Un periódico iraní con una foto de portada del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el enviado estadounidense para Oriente Medio, Steve Witkoff, es visto en Teherán, Irán, 11 de mayo de 2025.

Un periódico iraní con una foto de portada del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el enviado estadounidense para Oriente Medio, Steve Witkoff, es visto en Teherán, Irán, 11 de mayo de 2025. Majid Asgaripour Reuters

Oriente Próximo

El círculo de Trump le plantea seducir a Irán para que pase de villano a aliado de Israel y entre en los Acuerdos de Abraham

Tras el alto el fuego con Irán, la Casa Blanca ve a tiro la posibilidad de ampliar el pacto que sirvió para normalizar las relaciones del Estado hebreo con sus vecinos.

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La Casa Blanca se sume en la euforia. El enviado especial de Donald Trump, Steve Witkoff, dice que las negociaciones de Estados Unidos con Irán son "prometedoras". "Ya estamos hablando entre nosotros, no sólo directamente, sino también a través de intermediarios", declaró el martes, cuando sólo habían pasado tres días del ataque con misiles de crucero Tomahawk y bombas antibúnker de 13,6 toneladas sobre sus tres principales instalaciones nucleares.

"Creo que las conversaciones son prometedoras. Tenemos la esperanza de poder alcanzar un acuerdo de paz a largo plazo que resucite a Irán. Ahora nos toca sentarnos con los iraníes y llegar a un acuerdo de paz integral, y tengo mucha confianza en que lo vamos a lograr", insistió Witkoff en declaraciones a Fox News.

El chico para todo de Trump deslizó incluso la posibilidad de incorporar a la República Islámica a los Acuerdos de Abraham, que sirvieron para normalizar las relaciones diplomáticas de Israel con los Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Marruecos y Sudán en 2020.

Las declaraciones de ayer del líder supremo, Alí Jamenei, que presumió de haberle dado "una bofetada a Estados Unidos" con el ataque con misiles sobre la base aérea de Al Udeid, hacen pensar que —en caso de existir— el plan no tiene ni pies ni cabeza. "No sucederá, siempre y cuando la República Islámica mantenga el mismo régimen y las mismas élites políticas", explica el analista Alexandre Kateb en conversación con EL ESPAÑOL.

"Creemos que vamos a tener algunos anuncios bastante importantes sobre países que ahora se están incorporando a los Acuerdos de Abraham, y esperamos una normalización con una serie de países que tal vez nadie habría imaginado que participarían", aseguró sin embargo Witkoff, cuyas declaraciones no mencionaron expresamente a Irán, pero sí apuntaron hacia Arabia Saudí o la nueva Siria de Ahmed al-Sharaa. "Así que estamos entusiasmados con esa posibilidad. Eso también será un factor de estabilidad en Oriente Medio".

La inclusión de Riad en los Acuerdos de Abraham parecía cercana, pero la respuesta militar israelí en Gaza a los atentados de Hamás del 7 de octubre cerró una ventana de oportunidad que la Administración de Joe Biden intentó aprovechar, sin éxito.

El futuro de Gaza, en el centro

En esta línea, según adelantó ayer el diario Israel Hayom, Trump acordó con Netanyahu —a través de una conversación telefónica salpicada por la euforia en la que participaron tanto el secretario de Estado, Marco Rubio, como el ministro israelí de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer— negociar la ampliación de los acuerdos que acercaron las agendas de Israel y del mundo árabe.

El primer paso es detener la guerra en Gaza en el plazo de dos semanas. Una vez finalizada la ofensiva en el enclave palestino, que se ha cobrado la vida de más de 56.000 personas, según el recuento de las autoridades sanitarias locales, Israel permitirá que cuatro países árabes —entre los que figuran los Emiratos Árabes Unidos y Egipto— gobiernen de manera conjunta una Franja sin trazas —o eso desean— de Hamás.

Siempre según Israel Hayom, los líderes del grupo islamista palestino tomarían el camino del exilio, previa liberación de los 50 rehenes que siguen cautivos en Gaza. El diario conservador añade que, según los términos del acuerdo entre Trump y Netanyahu, los gazatíes que deseen abandonar la Franja serán acogidos en varios países de la región.

Esta fórmula eximiría a Netanyahu de reconocer la viabilidad de la solución de dos Estados. Una cláusula que, de acuerdo con el rotativo, condiciona a las reformas internas que acometa la Autoridad Nacional Palestina de Mahmud Abbas. En cambio, Estados Unidos pasaría a reconocer la soberanía israelí en algunas partes de Cisjordania.

Trump habla mientras Netanyahu saluda tras una reunión en la Casa Blanca, el 7 de abril de 2025.

Trump habla mientras Netanyahu saluda tras una reunión en la Casa Blanca, el 7 de abril de 2025. Kevin Mohatt Reuters

A expensas del programa nuclear

¿Y qué sucede con Irán? En el pódcast The Rest is Politics US, Anthony Scaramucci, antiguo director de comunicaciones de Trump, comentó que el estado de ánimo que se respira estos días en la Casa Blanca es de euforia.

