Volvió a hablar José María Aznar. Conciencia silenciada por la mediocridad. Conciencia necesaria en la Sierra de Madrid, cuando llega verano y se intenta mejorar España. Su mensaje claro y nítido va retumbando y zumbándole a Rajoy -creemos- en su alegre caminata en la mañanita de Pascua: España no puede soportar más el rajoynismo, el centroderecha precisa una reformulación, y Rajoy es una calamidad cuya persistencia no se explica ni con la teología ni con la mecánica de fluidos.

Pero Rajoy camina y revienta, aunque lo que revienta es España ahora que a los españolitos se nos decolora la bandera en el balcón y no tenemos ni fuerzas para colgar el pascuero. Aznar ha augurado una larga travesía por el desierto, quizá porque sabe que el desierto, como el infierno, son los otros: la famélica legión que aún se cree a Rajoy. Y está bien que Aznar, padre vivo de la cosa, mande a MR estos christmas desde su fundación, hoy más libérrima que nunca.

En el christmas va una salvación navideña de Albiol, que no iba a dar para más y se sabía: Rajoy lo sabía y amortizó al largo, culpable ahora de la insignificancia del PPC y de un PP sin programa. Ocurre que Badalona hace a sus hombres, a sus Albioles, y Rajoy los desgasta con un golpe de nada y con el correrse de los tiempos y el alargar la dimisión de Albiol para que Albiol siga en la picota comiéndose el marrón.cat .

En el año entrante, España asume otra crisis de las irrecuperables; en Cataluña no va a quedar ni Confecciones Mercè, aunque Rajoy sabe que de ésta saldremos o saldrá, pues que tras toda crisis crónica de la Constitución hay siempre un Rajoy con sus latiguillos, sus chascarrillos, su indolencia y su simpático trotecillo.

La carta de Aznar va colgada de Belén en Belén, de árbol en árbol, de portal en portal y de guasap en guasap. Tiene la misiva "paso corto, vista larga y mala leche", que es lo primero que enseñan en Valdemoro a los guardiaciviles y lo primero que le hace falta a España para librarse de este Rajoy: enhiesto surtidor de entuertos. Aznar reprocha desde la mayéutica el cómo y el porqué Arrimadas porta la bandera del constitucionalismo y hasta la alegre sensación de la sana españolidad.

Rajoy deviene por diciembre en resaca mala, intoxicación de marisco, pero siempre el presente le acaba templando gaitas en esta semana pasada que para Puigdemont ha sido una de las mejores (La Vanguardia). Aznar le reconoció a la brava Arrimadas -suavidad jerezana, convicción salmantina- "esperanza y convicción": las dos carencias principales de Rajoy que venimos pagando en este país. Y desde hace demasiadas pascuas.