Israel inicia su ofensiva final sobre Ciudad de Gaza.

Oriente Próximo

Israel obliga a salir de la capital de Gaza a medio millón de palestinos para combatir a 3.000 milicianos de Hamás

El Gobierno israelí anunció este martes el inicio de una nueva ocupación de Gaza City con los mismos objetivos que las veces anteriores: acabar con Hamás y liberar a los rehenes. Para ello, piden a todos los civiles que abandonen la ciudad sin ofrecerles alternativas.

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"Si Hamás no devuelve a los rehenes, la Franja será destruida". De esta manera se dirigió este martes el ministro de Defensa, Israel Katz, a los comandantes de la 162ª División de las FDI, que opera en estos momentos en la ciudad de Gaza.

Son palabras duras y como mínimo torpes el mismo día que una agencia de la ONU ha estimado que Israel está cometiendo genocidio en su operación contra Hamás. La destrucción de un territorio es imposible sin la destrucción o la evacuación forzosa de sus habitantes.

Esa es una de las claves de la operación Carros de Gideón 2, llamada así porque se supone que es la continuación de la operación Carros de Gideón original, la anunciada en el mes de mayo de este mismo año y que condujo este verano a una terrible hambruna en toda la Franja al limitar el Gobierno de Netanyahu la entrada de agua y de alimentos.

Israel pretende que la ciudad quede vacía para así poder operar con mayor seguridad y acabar, según sus propias estimaciones, con los "2.000 o 3.000 milicianos" que aún quedan de la organización terrorista Hamás.

Para ello, ha ordenado al resto de la población, en torno al medio millón de civiles que habitan una ciudad derruida y arrasada, la mayoría viviendo entre ruinas o en chamizos con todas sus pertenencias en carros o coches, que se traslade al sur, sin especificar adónde.

Por supuesto, no es la primera ni la segunda vez que esto sucede. La ciudad de Gaza ha sido ocupada y desocupada varias veces a lo largo de estos casi dos años de conflicto, con las correspondientes peregrinaciones y campamentos improvisados.

Los problemas con los rehenes

De hecho, la primera vez que las FDI entraron en Ciudad de Gaza fue en noviembre de 2023, cuando, según declaraciones del entonces ministro de Defensa, Yoav Gallant, las tropas israelíes habrían "llegado al corazón de la ciudad".

El objetivo, entonces, al igual que ahora, era acabar con Hamás y liberar a los rehenes. Dos años después, estamos en las mismas, es decir, con objetivos poco claros y planes demasiado genéricos. Si la cuestión es "acabar con Hamás", lo cierto es que Israel ha estado más cerca de conseguirlo cuando lo ha intentado con ataques casi personalizados, tanto en Gaza… como en Líbano, Damasco, Teherán o, recientemente, Doha.

Si se trata de "liberar a los rehenes", ocupar y desocupar Ciudad de Gaza no parece estar funcionando demasiado bien. Como dijo recientemente el ex primer ministro Yair Lapid: "Hemos ocupado varias veces Jan Yunís y otros enclaves, todo para permitir que Hamás vuelva en cuanto nos vamos".

En estos dos años, las FDI apenas han rescatado a una decena de secuestrados con vida. El resto ha conseguido volver a casa gracias a los dos altos el fuego que consiguió cerrar la Administración Biden: el primero, coincidiendo con la citada incursión en Ciudad de Gaza, y el segundo justo antes de entregar el bastón de mando a Donald Trump, quien, por supuesto, se arrogó todo el mérito.

Tal vez por los pocos frutos de estas incursiones repetitivas, el jefe militar de las FDI, el teniente general Eyal Zamir, ha insistido en varias ocasiones en la necesidad de llegar a un acuerdo con Hamás para lograr la liberación total de los cautivos.

Sea por lo imbricado de la red de túneles que recorre la Franja, sea por la poca definición de estas operaciones, el caso es que en un territorio muy limitado —la mitad, para hacerse una idea, del municipio de Antequera— y con unas consecuencias brutales para la población palestina, el sufrimiento de los rehenes apenas se ha visto aliviado.

Un país dividido en dos

Hay que insistir en la división total que existe ahora mismo entre la ciudadanía israelí. Una división que viene de lejos y que ya obligó a repetir cuatro veces los comicios legislativos en poco más de dos años antes de que Benjamin Netanyahu y el Likud decidieran pactar con los extremistas de Sionismo Religioso.

Esa división también existe respecto a la solución en Gaza y a la actitud del Gobierno a la hora de afrontar la liberación de los rehenes.

Tanto la oposición como medios tan prestigiosos como el diario Haaretz han insinuado en más de una ocasión que la continuación de la guerra solo responde a la necesidad de Netanyahu de continuar en el poder ante la avalancha de casos judiciales que se le avecina. Los familiares de los rehenes también se han mostrado contrarios al uso de la fuerza por el riesgo que esa solución hace correr a sus seres queridos.

Es obvio que el primer responsable de esta situación es la banda terrorista Hamás, autora junto a la Yihad Islámica de la masacre inenarrable del 7 de octubre de 2023. Pero no se puede negar la falta de cintura negociadora del Gobierno israelí.

El último ejemplo lo vimos la semana pasada, cuando las FDI atacaron en Catar a la delegación palestina que estaba estudiando la propuesta de paz de Estados Unidos ante el evidente enfado de Trump.

Lo previsible es que la operación Carros de Gideón 2 acabe como todas las anteriores, es decir, con más destrucción, más víctimas civiles y un buen número de terroristas y de soldados israelíes muertos en los enfrentamientos. Luego llegará el correspondiente anuncio de que hay que seguir bajando hacia el sur, rumbo a Jan Yunís o a Rafah. Junto a ellos, claro está, el conjunto de civiles que se verá obligado a dar vueltas y vueltas buscando un sitio seguro que difícilmente encontrarán.