El 23-F es una película de espías. Historia neblinosa. Militares, guardias civiles, diputados, periodistas... Todos revoloteando en torno a la conspiración contra el Gobierno. Los investigadores siempre se topan con un muro infranqueable: el Emérito.

Jamás había hablado de su papel aquella noche. Hasta hoy. Se ha comprometido a unos minutos de teléfono. A una conversación sobre su papel en el secuestro de la soberanía nacional. Me tiemblan las manos. Mi fuente me ha enviado un par de números. Es preferible que llame al fijo antes que al móvil. Cuestiones de cobertura.

A veces, las exclusivas más jugosas se asoman con tal inocencia que parecen... una broma. Sí, estoy convencido de que se trata de una broma. Jamás he hablado con el Emérito. Ni siquiera he estrechado su mano en una recepción regia. ¿Por qué, entonces, acepta hablar conmigo y no con los veteranos que llevan persiguiéndole durante décadas?

¿Qué le dijo al general Armada la semana anterior al 23-F? ¿Le autorizó a proponerse como presidente de un "Gobierno de concentración"? ¿Jugó a dos bandas aquella noche? ¿Cuál era exactamente su relación con los generales sublevados? ¿Por qué dejó a Adolfo Suárez a los pies de los caballos?

Marco en el teléfono. Coge una mujer. "¿Diga?". ¿Cómo iba a ser de otra manera? Tiene que ser él. Galopa el pulso a orillas la garganta.

Juan Carlos I, durante su discurso en la noche del 23 de febrero de 1981.

Juan Carlos I, durante su discurso en la noche del 23 de febrero de 1981.

Habla el Emérito

-Buenas tardes, disculpe: soy Daniel Ramírez, de "El Español". Llamo para hablar con el Emérito.

-Espere un segundo, por favor -la oigo caminar al otro lado del auricular. Llama a una puerta y escucho la voz de un señor. Esa voz... Inconfundible. ¡Es él!-. Me dice que llame usted en cinco minutos.

(...)

-Hola, hemos hablado hace un momento (...) Sí, de El Español. Muchas gracias.

-¿Hola? Sí, soy yo. ¿Qué quiere que le cuente exactamente?

-Pero... ¿de verdad es usted? ¿El Emérito?

-Sí, sí. Emérito Bono Martínez*** (Sagunto, 1940), diputado por el Partido Comunista aquel 23 de febrero de 1981.

A Emérito le pusieron el nombre por su abuelo: "Fue una rareza... Lo eligió para mi padre. Y mi madre me lo puso a mí. Qué cosas, ¿eh? Oiga, ¡también he conocido a alguna Emérita!".

Aquella tarde de febrero, llamarse Emérito no tenía mucha enjundia más allá de la "rareza". Hoy, se ve reflejado casi todos los días en el periódico.

Foto de carné de diputado correspondiente a Emérito Bono Martínez.

Foto de carné de diputado correspondiente a Emérito Bono Martínez. Congreso

Cuando Tejero irrumpió en el hemiciclo, Emérito estaba sentado en su escaño. Misma fila que Santiago Carrillo. Lo primero que pensó fue: "¡Otra vez! ¡Ya se han cargado la Democracia!".

En ese instante, pocos parlamentarios creyeron que el golpe fracasaría. Emérito, como todos a excepción del propio Carrillo, Suárez y Gutiérrez Mellado, se echó al suelo ante la petición de los guardias.

-Su jefe aguantó y no abandonó el escaño.

-¡Es que Carrillo era mucho Carrillo! Tenía experiencia en situaciones muy difíciles -el entonces líder del PCE había vivido la guerra en el Madrid republicano.

-¿Pudo observar el forcejeo de los guardias con Gutiérrez Mellado o lo vio después por la tele?

-¡Lo vi! ¡Lo vi! Asomé la cabeza. Tremendo. Mostró una actitud muy digna. Siempre la tuvo. Menos mal que no corrió la sangre.

Pese a estar agachado, Emérito pudo atisbar que los disparos eran "al aire", pero... "¿Sabe? Un tío tiró con metralleta desde el foso. Nosotros estábamos muy lejos y no sabíamos si seguía apuntando al techo o a los diputados. Ese fue, para mí, el momento de mayor angustia".

"Alguna persona de la parte de arriba creo que fue herida en un pie. Se ocultó para que las condenas en el juicio no fueran mayores. Una bala rebotada", narra Emérito.

Todos los diputados tenían mucho miedo, claro, pero los comunistas quizá albergaran una dosis más contundente de temor. Eran la diana más jugosa para Tejero y los suyos.

El fracaso del golpe

-¿Cuándo empezaron a darse cuenta de que el golpe fracasaba?

-Primero, se nos dijo aquello de que llegaría una "autoridad militar competente". Creo que hablaron de media hora... Al cabo de una, dos horas... Ya vimos que se había atascado la cosa.

Los diputados se enteraban de lo que ocurría en el exterior a través de Fernando Abril Martorell -exvicepresidente del Gobierno-, que consiguió encender su radio.

Ramón Tamames, compañero del PCE y ya dicharachero entonces, le decía a Emérito: "¡Esto es un golpe chapuza! ¡Un golpe chapuza!". Pero, de repente, se le cambió el gesto.

"Vimos que estaban despanzurrando unas butacas para preparar una hoguera y alumbrar el hemiciclo si nos cortaban la luz. ¡Era todo de madera! Menos mal que no ocurrió, habrían montado un incendio terrible".

-¿Y los guardias civiles?

-Muy nerviosos. Se les notaba en los ojos. ¿Le cuento una anécdota?

-¡Para eso estamos!

-Bien entrada la noche, me entraron ganas de ir al baño. En la puerta, vigilaba un agente. Me preguntó mi circunscripción. Le respondí que era diputado por Valencia. "Pues mi familia está en Sagunto", me dijo. "¡Pero si yo soy de Sagunto!", le contesté.

-Bastante cordialidad, ¿no?

-Espera, espera, que hubo más. "Dios quiera que no pase nada", me dijo. "Dios, usted y su arma quieran que no pase nada", añadí.

De madrugada, tras rubricarse el pacto del capó, Tejero liberó el Congreso. Emérito y el resto de diputados salieron y caminaron en dirección al hotel Palace. Desde allí llamó a su familia.

***Emérito Bono Martínez es economista. Fue vicerrector de la Universidad de Valencia. A finales de los ochenta abandonó el PCE y se afilió al PSOE, partido con el que alcanzó distintas consejerías en los gobiernos de la Comunidad Valenciana.