMEDIATEZ” entre la mano involuntaria de Güler y el momento del gol, cuando hay una intervención del portero entre medias y por tanto no hay tal inmediatez.
Pero el problema no es el VAR. Eso es precisamente lo que nos quieren hacer creer. Desde que se instauró el uso de la herramienta, su prestigio ha sido saboteado desde dentro.
El problema no es el VAR, sino quienes lo utilizan, que son sus enemigos.
El VAR vino a quitar discrecionalidad a la labor de los colegiados, y eso es lo que ellos no pueden consentir. Ellos quieren toda la discrecionalidad posible para seguir negreireando, que es lo que les gusta. Por eso boicotean la existencia de la herramienta, que sería útil en otras manos, utilizándola ¿deliberadamente? como el orto y embarrando las decisiones arbitrales con un millón de circulares lo suficientemente ininteligibles para poder ser interpretadas y aplicadas como sus negreiras mentes tengan a bien en cada momento.
El problema no es el VAR, sino quienes lo usan, que quieren cargárselo a fuerza de hacerlo parecer un atraso. No es casualidad que acaben de nombrar como máximo responsable del mismo a un tipo que va a hacer bueno a Clos Gómez, Prieto Iglesias. Un sujeto que había quedado ¡el decimosexto! en el ranking arbitral de Segunda División y, sin embargo, fue ascendido a Primera por Negreira in person, de manera (otra vez) discrecional y haciendo uso del célebre índice corrector, aka índice corruptor.
Han puesto ahí al más inútil de la clase a propósito, siguiendo el ejemplo de la serie de televisión Ted Lasso, donde nombran a un entrenador de fútbol americano para descender adrede a un equipo de soccer.
Quieren cargarse el VAR, de ahí el encargo del manejo de su funcionamiento al más incapaz.
Repasemos el resto de nuevos nombramientos del CTA, estas nuevas caras y nombres que lo cambian todo para que todo siga igual, en un movimiento gatopardista de manual.
Al frente de todo está un CEO, Fran Soto, cuyo indisimulado barcelonismo le llevó el otro día a Vallecas del brazo de Laporta. Siendo culé, este es el menor de sus problemas.
Se trata de un individuo que, preguntado en su toma de posesión por el escándalo del BarçaGate y Negreira, lo tildó de “episodio puntual”. Diecisiete años, diecisiete (que sepamos) de facturas del alto mando arbitral al més que un club. Pues nada. “Episodio puntual”, dice el tipo.
Los cien días de gracia en el desempeño de un cargo son una gentileza que no todo el mundo merece. Hay quien, después de abrir la boca, no merece ni cien segundos.
Fran Soto, presidente del Comité Técnico de Árbitros de la Federación Española de Fútbol. RFEF
El jefe arbitral propiamente dicho, por debajo de Fran Soto, es Fernández Borbalán, colegiado (algunos dirían culegiado) cuya muy antimadridista ejecutoria en su tiempo en activo coincide cronológicamente, casi al minuto, con los pagos del FC Barcelona a quien hoy llamarían José María Enríquez, para disimular.
De todos modos, el nombramiento estrella en la Federación (y por tanto en el arbitraje, puesto que de ella depende el CTA) es el de Javier Tebas como vicepresidente y presidente de facto (Louzán es una mera marioneta).
Tebas, enemigo público número uno del Real Madrid, es el nuevo factótum, y ya se están viendo las consecuencias de tanta acumulación de poder: en tres jornadas, la animadversión de los trencillas hacia el Madrid sólo ha sido comparable a su clara devoción blaugrana, tanto desde el césped como en la cabina.
La situación es alarmante para el club blanco. Antes, sus enemigos (Federación y Liga mayormente) andaban a la gresca. Ahora conforman un solo frente antivikingo, con Tebas como elemento aglutinador.
Tampoco vamos a hacernos los listos. Casi todo está en las canciones de los Who. Ya lo decían en aquel clásico: Meet the new boss / same as the old boss ("conoce al nuevo jefe, es igual al viejo jefe").
Eso sí, como a Pete Townshend y compañía, nos quedará siempre el magro consuelo de proclamar que no nos engañarán de nuevo. Sabemos lo que hicieron el último verano, aunque esto, por desgracia, sirva de bien poco.