“The nearer your destination the more you’re slip-slidin’ away”, Paul Simon.

Hace ya un año alertábamos de la inaceptable complacencia con unos datos que reflejaban el horizonte de ralentización severa que ya hoy es evidente.

La lista de los indicadores adelantados del Ministerio de Economía publicada el 24 de abril es muy preocupante. La mayoría de los indicadores más relevantes llevan en negativo dos trimestres. El consumo de energía eléctrica (-4,5), indicadores de confianza industrial (-2,2), producción industrial de construcción (-4,7), matriculación de automóviles (-4,3), confianza del consumidor (-2,0), financiación del sector privado (-0,3) son algunos de ellos y su evolución es negativa desde hace varios meses. El último dato de producción industrial mostraba en febrero una nueva caída del 1,1% con todos los sectores en negativo, tras un rebote técnico de enero (3,6%) que no compensaba ni de lejos un desplome alarmante en noviembre (-2,6%) y diciembre (-5,5%).

Ante estos datos, el más grave error y del que llevamos alertando años es el de caer en la autocomplacencia. “Creceremos más que la media de la Unión Europea” ni significa nada ni siquiera es cierto (luego, con las políticas equivocadas, caemos más). Con tres de las mayores economías en estancamiento o recesión es como ir a casa con las notas del colegio y decir que has suspendido menos que tus compañeros de deficiente. ¿Por qué? Porque no nos lo podemos permitir con empresas más frágiles y vulnerables que nuestros socios europeos y con mucho más paro.

Pues bien, imaginen por un momento que estos datos que les voy a dar se publican en una EPA (encuesta de población activa) de cualquier país de nuestro entorno y que alguien dice que son “buenos”.

El número de parados aumenta en 49.900 personas respecto al trimestre anterior, la mayor subida de paro en un primer trimestre del año desde 2013. Aumenta el paro femenino (53.600 paradas más). En el grupo de edad de entre 25 a 54 años, sube el paro en 48.600 personas.

El número de ocupados cae en 93.400 personas respecto al trimestre anterior. 39.400 mujeres menos con empleo. Por grupos de edad, el empleo cae especialmente entre 20 y 24 años, 41.500 empleos menos, entre 40 y 44 años, 48.400 empleos menos.

El impacto de la subida de impuestos

La destrucción de empleo se produce toda en el sector privado, con mínima creación de empleo público. La destrucción de empleo es especialmente fuerte en Servicios (109.200 empleos menos), el principal sector de la economía española.

¿Suben los contratos indefinidos? Bajan a tiempo completo. El empleo a tiempo completo disminuye este trimestre en 99.400 personas.

¿Mejora la ocupación? La población activa cae en 43.500 personas. La tasa de actividad cae casi 3 décimas.

Negar el impacto de la enorme subida de impuestos al trabajo de enero en el empleo es simplemente faltar a la realidad.

Ante estos datos ¿cómo se puede decir que son excelentes? Porque nos hablan de crecimiento interanual, para recoger mejora de empleo y caída de paro de meses anteriores: casi toda la creación de empleo interanual y casi toda la reducción de paro interanual se producen en el primero de los cuatro trimestres sumados. Es como mirar por el retrovisor y ver la autopista despejada cuando tienes enfrente el precipicio.

Midamos, por lo tanto, la desaceleración, que recoge la variación trimestral:

- Segundo trimestre 2018: +469.900 empleos

- Tercer trimestre 2018: +183.900 empleos

- Cuarto trimestre 2018: +36.600 empleos

- Primer trimestre de 2019 -93.500 empleos

El número de personas que entran en desempleo supera al de personas que salen del desempleo, y el número de personas que entran en actividad es menor a los que salen de la misma. Deterioro evidente con respecto al primer trimestre de 2018. Entran en actividad 19.800 personas más que en el mismo periodo de 2018, pero -ojo- salen 48.300 más que en el trimestre comparable.

En términos desestacionalizados, el análisis del dato de paro es igualmente preocupante por eso. A un decepcionante dato del primer trimestre de 2018 se une una clara desaceleración en el primer trimestre de 2019 (de -3,09 a -2,9) Ojo que la tasa de actividad y la población activa cae (no porque se vayan de fiesta). Que en el último año uno de cada cinco empleos venga de la campaña de aumento de empleo público no nos debería suponer una alegría.

- La tasa de paro crece hasta el 14,7%

- El número de parados sube en 49.900

- La incorporación de trabajadores al mercado laboral está en mínimos de 2010

Si a usted le parecen buenos estos datos es que a) no mira al resto del mundo b) no analiza tendencias o c) los datos de los primeros trimestres de 2014, 15, 16, 17 y 18 le parecían maravillosos. Sin embargo, la amplia mayoría de los que dicen que esta EPA es una fiesta decían lo contrario antes.

Desaceleración de la eurozona

¿Y por qué nos debe preocupar más? Porque en el primer trimestre de 2018 las expectativas de subidas de tipos y normalización de la política del BCE eran la norma, mientras que estos muy pobres datos se dan en medio de euforia sobre más inyecciones de liquidez y tipos bajos durante al menos un año más. Pero, sobre todo, porque la evidencia de contratación, caída de los empleos a tiempo completo, femenino y juvenil, añadido a los indicadores de confianza industrial y del consumidor, no pueden verse nada más que con preocupación ante la imposición de más escollos a la contratación tras las subidas de impuestos al trabajo de enero, y la desaceleración muy clara de la eurozona.

España siempre entra en las crisis más tarde y de manera más abrupta por la equivocada política del avestruz de pensar que nada nos afecta y que ya pasará. Y, mucho peor, por la tendencia nefasta a negar las desaceleraciones y afrontarlas de manera equivocada, convirtiendo una ralentización en una crisis peor que las de nuestros países comparables.

No es cuestión de “dar confianza”. La confianza no se da negando la evidencia. En el mundo de la comunicación económica española, se tiende a pensar que el silencio ante los problemas es una buena táctica, que si pones cara de alegría y niegas los riesgos se fortalece la confianza. Eso, hoy, lo dicen los mismos que se han pasado años diciendo que íbamos al desastre.

Negar la evidencia genera lo contrario a confianza. El primer ministro chino, ayer, alertaba del claro riesgo de ralentización y anunciaba nuevas bajadas de impuestos tras la histórica bajada de enero. Macron hacía lo mismo. ¿Estaban siendo irresponsables o minando la confianza? No.

La confianza se gana, como hicimos en el pasado, con transparencia, jamás negando los riesgos.