Cuando comentamos en EL ESPAÑOL los datos del paro de agosto, muchos criticaron que la desaceleración era temporal y estacional, a pesar de que los datos desestacionalizados mostraban el evidente empeoramiento.

Tras los pobres datos de julio y agosto, el paro registrado sube en 20.441 personas. Por lo tanto, no se revierte la tendencia de agosto, sino que se confirma.

La afiliación aumenta en septiembre en 22.899 personas, un 2,87% anualizado lo que supone una caída relevante con respecto al pasado año, cuando la variación anualizada era superior al 3,4%. La variación anual se desacelera por tercer mes consecutivo.

La contratación vuelve a caer, un 2% en variación anual. Mientras la contratación indefinida mantiene crecimientos de dos dígitos, interanual del 20,8%, la contratación temporal cae un 4,5%.

Cuando Sánchez llegó al gobierno el número de parados era de 3.161.000 personas. Hoy es de 3.202.000. Los factores pueden ser diferentes, pero las amenazas a creadores de empleo y familias no solo no ayudan, sino que empeoran los datos, y la evidencia está en la ralentización en la contratación.

De nuevo, nos encontramos con unos datos ante los cuales no podemos caer en la complacencia. Que el paro aumente tradicionalmente en septiembre no evita que nos deba preocupar que siga cayendo la contratación y que la afiliación empeore.

Un gobierno responsable no puede enfrentarse a una desaceleración moderada aumentando los escollos a la contratación y los costes de crear empleo.

La tristemente famosa “guerra contra el diésel”, equivocada desde el punto de vista medioambiental y también de responsabilidad política, ya ha costado 35.000 empleos, según UGT.

Los “globos-sonda” de subidas de impuestos y cuotas a los autónomos han llevado a que ocho comunidades autónomas pierdan autónomos en septiembre y siete ganen, y que sea la Comunidad de Madrid donde se concentre el 75% del crecimiento de autónomos en septiembre, según ATA.

La amenaza constante con aumentar los costes al empleo se nota y además, de nuevo, no se puede achacar la debilidad de los datos a factores externos, cuando los países líderes de nuestro entorno que no se han dedicado a amenazar a empresas y familias siguen reduciendo el paro y creando empleo intensamente.

El gobierno no puede mantenerse inactivo ante la realidad de la desaceleración. No podemos decir que los datos sean todos por culpa del gobierno, por supuesto, pero si debemos alertar sobre el enorme error de continuar cediendo ante las presiones de Podemos, cuyo objetivo no es el crecimiento ni el empleo, sino el control, aunque no funcione.

El gobierno sabe que lanzando constantes amenazas a empresas y familias no contribuye a generar un clima favorable a la inversión y al empleo. El gobierno sabe, además, que sus anuncios no le van ayudar a ganar las elecciones.

Es muy sencillo, que convoquen elecciones y se presenten con el programa de subidas de impuestos con el que nos amenazan desde un acuerdo parlamentario débil. A ver si las ganan.

Si el gobierno cree que sus anuncios de enormes impuestos y condonaciones de deuda a la Generalitat y otros favores son las medidas que quieren los españoles, que anuncie elecciones y se presente con estas mismas propuestas, una por una. A ver qué tal sale la realidad comparada con la ficción de las encuestas cocinadas. A ver cuántos autónomos,
pequeños empresarios, asalariados, familias, conductores de vehículos, propietarios de vivienda y ahorradores les votan poniendo negro sobre blanco esa batería de impuestos que
han anunciado sin refrendo alguno en las urnas.

Estoy convencido de que la ministra de Trabajo desea, como yo, que los datos del paro mejoren de manera inequívoca. Estoy convencido de que escuchará a los creadores de empleo. No estoy tan convencido de que sus socios de moción de censura le permitan apoyar la creación de empleo, porque el populismo no quiere que el paro baje, sino crear clientes rehenes.

Ese es el drama de un gobierno en minoría absoluta. Que un partido que ha gobernado España durante 22 años, en vez de buscar el centro, se vea abocado a radicalizarse para contentar a algunos partidos que ni se van a contentar, ni tienen como objetivo que España prospere, y que, cuando se vuelva a destruir empleo, culparán a todos menos a los anuncios, globos sonda y amenazas.

España no está condenada a tener un paro elevado. España es el único país del mundo occidental con una media de desempleo del 17% desde finales de los años setenta. No es porque seamos peores, sino porque ponemos constantes escollos a la inversión, el crecimiento empresarial y el empleo pensando que “no importa”. Caer en las manos del intervencionismo extremo de Podemos no es el camino para tener el desempleo de Alemania o Reino Unido. Es el camino para el desastre.

La responsabilidad de blanquear e implementar políticas devastadoras para el empleo sí se le va a achacar al gobierno. Porque la tiene.