Tampoco es que hasta ahora Twitter fuese público, por mucho que tantos se empeñen en creerlo. Pero quizás lo parecía. Porque se supone que era gratis. Y, sobre todo, por esa promesa de servicio público, de ágora digital global y blablabá que se traduce en una de esas colaboraciones público-privadas que tanto gustan al socialdemócrata cabal cuando tiene poder y que tanto le escandalizan cuando el poder lo tienen los demás.

Ilustración de Elon Musk con el logotipo de Twitter de fondo.

Ilustración de Elon Musk con el logotipo de Twitter de fondo.