Noelia Núñez dimitió este miércoles de todos sus cargos este miércoles 23 de julio.

Noelia Núñez dimitió este miércoles de todos sus cargos este miércoles 23 de julio. E.P.

Columnas Desórdenes

Noelia Núñez es un éxito de la derecha: nos han convencido de que no hace falta ir a la Universidad

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Todos, en la medida de nuestras posibilidades y dentro de un marco razonable (el del Código Penal, por decirte alguno) necesitamos una pequeña doble vida.

Una doble vida es hasta saludable para no reventar de represión, de aburrimiento y de mediocridad en la vida primera, en este cuartelillo militar de la experiencia adulta. 

Diminutas transgresiones, cosas sucias y divertidas. Alguna bromilla prohibida. Alguna agitación. 

Bien. Yo soy piadosa con los juegos de los otros siempre que no estén pagados con mi dinero. 

No es el caso de la tal Noelia Núñez, angelical pájara de triple vida.

Es tan guapa que así, de entrada, te medio confunde.

Es verdad que la moral tiene criterios estéticos, como decía Nietzche: si matas a una cucaracha eres un héroe, pero si matas a una mariposa, eres un monstruo.

Entiéndeme: sí, pero al final son lo mismo. Insectos. 

Yo con Noelia me he sentido tentada de correr un tupido velo, porque es verano, porque achina los ojillos al reírse, porque cuando llora parece que hemos tirado a un cervatillo blanco desde la torre del pueblo entre todos, porque tiene mi edad y podría ser mi amiga, porque ha pedido perdón (a mí esto me da un poco igual, "perdón" me parece una palabra-comodín del cristianismo que no termina de significar nada en la vida civil, pero que te salva de la mirada de los puristas porque logra someterte en apariencia), pero sobre todo porque ha dimitido de todos sus cargos, que ya es algo más de lo que puede decir cualquier mamador profesional y tramposo del erario público. 

Y además a mí Noelia me hace gracia porque tuvo tres biografías, tres vidas posibles. La chavala se puso a parir heterónimos de sí misma, como Pessoa. Se puso creativa, mi niña. Jajá. 

Echó a rodar el relato y hubo una vida en la que se graduó en Derecho y en Ciencias Jurídicas de la Administración Pública (¿fue popular en clase? ¿Tuvo un novio hijo-de con chófer? ¿Bebía mojitos en la tarde del viernes con amigas pálidas y dulces que no le interesaban lo más mínimo?).

En otra fue vida profesora en Ciencias Políticas (¿coqueteó con la izquierda, como absolutamente todos los profesores de Políticas del mundo, hasta que leyó a Oakeshott? ¿Tuvo un affaire lésbico con una alumna prodigio? ¿Se hacía un moño bajo y apretaba los labios con dureza, como las maestras de conservatorio?). 

En otra, filóloga inglesa (¿se compraba jerséis de Desigual? ¿Traducía a las hermanas Bronte de madrugada, con los grillos sonando en el jardín, y a ratos miraba el móvil para ver qué mensaje absurdo le había escrito su decepcionante amante semianalfabeto? ¿Tomaba té negro con la mirada perdida en el acuario del salón de sus padres?). 

Todo eso estuvo a punto de suceder, todo eso cimbreó. 

¿En cuál de esos mundos hubiese sido más feliz Noelia? 

Por ahora, y ya sin tonterías, tenemos éste: éste en el que nos ha mentido a todos. Éste en el que ha chuleado a todos los chavales que se parten el lomo estudiando para poder competir en un mercado sociópata y cruento y encontrar un hueco hostil, casi siempre a costa de su salud mental, donde les pagarán una basura que no les llegue ni para solventar el alquiler. 

Serán adolescentes tardíos. Serán hombres grises, siempre malos de los nervios. 

Mientras tanto, esta sujeta (que no sabe ni dónde tiene la nariz) trabajaba para nosotros y ha cobrado unos 500.000 euros en sueldos públicos desde los 23 años. Y esto sin contar las dietas ni el sueldo de profesora. Qué mona. 

En fin, una estafadora más que ahora está donde tiene que estar: en Mediaset, haciendo el show. Esta vez sí, esta vez sus capacidades están a pleno rendimiento. 

Lo que me ha dejado picueta de esta historia ha sido la cutrez de la izquierda en su persistente fiesta de los complejitos, que la ha llevado a centrar toda su crítica a Núñez en la ruptura de su confianza política.

La izquierda (con Yolanda Díaz a la cabeza, marxista rara que no da una) teme que la llamen clasista si reconoce lo que es cierto: que hace décadas padecemos a una clase política de una bajeza que nos avergüenza, y que queremos a nuestro servicio a personas sólidas, cultas, fuertes, trabajadoras, preparadas académicamente, con la mente preclara, con capacidad de de esfuerzo, de comunicación y de oratoria, con vocabulario y mirada, y no por ello menos honestos, ni pulcros, ni carismáticos, ni amables. 

Claro que no es ninguna vergüenza no tener una carrera universitaria. No te define ni detalla tu inteligencia ni tus capacidades. Pero ya basta de cinismo bienqueda. No estamos en la posguerra. Ni siquiera en los setenta.

Bienvenidos a 2025, alelados. Bienvenidos a las Universidades públicas y las bibliotecas públicas, bienvenidos a las becas de excelencia, bienvenidos a un sistema educativo mejorable pero eficaz que promueve que estudiantes de toda clase social accedan a él (a veces con esfuerzos hercúleos, a veces compaginando las clases con otros trabajos). 

Ha costado muchísimo esfuerzo levantar este sistema garantista. Y eso es una conquista de la izquierda. 

¿Por qué la zurda no se dedica a celebrar y a potenciar estos avances; por qué en vez de centrarse en que todo el mundo pueda tener la formación que desee, lo que hace es quitarle importancia a la vida intelectual? 

¿Por qué carajo estamos celebrando la incultura? 

¿Por qué desprecian el estudio, por qué desprecian la memoria? 

Me aterra, me aterra, me aterra... 

La 'titulitis' a menudo coarta el talento, sí, pero despreciarla o humillarla acabará llevándonos a honrar la analfabetización y el primitivismo. Seremos más lelos, más manejables, ¡pero tan majos...! 

La cultura no es un adorno o una pamela para las bodas de día de los ricos, es un derecho en el que no hay que escatimar jamás para emanciparse de los hijos de puta: cuanta más cultura, mejor. Para todos. 

Pensándolo bien, esto es un triunfo de la derecha. Si al final todos somos la leche sin haber entrado a la Universidad, ¿qué necesidad hay de que sea pública? No parece haber un clamor social estos días por su importancia desde el ala progresista... Cuidado. Mucho cuidado. 

Esto se está llenando de jipis y lo vamos a pagar caro. 

A Noelia Núñez, chica aventajada del PP, no le daba pudor jactarse de que se había "sacrificado" estudiando "como tantos jóvenes de este país" cuando era mentira. Curiosamente, pertenece a un partido que cree en el ascensor social y en la meritocracia.

Se dice liberal, en su despacho colgaba una serpiente anarcocapitalista y procura, desde su ideario, un empequeñecimiento de ese Estado. Del mismo chupa sin haber demostrado ninguna dote para el puesto. Lleva toda su iletrada vida cobrando de él sin ninguna excelencia certificada, sin haber abierto un puñetero libro.

Al final, Noelia no era una mariposa ni era una cucaracha. Era un enorme parásito. Esto no lo decía Nietzsche. Esto lo digo yo. 

Suerte a la nueva tertuliana de moda en la universidad de la calle. A ver si ésta se la estudia.