Un grupo de palestinos rodean el cuerpo de un joven fallecido por los bombardeos israelíes al sur de la Franja de Gaza.

Un grupo de palestinos rodean el cuerpo de un joven fallecido por los bombardeos israelíes al sur de la Franja de Gaza. Reuters

Oriente Próximo

Israel se reafirma en la ocupación terrestre de Rafah: "La alternativa sólo existe en Hollywood"

EEUU continúa presionando a Netanyahu para que abandone la idea de invadir Rafah y pone como reclamo un acuerdo de reconocimiento diplomático con Arabia Saudí.

20 marzo, 2024 02:22

Por sexta vez desde la masacre del 7 de octubre de 2023, el secretario de Estado, Antony Blinken, visita estos días Oriente Medio para buscar la manera de llegar a un acuerdo que garantice un alto el fuego y acelere así la llegada de ayuda humanitaria a Gaza. Hasta 210.000 civiles, según el secretario general de la ONU, António Guterres, estarían ahora mismo en riesgo de hambruna en el norte de la Franja. La organización aseguró este martes que estamos ante la mayor alerta alimenticia vista nunca en ningún lugar del mundo por causas no naturales.

El pasado viernes, fuentes fiables de la negociación que se está llevando a cabo en Doha entre Estados Unidos, Egipto, Qatar, Israel y Hamás apuntaban al New York Times que la organización terrorista habría renunciado a la condición del alto el fuego inmediato y la consiguiente retirada de tropas para iniciar un intercambio de rehenes por prisioneros. La noticia era alentadora, pues invitaba a pensar en un avance, aunque no se cumplieran por completo las expectativas de paz de la comunidad internacional.

Sin embargo, no parece que ese sea el objetivo de Blinken. En su información a los medios, la Secretaría de Estado insiste en todo lo que no ha funcionado hasta ahora: no solo la exigencia de un alto el fuego inmediato, sino el inicio de las charlas para decidir el futuro de Gaza y la insistencia en la solución de los dos Estados. Nada de eso ha estado nunca en los planes de Israel y no parece que vaya a estarlo ahora.

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Netanyahu mandó una delegación a Qatar cuando supo del cambio de condiciones de Hamás, pero ni contempla un final pacífico del conflicto, ni un gobierno colegiado de la Franja, ni mucho menos un Estado palestino en el que se puedan colar terroristas o simpatizantes.

El "inevitable" ataque a Rafah

Todas las declaraciones recientes de los miembros del gobierno israelí van en ese sentido. Por ejemplo, Avi Dichter insistió este martes en la necesidad de atacar Rafah y acabar con todas las bases terroristas. Se puede argumentar, sobre todo después de la constatación de que Hamás se estaba rearmando en torno al Hospital Al Shifa en Gaza City, que el objetivo de aniquilación de los terroristas es iluso. De hecho, es lo que argumenta Estados Unidos. Sea como fuere, es lo que cree Israel y a lo que parece entregado.

Aunque en la actualidad Dichter ocupe un cargo menor en el gobierno de Netanyahu como ministro de Agricultura, lo cierto es que hablamos de un político de gran influencia, con una larga trayectoria en el Likud y que fue en su momento jefe del Shin Bet, el servicio de seguridad interior israelí.

Hablamos, por lo tanto, de una voz autorizada y experimentada, con influencia sobre el primer ministro. Sus palabras fueron contundentes y mandaban a la vez un mensaje a Estados Unidos: "La alternativa a la invasión terrestre solo existe en Hollywood".

[Biden dice que "nunca abandonará a Israel" pero que la amenaza de invadir Rafah es una "línea roja"]

La referencia a la meca de la industria cinematográfica norteamericana no es casual. Desde hace meses, Washington insiste en que el ataque sobre Rafah es una línea roja que Netanyahu no debe traspasar si quiere seguir contando con el apoyo militar estadounidense.

El campo de refugiados improvisado en Rafah.

