Si le quitas el estrepitoso celofán de tecnología punta a la cosa, resulta que, muy en el fondo, todito está ampliamente inventado. Que no hace falta ir a la NASA ni a Hollywood. Basta con tirar de hemeroteca y de sentido común.

Cuando el viernes se desató este ciberataque tremendo, primero en Telefónica y luego en el resto del mundo, yo sentí en las yemas de los dedos de los pies (¿tienen yemas los dedos de los pies?...) un delicioso cosquilleo adrenalínico y de ciencia-ficción. ¡Ya están aquí! ¿Quiénes? Pues no sé, los malos del futuro, ¿no? Los que dicen que ya hicieron perder las elecciones a Leia Organa Hillary frente al Pato Donald Vader… ¿Nos rebelamos contra el imperio? ¡Que la fuerza nos acompañe! Se busca Halcón Milenario (y sobre todo, se busca Han Solo).

Hasta que consulto con un experto y sin embargo amigo y me pone la película en su sitio: es su docta opinión que nos encontramos ante “un trabajo de los rusos o de los chinos”. Pero no del Kremlin ni de la Plaza de Tiananmen, no. Del ruso de su pueblo y del chino de la esquina.

“Son cibermafias potentes pero que van por libre, no creadas ni sostenidas por ningún gobierno, y sin agenda política propia. Otra cosa es que gocen del laisser faire de los servicios secretos de sus respectivos países a cambio de hacer trabajitos puntuales para la patria: en resumen, ellos hackean, roban, secuestran datos sólo por dinero y a placer, y quien les debería controlar no les dice nada, porque cualquier día puede servirse, puntualmente, de sus sucios servicios…”.

Vamos, como cuando José Amedo iba de putas tirando de la VISA para gastos de representación de los GAL, como cuando Luis Bárcenas… Gobiernos, partidos, en fin, toda esa gente supuestamente puesta ahí para mantener la ley, el orden y hasta cierta ilusión de decencia, pero que a la hora de la verdad se hacen trampas al solitario, trampean el sistema creado por ellos mismos, recurriendo para ello a algún que otro golfo universal, y creyéndose sumamente, rematadamente listos por ello. Hasta que descubren que el golfo lo es siempre y a todas horas, el golfo es golfo obsesivo-compulsivo o no es, con lo cual, a ver quién le convence de refrenar sus impulsos cuando anda la patria de por medio.

Si hay algo peor que un Internet Gran Hermano que nos tenga a todos en un ciberpuño, es la existencia de ciberejércitos en la sombra jugando al ajedrez entre sí… Y peor aún que no sean ciberejércitos sino cibermafias… Ciberjetas al servicio no ya del peor tirano sino del peor postor. ¿Qué vendrá mañana, si es que mañana hay?