Escojan el mal menor. ¿Qué clase de burla es esa? Sánchez no se mueve del palacio que ha convertido en su Zarzuela y desde allí ni pide, ni suplica, ni propone. Tampoco expone

su imagen más allá de las ventanillas del Falcon, de algún encuentro internacional en el que tratar de proyectar imagen de estadista o de la inevitable imagen con un Pablo Iglesias mendicante.

No es necesario. A falta de la presencia de un Sánchez que debe ser investido como presidente por la gracia de Dios –o eso parece creer-, Ábalos sermonea a Ciudadanos y al PP desde un púlpito que nunca como hoy ha estado tan construido sobre el engaño.

Dando por hecho que los separatistas, los filoeterras y los comunistas (perdónenme la tautología) carecen de ética, Ábalos pretende poner a los otros partidos ante un debate moral cuyo argumento, por si fueran pocas las evidencias del pasado o el escaso crédito personal de Sánchez, queda inhabilitado tras las últimas actuaciones del PSOE en materia de pactos.

Así que, por más que insista Ábalos, aquí no se trata de elegir un mal para evitar otro mayor. Primero porque como decía Hanna Arendt “quienes escogen el mal menor, olvidan con gran rapidez que están escogiendo el mal”.

Que eso es atribuible a Sánchez es evidente para los votantes del PP y para la inmensa mayoría de los de Ciudadanos, por más que su ausencia del plano corto en estas negociaciones, pretenda hacérnoslo olvidar.

Pero lo falaz del argumento se expone sin pudor alguno, sin la menor molestia en ocultarlo, cuando hablamos de algunos de los pactos que ha tejido o está tejiendo el PSOE en comunidades y ayuntamientos ¿Cómo pueden apelar a la virtud ajena -no nos obliguen a echarnos en los brazos de Podemos, ERC o Bildu- si para el PSOE encamarse con todos ellos no plantea ningún problema moral?

Ya les adelanto que tengo poca fe en que determinadas líneas rojas no se crucen cuando lo que está en juego es tener el poder o perderlo. El ejemplo de Navarra es el más palmario y el que muestra mayor iniquidad. Liquidar el asunto del apoyo de Bildu con un “ya está bien de vivir de la ETA", muestra que ya se ha perdido toda vergüenza, toda dignidad y toda fuerza moral.

Pero lo que realmente desmonta el tramposo argumento de Ábalos y sus afectadas y beatonas homilías, son los pactos territoriales en los que el concurso de separatistas y comunistas no es necesario para que el PSOE se haga con el poder, y en consecuencia, es superfluo, que formen parte del Gobierno.

La razón no es otra que el mimetismo ideológico. Les pongo el ejemplo de Baleares, comunidad en la que el PSOE, si bien quedó lejos de la mayoría absoluta, consiguió unos resultados que le permitían, sin riesgo alguno, concurrir en solitario a la investidura. No sólo porque sus socios en la legislatura pasada hubiesen menguado sus resultados hasta la irrisión, sino porque la suma del resto de fuerzas en ningún caso ponía en peligro dicha investidura.

¿Por qué entonces la líder del PSIB-PSOE, Francina Armengol, ha preferido contar con los votos de comunistas y separatistas y además incorporarlos a su gobierno? Si evitar esta clase de pactos –el mal mayor- es el argumento moral por el que Ciudadanos y PP deben abstenerse para darle el poder a Sánchez, ¿por qué los lleva a cabo una líder territorial del PSOE sin necesidad alguna? ¿Porque no es lo mismo?

Si hablamos de Podemos, no puede alegar diferencias entre la versión nacional y la local del partido, no obstante lo cual, la líder socialista les regala la vicepresidencia y una consejería. Y en un alarde de cinismo, que ya no puede sorprendernos, esa vicepresidencia es, además de la de Transición Ecológica –el nuevo nicho de mercado de Podemos- Comercio e Industria. Sí, para los anticapitalistas, para los que demonizan cualquier sector productivo y frenan, por sospechoso, el emprendimiento y no digamos la obtención de beneficios con una actividad privada.

En cuanto a Més –a quien también se regalan dos consejerías y el senador autonómico-, el PSOE puede alegar que esto no es Cataluña y que, por tanto, no se puede atribuir a este partido los mismos pecados que a los protagonistas del golpe de Estado.

Falso. Sus presupuestos ideológicos son los mismos, sus objetivos, iguales (aunque en versión franquicia insular), como lo son su propósito –ya casi conseguido- de convertir las Baleares en una comunidad monolingüe en catalán, su control de la enseñanza, su apoyo al proceso soberanista y su reto al Estado de Derecho, en lo que a los políticos presos se refiere.

“Prometo por imperativo legal y sin renunciar al derecho de autodeterminación”. Esa es la fórmula que vienen utilizando al tomar posesión de su cargo desde hace décadas. Será válida, pero creo que da alguna pista sobre el respeto que los miembros de Més (como los de otros partidos separatistas) sienten hacia el régimen constitucional.

Por tanto, si es lícito hacerlo en Baleares sin que sea necesario, o en Navarra, por hacerse con el poder ¿a qué viene alargar el cuento?

Que el PP y Ciudadanos no sientan remordimiento. Aquí no hay mal menor que valga.