Dijimos que esa foto de Moscú que EL ESPAÑOL publicó en exclusiva el 10 de febrero era el 'retrato de una época' y hoy, después de conocer la declaración de Jésica Rodríguez en el Tribunal Supremo, podemos inferir que es también la prueba de varios delitos.

Seguro que los lectores la mantendrán mucho tiempo en la retina. El escenario es una escalinata con adornos de estuco en un jardín de la capital rusa. En primer plano aparece la propia "doña Jésica, asesora de Ineco" -así fue identificada por el protocolo de nuestra embajada- con costosos zapatos de tacón bajo, un vestido negro muy por encima de la rodilla, melena rubia lisa con raíces mucho más oscuras y gafas de sol.

Un escalón más arriba, el excelentísimo señor ministro don José Luis Ábalos, la contempla embutido en su traje y corbata de visita oficial, con ese aire de superioridad y posesión, con esa curva de la felicidad opípara que la izquierda siempre ha identificado con el heteropatriarcado. Se ha llevado a su nueva acompañante de viaje oficial y ahora la saca a pasear. Ella es la 'escort', pero él quien la escolta.

Recreación de la visita oficial de Ábalos a Moscú con Jésica Rodríguez y Koldo García, mientras María Jesús Montero vigila en segundo plano

Recreación de la visita oficial de Ábalos a Moscú con Jésica Rodríguez y Koldo García, mientras María Jesús Montero vigila en segundo plano Javier Muñoz

Por último, recostado sobre un poyete a la derecha del ministro, Koldo García contempla, en mangas de camisa azul bien sudada y arrugada, a la satisfecha pareja. Según 'doña Jésica', la suya era una "relación monógama, aunque él compartiese techo con su familia... porque mientras fuese ministro no se podía divorciar". Toma melodrama.

Parece que él nunca le dijo en qué artículo de la Constitución, de la ley del Gobierno o de los estatutos del PSOE se establece esa restricción. Sí que le dijo, en cambio, que "sería un escándalo". Lo mismo que decían a comienzos del siglo pasado los "señores de los puros", cuando se impacientaban sus "entretenidas".

La palabra no puede ser más ofensiva, el concepto es terrible, pero el problema del excelentísimo señor ministro era real: cómo mantener entretenida a 'doña Jésica' entre viaje y viaje.

Que Jésica eligiera el piso en plaza de España por su cercanía a Ferraz explica las prisas de Ábalos por acabar las deliberaciones sobre las políticas de igualdad o la abolición de la prostitución

Por eso hay que fijarse en los tres personajes a la vez. Ahí van doña Elvira, don Giovanni y Leporello. El criado leal, vulgo 'asistente', es a la vez el productor y relator de cuanto ocurre. El que se ocupa del piso, de los billetes, del hotel, de las flores y de buscar un "entretenimiento" en forma de relación laboral.

Dentro de un rato la puerta de la suite se cerrará ante sus bien dotadas narices de aizkolari y Leporello García rezongará: "Oh, che caro galantuomo!... ¡Oh, que amable el caballero! Él dentro con la dama, y yo aquí de centinela".

Pero enseguida se estirará la camisa arrugada, se reirá de lo de la "relación monógama" y fantaseará pícaramente con cantarle la verdad a 'doña Jésica'. Le bastará con mostrarle su móvil: "Madamina, il catalogo è questo". De 'azafatas' o tal vez de prostitutas.

"Señora mía, este es el catálogo de las bellas que amó mi señor, es un catálogo hecho por mí... En Italia, seiscientas cuarenta... ¡Pero en España ya van mil tres!". Es la traducción exacta del libreto de Da Ponte.

Más de una mañana, al examinar la documentación del ministerio, Óscar Puente ha creído escuchar el eco del vozarrón de Koldo, interpretando la bautizada como 'aria del catálogo': "Ma in Spagna son già mille e tre... Mille e tre... Mille e tre...".

'Doña Jésica', 'doña Claudia', 'doña Andrea'... Y encima el ministerio, el partido y todos los días a vueltas mil veces con el jefe... ¿Pero este hombre no se cansaba nunca?

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El problema es que las correrías de Ábalos las hemos pagado todos. En A y en B. Mediante su prevaricación y su malversación. A través del partido y del Gobierno. Por algo Koldo, que era quien compraba las joyas baratas y la lencería fina, llevaba siempre dos sobres en metálico. Todo iba junto, pero no revuelto.