"A ver si podemos llevarlos [a los iraníes] a los Acuerdos de Abraham, si los saudíes pueden normalizarse con ellos y los saudíes pueden normalizarse con Israel, ¿hay suficiente conexión para que toda la región se calme?". Ese es, dice Scaramucci, el razonamiento del entorno más próximo a Trump.

El optimismo sigue presente en el Despacho Oval, a pesar de que las dudas sobre el alcance de la operación denominada Martillo de Medianoche se acumulan. Según adelantó ayer el Financial Times, los servicios de inteligencia europeos —que aseguran no haber recibido información por parte de Estados Unidos— estiman que el arsenal iraní de uranio enriquecido permanece, en buena medida, intacto.

Sus informes iniciales constatan, en efecto, "daños extensos", especialmente en la instalación de Fodo, la joya de la corona del programa nuclear iraní, construida en las profundidades de una montaña, "pero no una destrucción estructural total" como presumen desde Washington.

Del mismo modo que Pete Hegseth, Tulsi Gabbard y otras voces de la Administración estadounidense, Witkoff tildó de "absurdo" el informe preliminar del servicio de inteligencia del Pentágono que, lejos de confirmar que la ofensiva estadounidense destruyó el programa nuclear iraní, consideró que sólo lo había retrasado varios meses.

"Los informes que andan circulando y que de alguna manera sugieren que no logramos el objetivo son completamente absurdos", replicó Witkoff. "Todas las diferentes fuentes por las que se podría llegar a un arma han sido erradicadas".

"En primer lugar, el OIEA piensa exactamente lo contrario, los israelíes piensan lo contrario, nuestra CIA piensa lo contrario, así que es simplemente absurdo. Los israelíes causaron mucho daño antes de que nosotros interviniéramos, y cuando lo hicimos, básicamente aportamos mucha certeza sobre la erradicación de su capacidad para enriquecer y militarizar", insistió el enviado especial de Trump, que habla, dice, "varias veces al día, todos los días" con el director general del OIEA, Rafael Grossi.

Un Grossi que considera que el programa nuclear iraní había sufrido "enormes daños", pero nada parecido a una destrucción total como señalan Trump y su séquito.

Negociación imposible

En abril, Trump encomendó a Witkoff la misión delicada de encabezar la delegación encargada de negociar con Irán el contenido de un nuevo acuerdo nuclear. Después de varias rondas de diálogo, Washington y Teherán se dieron cita en Ginebra el pasado domingo 15 de junio para abonar las negociaciones.

Dos días antes del encuentro, sin embargo, Israel lanzó —con el conocimiento de Trump, pero sin su visto bueno, según confesó ayer el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich— la operación denominada León Creciente.

"Parte de la preparación para una operación así era también generar sorpresa", apuntó Smotrich en una entrevista con el diario israelí Makor Rishon. "Todos sabían que si no había acuerdo, habría un ataque. La cuestión táctica era cuándo y qué atacar. Los iraníes estaban seguros de que atacaríamos el programa nuclear. No soñaban que atacaríamos a sus tres jefes de Estado Mayor, ni a sus científicos, ni que haríamos muchas de las cosas que hicimos", presumió el líder de la facción más radical del Gobierno de Netanyahu.

El miércoles, Witkoff volvió a trazar las líneas rojas en las negociaciones con Irán, que no son otras que permitir el enriquecimiento de uranio y la militarización. Otra de las condiciones innegociables para Estados Unidos —y para el resto de la comunidad internacional— es el mantenimiento de las inspecciones del organismo de control de Naciones Unidas.

"La AIEA, bajo Rafael Grossi, está llevando a cabo esa observación actualmente, y podría ser complementada por nosotros. Pero lo que realmente queremos es que todos entiendan que esto es mejor para la región", declaró Witkoff en la CNBC. El martes, sin embargo, el Parlamento iraní aprobó un proyecto de ley para suspender toda colaboración con la AIEA. Incluidas las inspecciones.

"Ahora, la cuestión será: ‘¿Cómo reconstruimos un mejor programa nuclear civil para ustedes que no permita enriquecimiento?’ Muy similar al programa sin enriquecimiento que existe hoy en los Emiratos Árabes Unidos y que muchos otros países operan", expresó el enviado especial de Trump, que considera que "no se necesita enriquecimiento para operar un programa de energía nuclear".

Irán garantiza, de todos modos, que su programa nuclear es de uso civil y, por tanto, pacífico. En 2003, el ayatolá Jamenei emitió una fatua en contra del desarrollo de armas nucleares —haram, según los preceptos islámicos—. Los países occidentales, sin embargo, no terminan de fiarse. Los niveles de enriquecimiento de uranio son, cuando menos, sospechosos.

¿Habrá acuerdo? Kateb se inclina a decir que no, "pero si hay un acuerdo sería uno que permitiera tanto a Trump como a Jamenei salvar la cara mientras mantienen a raya a Netanyahu y a los halcones que le rodean".

"Cualquier acuerdo, algún tipo de JCPOA con esteroides para complacer a Trump sería una cortina de humo —subraya el analista—, pero, por supuesto, esto también dependerá del nivel percibido de vulnerabilidad interna y el riesgo de implosión de la República Islámica dentro de Irán por su actual liderazgo, que no es otro que los clérigos y la Guardia Revolucionaria, su guardia pretoriana".