Derivadas penales aparte, a las grabaciones de la operación Lezo hay que agradecerles lo que de contribución tienen al final de la inocencia. También a la mejora de nuestra gastronomía.

El hombre que susurraba a las vicepresidentas -según el titular que le asestó en EL ESPAÑOL el incisivo Lardiés- celebraba en privado que “el sándwich al PSOE en La Sexta está funcionando de cine”, desvelando así el rol y la finalidad asignados a la pata izquierda Atresmedia por los directivos del emporio televisivo apadrinado por Soraya y Rajoy.

Según la metáfora empleada por Mauricio Casals, la cadena que más ha hecho por la espectacularización de la política en España sería el plato fuerte de una carta elaborada con el único propósito de hacer desfallecer al -de momento- primer partido de la oposición, a base de presentar a Podemos como exclusivo acompañamiento del proteico PP.

El príncipe de las tinieblas -que dice Pedro J.- cuece y enriquece en sus conversaciones privadas la imagen mecánica de la clásica pinza, al atribuir propiedades nutricias al maridaje de PP y Podemos. Casals se vanagloria de que, gracias a su magisterio en los fogones, tan extraño menú se esté convirtiendo en el único rancho de una democracia que hederá a col rancia mientras el hambre de regeneración sea engañado con los combinados que nos sirven las cocinas del poder para mayor gloria de Rajoy.

Dinamitada la inocencia -decíamos- por las escuchas de la operación Lezo, habrá que preguntarse en algún momento qué papel o qué ingrediente representa cada cual en la oferta culinaria de Casals. Más aún, porque sabemos -después de Camus- que no hay coartada ni pretexto, ni ideología ni credo, para excusar nuestras obras con los cocidos futuros de nuestras intenciones.

Somos lo que hacemos, no lo que pretendemos. Esa es la única verdad. Y, al decir del masterchef de Atresmedia, La Sexta es un sándwich -o un potro o un torno- para matar de hambre al PSOE a base de empapuzar al respetable con forraje populista de izquierdas y esa fritura de panga rebozada con aceite de palma en que se ha convertido el PP.

Periodistas, nuevos políticos, diletantes y arribistas, cada cual sabe cuál es su lugar en Casa Casals. No se trata aquí de señalar a chefs, auxiliares y stagiers becados o explotados, con perdón de Jordi Cruz. Tampoco de presumir de frugales o veganos cuando nos encantan los bocatas -también los de La Sexta-, las pizzas y kebabs. Pero no estaría mal que, cuando echamos un bocado, tuviéramos la honestidad de reconocer abiertamente el uso de salsas y aditivos por insanos que puedan parecer.

Bueno, tampoco vendría mal darle un baldeo a la cocina.