La declaración ante el Tribunal Supremo nos ha dejado detalles muy significativos sobre el piso y el puesto de trabajo. 'Doña Jésica' eligió el lujoso apartamento de la plaza de España, además de porque le gustaba -a quién no- "porque estaba muy cerca de Ferraz". A unos diez minutos andando, a menos de cinco en coche.

Ahora se entienden esas idas y venidas del secretario de Organización, esas prisas por acabar las deliberaciones sobre las políticas de igualdad, el pacto contra la violencia de género o la abolición de la prostitución. Seguid vosotras, que ahora yo tengo una gestión urgente.

Todo estaba tan a mano... Nunca se las pusieron así a Fernando VII. Ni siquiera a Franco los salmones. Vienes, llegas y te vas. Pim, pam, pum.

Las "necesidades de producción" que defendió Puente para la contratación de Jésica en Ineco existían, pero no eran las de la empresa, sino las de Ábalos

Y hay que decir que jamás se ha conocido a un hombre en la política con tanta sensibilidad interoceptiva. Si Ábalos tenía hambre, se daba cuenta antes que nadie y la colmaba comiendo. Si Ábalos tenía sed, su organismo reaccionaba enseguida y la saciaba bebiendo. Total, el bar y la despensa estaban ahí, a la vuelta de la esquina.

Y en cuanto a los 2.700 al mes de su nido de amor -ya nadie dice picadero-, pues para eso estaban los amigos. Empezando por Víctor de Aldama, visitante asiduo del ministerio, compañero de viajes y fatigas, cauce de tantas comisiones como el excelentísimo señor ministro generaba con el sudor de su frente.

¿Qué son 82.000 euros de alquileres, comparados con la inmensidad del océano de los contratos de las mascarillas o no digamos de las obras de la Dirección General de Carreteras del Estado?

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Pero, como decimos, si Ábalos quería a 'doña Jésica' en exclusiva, necesitaba además tenerla entretenida, aunque luego se entretuviese poco. Proporcionarle un empleo, un trabajillo. Algo que reforzara su seguridad y autoestima. Algo que le generara un sueldecito para los gastos cotidianos y algún que otro capricho. ¿Qué tal asesora de Ineco? Bueno, de puertas adentro, auxiliar administrativa; y a efectos de protocolo internacional, "asesora" se supone que áulica.

Abres la web de Ineco y lo primero que se lee es "Ingenio y talento al servicio de las infraestructuras y la digitalización". Hemos entrado en una consultora pública de ingeniería. 'Doña Jésica' nunca se tomó siquiera la molestia de enterarse. Nunca supo a qué se dedicaba la empresa -creía que era "no se qué de unos trenes"- ni por supuesto acudió jamás al puesto de trabajo. No era la única.

Koldo lo organizó todo. Le preguntaron si sabía leer, le dijeron que ya la llamarían y en dos años no la llamaron nunca. Pero de esto no se enteró Óscar Puente cuando avaló la contratación en el Senado por "necesidades de producción". Ahora resulta que esas "necesidades de producción" existían, pero no eran las de Ineco, sino las de su antecesor.

¿A qué viene el espeso silencio entre las dirigentes de la izquierda que dicen luchar contra la prostitución tras el lacrimógeno testimonio de 'doña Jésica' ante el Tribunal Supremo?

Lo siguiente que pone en la web de la empresa pública contratante es que tiene "55 años de experiencia" y cuenta con "6.000 profesionales". En realidad, la cifra va presidida por el signo + para que se entienda que quiere decir "más de 6.000".

Debió ser por 'doña Jésica'. Si se hubiera tomado más en serio sus pesquisas, Óscar Puente habría escuchado de nuevo a Koldo Leporello: "Sei mille e una... Sei mille e una". ¿A quién le va a importar que, en vez de pagar seis mil nóminas en Ineco, paguemos seis mil y una?.

Por eso hay tantas 'Jésicas' y 'Jésicos' en España. Si ya tenemos tres millones de funcionarios, nadie se va a dar cuenta si añadimos unos pocos miles de más. ¿Quién dijo 'motosierra'?

Es el "¡Natalico, colócanos a tós!", hecho carne trémula. Por sus costumbres y ademanes Ábalos nada hubiera tenido que envidiar a Natalio Rivas como cacique de la Restauración. Koldo se inventó que 'doña Jésica' era "simpatizante del PSOE", cuando bastaba que alguien muy importante en el PSOE "simpatizara" con ella.

