Santiago Abascal presenta a la primera ministra italiana Giorgia Meloni en un acto de campaña.
Torremolinos-Portofino o lo poco que se parece Meloni a Abascal
Meloni iba a ser un cataclismo para Occidente. Pero resulta que hasta a los italianos de izquierdas les está convenciendo este estilo de hacer política desacomplejado y nacional, que no nacionalista.
A la derecha en España se le tiene el mismo miedo que se le tiene a lo desconocido. Como cuando anunció Orson Welles por la radio que nos estaban invadiendo los extraterrestres. ¿Y si venían a hacer de Europa un lugar mejor?
También Giorgia Meloni iba a ser un cataclismo para Occidente. Con ella se iba a rasgar el velo del templo y quedaría toda Italia en tinieblas. Pero resulta que hasta a los votantes italianos de izquierdas les está convenciendo este estilo de hacer política concreto, desacomplejado y sobre todo nacional, que no nacionalista.
Veni, vidi, vinci. Es decir, pensando antes en los italianos que en los europeos, cosa curiosa teniendo en cuenta que si de verdad existe Europa empieza seguro por debajo de los Alpes.
Cenaba el otro día con un matrimonio de Milán y cuando ya había suficiente confianza, es decir mientras descorchaban el vino, les pregunté qué opinión tenían de Meloni.
Hablar de política se ha convertido en un tema vulgar, algo así como si habláramos de saunas y lupanares. Se habla de política cuando no hay otra cosa más de la que hablar, cuando se tiene poco en la cabeza. Los ricos tienen filosofía, la ideología es para los pobres (miren si no a qué lugar ha quedado relegada la asignatura en los colegios).
TIME's new cover: Nearly three years into her term, Giorgia Meloni has emerged as one of Europe's most interesting figures—and how she leads could change the world https://t.co/1NGdSF8bAn pic.twitter.com/Rqhp0UJvOp
— TIME (@TIME) July 24, 2025
Y así metí la pregunta, porque un periodista no puede evitar preguntar esté donde esté, aunque no esté de servicio. Un periodista sin preguntas es un periodista muerto.
Todavía eran jóvenes, no habrían cumplido aún los cincuenta. Tenían buena pinta y eran patrocinadores de un evento cultural. Es probable que en España hubiesen firmado un manifiesto a favor del PSOE, así que la cuestión venía al caso.
La hice con las precauciones oportunas, es decir, a bocajarro, como quien arranca una tirita sin pensarlo. Les pilló desprevenidos.
Por un momento pensé que me había cargado la velada, que quizá los italianos no hablan de política más allá de las seis de la tarde cuando salen de la oficina, que por higiene dejan los asuntos turbios para el horario laboral. Estuve a punto de disculparme en medio del silencio tenso que había generado, pero decidí aguantar el órdago unos segundos más.
"A mí no me gustaba", dijo él. "Su pasado, su campaña… pero ahora me parece un político interesante". El tipo se llamaba Corrado, aunque con ese nombre podría haber nacido con más probabilidad en un pueblo de Tierra de Campos que en Milán.
Con algo más de vino y ya en el segundo me contaron ambos que había una cosa que les estaba gustando a muchos italianos, y es que parecía que su país volvía a tener un papel en la política internacional.
Ver reunida a su presidenta sin achantarse con Donald Trump y con otros líderes del mundo les había devuelto un poco la perspectiva del papel de Italia, no sólo en la historia, sino en la actualidad: enclave en medio del Mediterráneo.
Más tarde me preguntaron si en España teníamos una Meloni. Les tuve que decir que por desgracia no, que la derecha en España es otra cosa, algo desconocido.
Abascal se parece lo mismo a Meloni que Torremolinos a Portofino. De Feijóo no hablamos. El problema de la derecha en España es que o no tiene derecha, o tira como las cabras al monte. El problema de la derecha aquí es que no tiene filosofía, tiene ideología, como los pobres.
Meloni supo separarse de Trump, de Orban, de Putin. Es decir, tuvo la valentía de no dejar que nadie la tutele. Meloni es Meloni y su política tiene que ver con Italia.
En España, como de costumbre, los nuestros se pierden en charcos de un par de centímetros de profundidad… cómo para sacarlos al Mediterráneo.