Irene Montero, Ione Belarra y sus amigas, en Menorca.

Irene Montero, Ione Belarra y sus amigas, en Menorca. Instagram

Columnas EL PANDEMONIUM

Irene Montero, la turista comunista de 'vacas' en Menorca

Uno es de derechas en aquello que conoce de primera mano y de izquierdas en aquello de lo que no tiene ni la más remota idea.

Publicada

Irene Montero se ha ido de vacaciones a Menorca después de defender la idea de que “las islas son de quien las habita, no de los especuladores; el turismo masivo no le puede costar la vida a la gente”.

"No puede ser que haya miles de mujeres en las islas que tiemblan cuando empieza la temporada turística, arriesgando su salud", ha dicho también Irene Montero.

En la cabeza de Irene Montero, que ha disfrutado durante sus vacaciones en Menorca de un concierto del bildutarra Fermin Muguruza en el claustro del antiguo convento de Mahón, el turismo masivo le cuesta a la gente "la vida".

Ni más ni menos que "la vida".

Si Irene Montero hubiera dicho "la tranquilidad", por lo menos podríamos haber tenido un debate razonable. Aunque no haga falta ser un genio para comprender que dos meses de molestias bien valen esos 210.000 millones de euros (el 13% del PIB) que deja el turismo en España y de los que viven millones de españoles.

¿Cuándo ha generado un comunista 210.000 millones de euros?

Por supuesto, Irene Montero dirá que ella no está hablando de turismo en sentido amplio, sino sólo de un determinado modelo de turismo. El turismo masificado.

Turismo masificado en el que ella, supongo, no se siente reflejada. 

Ni ella, ni Fermin Muguruza, que por lo visto es una especie autóctona menorquina que vive durante los meses de verano en el convento de Mahón, como si fuera un golondrino migrante abertzale. 

Irene Montero no es, en resumen, turismo masificado. Y eso aunque haya viajado en agosto, el mes más masificado del año, a Menorca, una de las islas más masificadas del Mediterráneo.

Y no precisamente sola, sino junto Ione Belarra y otro millón y medio de turistas.

Un millón y medio de turistas en una isla de apenas 100.000 habitantes. Ese es el saldo anual en Menorca.

Quince turistas por cada menorquín.

Pero lo de Irene Montero, lo repito, no es turismo masivo. Lo de Irene Montero es otra cosa. Porque ella es comunista. O sea, una persona adulta que no ve relación, ni necesidad de coherencia alguna, entre su ideología y su realidad personal.

Irene es de esas que en los atascos se quejan del prójimo sin comprender que ella también es atasco. Atascada en un atasco, Irene Montero pergeñaría una solución brillante: prohibir los coches. Para todos, salvo para ella.

Porque ella no es atasco. Irene sufre el atasco, pero no lo provoca. Lo provocan los demás, que se empeñan en hacer lo mismo que hace ella.

Lo que ocurre es que Irene Montero en un atasco sabe adónde va Irene Montero, y por qué va adonde va, y lo que ocurriría si no fuera.

Pero de los motivos para estar ahí del resto de los atascados en el atasco, Irene Montero no tiene ni la más remota idea. Así que el planeta no pierde nada si Irene Montero les prohíbe circular.

Tuit de Irene Montero.

Tuit de Irene Montero.

Como dice el aforismo, uno es de derechas en aquello que conoce de primera mano y de izquierdas en aquello de lo que no tiene ni la más remota idea. Por eso el comunismo se impone siempre a los demás, pero jamás a uno mismo.

Un comunista siempre es la excepción a la regla establecida por él mismo para todos los demás.

El truco es viejo.

Primero, trazas una raya que separe "lo malo" de "lo ideal".

O lo que es lo mismo, un mundo en el que Menorca es un destino turístico visitado por cientos de miles de personas cada año (lo malo), de un mundo en el que Menorca es una isla prácticamente virgen, salvo por unos cuantos lugareños y tú, que eres la guinda del pastel de ese paraíso terrenal (lo ideal).

Así que en el lado de lo ideal te colocas tú, por razones evidentes sólo para ti.

Y entonces, a "lo malo" lo llamas "turismo depredador y masificado", aunque no haya forma humana racional y razonable de distinguirlo de tu caso particular.

Y si alguien te pide explicaciones, dices aquello de que por qué no va un comunista a poder tener un iPhone, o comer en DiverXo, o comprarse una casa de un millón de euros, o ser el propietario de una docena de pisos en Madrid, o veranear en Menorca. Y todo eso mientras despotricas de Apple, de Dabiz Muñoz, de los ricos, de los especuladores, de Madrid y del turismo. 

En realidad, nadie es tan inocente como para pedirle coherencia ideológica y personal a un comunista. De hecho, sus iconos más venerados son modelos de hipocresía ideológica y personal.

Karl Marx provenía de una familia acomodada, su padre era abogado y propietario de viñedos, nunca trabajó en un empleo "proletario" y dependió siempre financieramente de sus padres, su suegro y, sobre todo, de su amigo Friedrich Engels, un empresario textil. A todos ellos los sableó a placer.

Luego, Marx embarazó a su sirvienta Helene Demuth (a la que no pagaba) y se negó a reconocer a su propio hijo.

Una joya de ser humano. 

Friedrich Engels, coautor de El manifiesto comunista y defensor de la abolición de la propiedad privada, era hijo de un rico fabricante textil alemán y heredero de una fortuna en fábricas en Manchester, Inglaterra.

Engels vivió como un burgués acomodado. Cazaba zorros, bebía champán, tenía varias amantes y disfrutaba de un estilo de vida lujoso mientras criticaba la explotación obrera en obras como La situación de la clase obrera en Inglaterra.

'Koba el Temible', de Martin Amis.

'Koba el Temible', de Martin Amis.

Stalin predicaba la igualdad y la lucha contra los "enemigos de clase". Pero su régimen creó una nomenklatura con privilegios como dachas lujosas, coches de importación y acceso privilegiado a productos inalcanzables para el ruso común, mientras provocaba hambrunas que mataron a millones, como el Holodomor en Ucrania. En las reuniones del partido, el primero en dejar de aplaudir era fusilado. Lo explica Martin Amis en su libro Koba el Terrible.

Mao Zedong provenía de una familia campesina acomodada, pero promovió la Gran Revolución Cultural Proletaria para acabar con los "elementos burgueses". Su régimen fomentó el culto a su persona y otorgó palacios y privilegios a la élite del Partido Comunista Chino mientras millones de chinos morían en el Gran Salto Adelante por las políticas implantadas en el país.

El Che Guevara, ícono de la revolución cubana, ordenó ejecuciones sumarias y apoyó campos de trabajo forzado para disidentes. Y entre esos disidentes, los cubanos homosexuales, a los que despreciaba con toda su alma, como despreciaba también a negros e indígenas.

Pol Pot, líder de los Jemeres Rojos en Camboya, defensor de un comunismo agrario extremo, creció en una familia acomodada, estudió en Francia y mintió cuando dijo haber nacido en una familia campesina pobre (recuerden que un comunista siempre es la excepción a sus propias reglas). Su régimen causó millones de muertes por hambruna y ejecuciones masivas mientras él y su círculo disfrutaban de los privilegios habituales en los regímenes comunistas.

¿Hipocresía? No, hombre, no: lo que pasa es que no estamos entendiendo las sutilezas de su pensamiento. Turista eres tú. Ellos son viajeros. Ciudadanos del mundo. Gente que mejora los lugares que visita. 

Comunistas, vaya.