Dice Gabriel Rufián que en el ADN de los catalanes en general y de los barceloneses en particular está el acoger a los inmigrantes africanos del Aquarius. Lo que no dice Rufián es que en ese mismo ADN catalán y barcelonés con varios siglos de antigüedad está el esclavizarlos para hacerse rico con su trabajo y atribuir luego esa riqueza a la superioridad genética de los catalanes sobre los españoles. "¡Quién fuera blanco, aunque fuera catalán!" es una frase popular que se atribuye a la hija de una esclava cubana, por supuesto propiedad de burgueses catalanes, de finales del siglo XIX. 

Fue por aquella época, finales del siglo XIX, cuando el Diario de Barcelona se lamentó con sincera amargura por la pérdida de Cuba, que es lo mismo que decir del negocio de la esclavitud, con el argumento de que esta acarrearía la ruina de Cataluña. Sabían perfectamente de lo que hablaban. 

Educado en una escuela catalana, esa en la que se enseña una historia inventada mientras se oculta la real, quizá no sepa Rufián que fue la sangre de los esclavos la que financió la Barcelona de los grandes arquitectos modernistas, la misma que hoy se vende en postales y folletos turísticos, y la que cimentó las fortunas de buena parte de esas familias de la gran burguesía catalana que llevan gobernando la región, sin pausa ni interrupciones dignas de mención, desde entonces. A Primo de Rivera, a fin de cuentas, lo pusieron ellos: los burgueses ultraderechistas catalanes hijos de los burgueses esclavistas catalanes de sólo treinta o cuarenta años antes. Ese es el verdadero "proceso soberanista catalán". 

Hoy en día, a esos descendientes y herederos de esclavistas se les llama "las cien familias". Más genéricamente, "el régimen nacionalista". En su vertiente administrativa recibe el nombre de "catalanismo político". En realidad, siempre ha sido caciquismo xenófobo. Ese debe de ser, intuyo, el ADN del que habla Rufián. El mismo ADN que pide acoger a todos los inmigrantes posibles… siempre que no tengan DNI español, sean de origen sudamericano o se resistan a comulgar con el nacionalcatolicismo catalán. A esos suelen mandarlos de vuelta a Cádiz. 

Últimamente se habla mucho de ADN en Cataluña y Rufián no iba a ser una excepción. Los baches corren a cuenta de los españoles y la solidaridad de boquilla, a cargo de los catalanes de sangre. De sangre o de espíritu, que es la categoría a la que pertenece Rufián. Lástima que tanta sensibilidad humanista no vaya nunca más allá de Twitter, la más barata de las redes sociales, y alcance para preguntarse por los dos grandes tabús de la política catalana: quiénes son los herederos actuales del dinero del esclavismo antillano y el porqué de la baja movilidad socioeconómica de la sociedad catalana.

A fin de cuentas, sólo hay que comparar la lista de los apellidos de las elites políticas, económicas y culturales catalanas con la de los apellidos más comunes en la región para comprobar los efectos que ha tenido en el siglo XXI el aleteo de la mariposa esclavista de la burguesía catalana del siglo XIX. Quizá ahora entiendan el lema de los miles de "colonos", anteriormente "charnegos", que han engrosado durante las últimas décadas las filas del nacionalismo xenófobo catalán: ¡Quién fuera catalán, aunque fuera nacionalista! Algunos han cumplido ese sueño.