El campo de refugiados improvisado en Rafah. Reuters

Comoquiera que Israel ha visto que dicho apoyo no menguaba tras la toma de Gaza City o Jan Yunis, operaciones también criticadas desde la Casa Blanca, es probable que piense que lo mismo va a suceder en Rafah, diga Biden lo que diga.

Arabia Saudí, reclamo diplomático

Prueba de que Israel nunca ha contemplado una marcha atrás en su plan de tomar Rafah y que solamente está esperando a que la presión internacional se relaje, es que Benjamin Netanyahu aprobó la semana pasada el plan de las FDI para invadir la ciudad fronteriza con Egipto.

Los detalles de dicho plan, obviamente, no han trascendido, pero, como dice el propio Dichter "es imposible destruir Rafah con ataques aéreos", lo que implica el uso de infantería, tanques y bulldozers, como ha sido habitual en el resto de la Franja.

Con todo, Blinken pretende jugar una baza a largo plazo para convencer a Netanyahu de la necesidad de reconsiderar sus planes. Para ello, ofrecerá al primer ministro un acuerdo de reconocimiento diplomático mutuo con Arabia Saudí que, en palabras del secretario de Estado, "garantizaría la seguridad en todo Oriente Medio" y no solo en el territorio palestino. No es la primera vez que la opción saudí sale a relucir y hasta ahora no se ha mostrado suficientemente atractiva para los líderes israelíes.

Tanto Netanyahu como el resto del gobierno saben que el problema no es Arabia Saudí. Por supuesto, sería un enorme paso adelante en la normalización del conflicto y por eso el acuerdo estaba ya casi cerrado antes del 7 de octubre. Dicho esto, el problema para la paz en Oriente Medio es Irán.

Son los ayatolás los que están enfrentados a Arabia Saudí, los que luchan por imponer su visión del islam en la región y los que patrocinan con dinero y armas a los grupos terroristas de Hamás y Hezbolá que hacen peligrar la seguridad de Israel.

El plan de EEUU

En definitiva, si el acuerdo con Arabia Saudí implica renunciar a una zona de seguridad en la frontera con Gaza, cerrar en falso la operación militar contra Hamás y aceptar un Estado palestino sin un líder claro, el gobierno de Netanyahu no está dispuesto a cerrarlo. Tal vez por eso la administración Biden lleva días pidiendo un relevo en forma de nuevas elecciones.

El plan que tiene Estados Unidos para Oriente Medio no coincide en nada con el que tiene Netanyahu. El problema es que, obviamente, tampoco coincide con el de Hamás e Irán. Quizá ese fuera, en definitiva, el mensaje de Dichter: una cosa son los guiones y otra es la realidad. Esta última es testadura y no admite giros a voluntad de las partes.

En ese sentido, sin una garantía absoluta de que Hamás y Hezbolá dejen de ser una amenaza para la seguridad israelí, es casi imposible pensar que Tel Aviv se arriesgue a aceptar una negociación para crear un Estado palestino.

Puede que Netanyahu, como Putin, esté jugándose la baza del triunfo republicano en las próximas elecciones de noviembre, pero Trump es una moneda al aire. El GOP (Partido Republicano) ha cerrado filas estos días en torno al actual gobierno israelí, pero solo por conveniencia política y para llevar la contraria a los demócratas.

Una vez metidos en una guerra con 32.000 muertos y ante una reconstrucción casi imposible, los líderes hebreos parecen convencidos de que lo mejor es seguir sin mirar atrás.

Acabar con Rafah como se acabó antes con tantas ciudades con resultados opinables. Aumentar el drama de los desplazados por simple vértigo ante el abismo del "qué hacemos después". Ni Hamás ha sido destruida, ni sus líderes han pagado por su atrocidad, ni los rehenes han vuelto a casa. Centrar el debate en esas cuestiones no beneficia a Netanyahu… y en el momento en el que se acabe el conflicto, no se hablará de otra cosa.