Tan en paz está hoy el "país" conocido como Euskadi que los restos de Miguel Ángel Blanco tuvieron que ser trasladados en 2007 desde su localidad natal de Ermua hasta Faramontaos, en Orense, porque los filoetarras del pueblo habían convertido en deporte local la vandalización de su tumba. "No les valía con arrebatarle la vida, sino que una vez muerto continuaron humillándole" ha dicho su hermana Mari Mar Blanco

Pedro Sánchez durante su discurso en Ermua.

Pedro Sánchez durante su discurso en Ermua. EFE

Tan en paz está hoy el "país" conocido como Euskadi que el homenaje a Miguel Ángel Blanco ha tenido que ser celebrado a 635 kilómetros de su tumba. Mucho más cerca de donde lo asesinaron que de donde por fin descansa en paz, custodiado por sus tíos Aurelio y Pacita. En paz y lejos de los mismos nacionalistas vascos que han expulsado a otros 200.000 españoles de su tierra (algunos recuentos hablan de 300.000) en lo que es el mayor éxodo interno de la historia de la UE desde la II Guerra Mundial. 

Una paz ejemplar, efectivamente, la del País Vasco. La misma que reinará en el Donbás cuando Rusia logre asesinar o expulsar a todos los ucranianos de la región que no acepten la usucapión de su tierra por las tropas del Kremlin. 

Dice El Periódico de España que la mención de Pedro Sánchez a "los países" España y Euskadi fue un "lapsus". Pero la noticia no cita fuente alguna. ¿Es entonces una conjetura personal del redactor de la noticia? ¿Una sospecha? ¿Una hipótesis de trabajo?

Difícil saberlo, ya que el texto no va firmado. Debería llevar cuidado en cualquier caso El Periódico de España, no sea que la verdadera intención del presidente fuera decir exactamente lo que ha dicho frente a quienes lo ha dicho, y esa excusatio non petita que con tanta generosidad han pergeñado de forma espontánea en el diario le reste el peso pretendido a su declaración. A veces uno dice lo que quiere decir y no menos. 

Las imágenes dejan claro, por otro lado, que el presidente estaba leyendo su texto. Pero quizá el "lapsus" estaba escrito de antemano en el discurso y el presidente ha leído sin pensar, como Joe Biden cuando lee en voz alta "fin de la cita, repite la frase anterior" en el teleprompter. 

Que el "lapsus" del presidente se haya producido sólo diez días después de que el Gobierno pactara con EH Bildu la Ley de Memoria Democrática es uno más de esos azares que con tanta frecuencia se producen en la Moncloa. Siempre en el sentido de los intereses de Pedro Sánchez, jamás en el contrario. Una casualidad estadística más. 

Ya es mala suerte también que el "lapsus" no se haya producido en cualquier otro punto del discurso de Pedro Sánchez (que podría, por ejemplo, haber llamado "Murcia" a "Euskadi"), sino en el punto clave de este y precisamente en el sentido que más puede convenir a los intereses del nacionalismo vasco que asesinó a Miguel Ángel Blanco. 

Porque decir, precisamente en el homenaje a la víctima más señera de ETA, que Euskadi es un país y España otro diferente es darle la razón a sus asesinos. Es decirles que el asesinato de Miguel Ángel Blanco tuvo éxito y consiguió los objetivos deseados. Que para que Euskadi fuera un país, exactamente lo que ETA siempre ha exigido, sólo hacía falta exterminar a las personas correctas.

El "lapsus" de Pedro Sánchez ha resultado encajar de forma muy precisa con los intereses de EH Bildu. Y también del presidente, que derriba consensos (el de la Transición, el de Ermua, el de 2017) a la misma velocidad que los reconstruye, pero con los populistas y los nacionalistas en el lugar que antes ocupaban los demócratas.

Que se haya producido además frente a un público cautivo, el que componían el rey y decenas de víctimas de ETA, sitúa el "lapsus" de Sánchez en un nivel de maquiavelismo ("involuntario", por supuesto) muy superior al imaginable por una mente no contaminada por el tacticismo extremo. Porque ese público cautivo poco más ha podido hacer que callar. Por respeto, precisamente, a Miguel Ángel Blanco.  

[La polémica frase de Sánchez ante el rey: "Hoy Euskadi y España son países libres y en paz"]

Y la prueba de ese maquiavelismo y de lo productivo que ha resultado es que no ha tardado en aparecer en las redes sociales la tesis de que el rey y los políticos y las víctimas allí presentes deberían haberse levantado y abandonado el lugar con un nuevo "¿por qué no te callas?". 

La tesis de que su silencio sólo puede interpretarse como connivencia y que no queda ya un sólo palmo limpio en el cenagal del escenario político español será hoy la dominante en España. 

El "lapsus" de Pedro Sánchez, en resumen, ha tenido la virtud añadida de capturar como rehén al rey, de dejarlo al pie de los caballos, y de aumentar la intensidad de la polarización que infecta la sociedad española. De hacer subir un punto más el volumen del desprecio ciudadano hacia las instituciones y sus representantes. Lo leerán hoy en algunos medios. Otros medios disculparán al presidente o justificarán su frase. 

Algo, de nuevo, que parece favorecer los intereses personales de un Pedro Sánchez necesitado de la movilización de una izquierda que abandona poco a poco al PSOE en los sondeos sin engordar a Yolanda Díaz.

Y los favorece aunque sea a costa de perjudicar los de todos esos ciudadanos españoles que apenas aspiran ya a nada más que a vivir en este país sin que su Gobierno les dé a diario un motivo más para envidiar a los ceilandeses. 

Iban Muñoa, el chivato que puso a Miguel Ángel Blanco a tiro de ETA y que alojó a sus asesinos, vive hoy libre en Éibar. Tras salir de prisión en octubre de 2020, fue homenajeado por los mismos que hoy reescribirán la historia de España en el sentido deseado por ETA.

Pero el escándalo no es el hecho de que vayan a ser esos admiradores de ETA los que reescriban la historia de España y decidan lo que es o no es nuestro país.

El escándalo es que ni siquiera hará falta que ellos muevan un dedo porque Sánchez ya está haciendo el trabajo por ellos. España será pronto el único país de la historia que se quiebre en una docena de reinos de taifas por los "lapsus" de su presidente. "¿Y tu país cómo reventó?" nos preguntarán los turistas del futuro. "Fue un lapsus", responderemos.