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Desde que Carol Hanisch proclamara hace más de medio siglo que "lo personal es político", el feminismo ha tratado de arrebatar la careta de la privacidad a las relaciones de dominio, con más o menos fundamento. En España ese era el camino de la izquierda alternativa hasta que Sumar tropezó con Iñigo Errejón y Unidas Podemos con Juan Carlos Monedero.

Es verdad que ahora cunde el desconcierto y hemos llegado al punto en el que la 'reina de los biquiños' refuerza su empatía 'sororitaria', alegando que si ella que es vicepresidenta se topó una vez con un periodista que tuvo la osadía de decir que "estaba guapa", qué no les ocurrirá a todas las demás mujeres desprovistas de su protección institucional.

Afortunadamente, es muy tranquilizador -lo sabemos porque Ione Belarra e Irene Montero se han apresurado a proclamarlo- que las sedes violetas sean ya "espacios seguros" en los que refugiarse. Y que gracias a la "ley del sólo sí es sí" y de la consecuente condena a Rubiales como agresor sexual, ninguna eurodiputada o militante de base tenga que volver a enfrentarse inerme a un "viejo verde que te arrincona, se mete en tu espacio, te toca, te toquetea, primero en el hombro y va bajando...", por muy fundador del partido que sea.

¿A qué viene entonces este espeso silencio entre las dirigentes de la izquierda que dicen luchar contra la prostitución y quienes la fomentan, tras el lacrimógeno testimonio de 'doña Jésica' ante el Tribunal Supremo? Es verdad que tampoco prestaron mucha atención a las andanzas del tito Berni y que ni siquiera arquearon la ceja cuando en este propio sumario apareció en autos el reproche del secretario general de Puertos: "Koldo, eres un degenerado, macho, siempre me pillas cuando estoy con tías".

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Esta semana se ha hablado mucho de la quita parcial de la deuda, generalizándola a todas las Comunidades Autónomas, para favorecer a Cataluña. Y hay un punto de justicia poética en que a la muy feminista María Jesús Montero le toque investigar ahora lo que ocurrió cuando 'doña Jésica' pasó de Ineco a Tragsatec.

Se trata de otra empresa pública de ingeniería que depende no de Transportes sino de Hacienda por formar parte de la SEPI. Y se da la circunstancia de que el actual presidente de Tragsatec tapó hace años la denuncia por acoso de una empleada contra un alto cargo socialista en la órbita de Pepiño Blanco, zanjando el escándalo con 130.000 euros de dinero público.

¿Es esta una pauta de conducta que termina enlazando aquellos polvos con estos lodos que, como mínimo, ensucian también el rostro del propio jefe de Gabinete de la ministra, a través de los favores que por mediación de Koldo le prestó a Aldama?

La vicepresidenta primera, ministra de Hacienda y candidata a la Junta de Andalucía tiene pues materia para investigar. Y es coherente que lo haga ella porque para quita, la de 'doña Jésica'. Y no parcial sino completa.

¿Qué otra cosa hizo el excelentísimo señor ministro sino quitarla del catálogo?

La mentalidad carpetovetónica de fraile redentorista equipara a Ábalos con el literato Francisco Cascales, íntimo de Lope de Vega, cuando hace quinientos años, escribió en una de sus Cartas Filológicas que "conviene dar Estado a la mujer y quitarla de las ocasiones, no sólo de vecinos conocidos sino hasta de la comunicación con los parientes".

'Doña Jésica' no llegó a decir al juez que Ábalos le hubiera prometido darle el estado matrimonial, pero sí "un futuro juntos". Como al cabo de un año eso no se materializó, decidieron que "cada cual hiciese su vida". O sea, que cada cual volviera a su 'aria del catálogo'.

Para Ábalos, quitar a 'doña Jésica' del catálogo era quitarla de las ocasiones ajenas. Que para algo estaba él, allí, en Ferraz a un salto de mata. A lo mejor, tirando del ovillo y con un poco de suerte, la vicepresidenta Montero contribuye, junto al ministro Puente y a la propia UCO -si alguien no la ha narcotizado-, a que el juez instructor logre averiguar cuánto nos costó esa quita a todos los españoles.

Eso debería incluir el actual patrimonio de 'doña Jésica' porque, como venimos explicando desde hace unos días, cuando el dinero cambia de bolsillo es que a unos se les da y a otros se nos quita.