El movimiento del PSOE este martes constata que el nuevo curso político se inicia de la misma forma en que acabó el anterior: con Pedro Sánchez condicionado por una situación de carestía parlamentaria tan acusada que no puede permitirse prescindir de uno solo de los votos de su presunta mayoría.

El PSOE va a plantear que el 11 de septiembre no se celebre el Pleno que estaba fijado para ese día, según el calendario de sesiones aprobado, para respetar así los fastos de la Diada de Cataluña.

A la vista de que no existen precedentes de suspensiones de sesiones parlamentarias por otros motivos que no sean circunstancias adversas extraordinarias, se hace evidente que la intención de la solicitud es ahorrarle al Gobierno perder determinadas votaciones si los diputados de Junts y ERC se ausentan.

El Gobierno recurre así a una de sus consabidas maniobras parlamentarias para ganar tiempo y evitar la imagen de una nueva derrota en el Congreso, a fin de mantener la ficción de que los números le dan para agotar la legislatura.

Pero la estratagema revela además que Sánchez seguirá dando pasos en las dos sendas que le han traído hasta aquí.

Por un lado, congraciarse con el separatismo en detrimento del resto de españoles. Ahora, paralizando la actividad legislativa para que los diputados nacionalistas de los que depende puedan festejar el acto reivindicativo del independentismo por antonomasia. Y sentando además otro precedente que contribuirá a menoscabar la equidad territorial.

Por otro lado, queda probado que Sánchez sigue decidido a ahondar en el ninguneo del Parlamento siempre que este le suponga algún escollo, de conformidad con su programa de gobernar "con o sin el concurso del Poder Legislativo".

El PP baraja además una segunda hipótesis sobre la petición de cancelación del Pleno: evitar la coincidencia de la sesión con la declaración de Begoña Gómez, que el mismo 11 de septiembre tendrá que comparecer otra vez ante el juez Juan Carlos Peinado.

Ambas adversidades avanzan la situación que tendrá que enfrentar Sánchez en el nuevo curso político: los desvelos para retener el apoyo de sus socios independentistas y los ingenios para zafarse de la vinculación a las sospechas de corrupción de su entorno.

Este, y no el trampantojo de mayoría ensayado en la Diputación Permanente de este martes que ha rechazado las peticiones de comparecencias registradas por el PP, es el auténtico anticipo de la tónica que le depara el resto de la legislatura. Y el desmarque de Junts y Podemos en la primera votación tras las vacaciones no resulta halagüeño para el propósito de Sánchez de presentar por fin unos Presupuestos para el año que viene, al que ha uncido su continuidad, lo quiera o no.

En cualquier caso, a la vista de que el presidente está dispuesto a rendir incluso la normalidad institucional de la nación a las necesidades de la liturgia independentista, Junts y ERC deberían depositar la ofrenda floral de la Diada de este año no ante el monumento del caído Rafael Casanova, sino ante una efigie de su benefactor Pedro Sánchez.