La Junta Electoral le pide a Torra que desplastifique de lazos Cataluña. Y con plazo y ultimátum. Una tarea hercúlea, higiénica, que el que pudo ser CDR y se metió en las instituciones no hará. Porque quitarle el lazo a un indepe es quitarle a la pátina transversal de su movimiento nacional ese símbolo como de estar viviendo en un país en permanente vigilia. Porque con el lazo colgado, los de Vallvidrera ya no miraban tan por encima del hombro a los de La Mina. 

Los lazos que dice la Junta Electoŕal que Torra retire son ya parte del paisaje de la Cataluña golpista, como antes lo fueron los montoncitos de heno en tierra de payeses o la rumba en tiempos pretéritos o pujolistas. Una Cataluña desnuda de lazos es una Cataluña que no se identifica desde la Estación Espacial Internacional, y cualquiera no ducho pudiera confundirla con un saliente más al Mediterráneo calentorro de esta Iberia vieja. 

Pero Torra no va a hacer nada con el amarillo colgón en los balcones y en los pezones, ese amarillo que, junto a la violencia camuflada tras un megáfono, forma parte del decálogo más interiorizado de los separatistas. 

Y así se quedarán al vent los lazos de plástico malo, como condones tristes, colgados de los almendros de Reus. No tocarán el lazo como no tocaron a la rosa de Juan Ramón Jiménez. Una Cataluña sin lazos será una Cataluña constitucional, y eso no.

La Ley Electoral, a Torra, un señor que llegó al estrellato por saga/fuga, le dice poco o nada. Y entre que se burla la ley hay otro lazo andante y amarillo y refulgente, Elsa Artadi, que se viene a Madrid a enseñarnos cuánto de pija cabe en una independentista; cuánto de independentista en una pija, y dos o tres posturitas de yoga con las que la presentan en Forocoches. Nadie es diputada en Cortes sin salir antes en el Forocoches, claro. Y ella se ha comparado con Ana Frank, en una internacionalización un tanto zafia que no sabemos si mueve a la lástima o a las risitas. 

Cataluña no se va a quitar el plástico amarillo y contaminante de los lazos así como así; si bien es verdad que una bolsa de basura amarilla es más barata que una cartita de Puigdemont firmando el posibilismo/imposibilismo de una república imposible. Porque un balcón sin lazo es un balcón con la Enriqueta en la ultratumba, y eso es una tragedia para sus hijos y allegados, que la hacían soplando velas con 90 años y en el quinto aniversario de la republica.cat.

El plástico de los lazos contamina más que el sobaco de un CDR tras un 20-S, y cuando la Junta Electoral le exige a Torra que limpie la comunidad autónoma de miasma simbólica, le pide en puridad un imposible numérico. La Junta Electoral no conoce a la ruda gente de Tractoria cuando le tocan el lazo del ayuntamiento o del campanario.

La democracia empieza donde se despioja el amarillo. Aunque conforme más se acerque la fecha del fallo del Supremo, más nos conviene volvernos daltónicos.