Putin evidencia su intención real de alcanzar la paz: Sólo deben darnos las tierras que ocupan... o se las quitaremos

Putin evidencia su intención real de alcanzar la paz: "Sólo deben darnos las tierras que ocupan... o se las quitaremos" Reuters

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Putin demuestra que no tiene intención real de lograr la paz: "Deben darnos las tierras que ocupan... o se las quitaremos"

En medio del escándalo por los consejos de Witkoff a altos cargos del Kremlin, volvió a mostrar una confianza ciega en su ejército a pesar de las evidencias.

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Las claves

Vladimir Putin condiciona la paz en Ucrania a la retirada de Kiev de territorios ocupados, advirtiendo que, de no hacerlo, Rusia los tomará por la fuerza.

El plan de paz estadounidense ha sido aceptado por Ucrania, pero Rusia lo ve solo como una base para negociación y mantiene exigencias inasumibles para Kiev.

El avance militar ruso en Ucrania sigue siendo lento y costoso, con cifras superiores al millón de soldados rusos muertos o heridos, mientras Ucrania mantiene la resistencia.

Las filtraciones sobre las conversaciones entre el enviado estadounidense Steve Witkoff y el Kremlin generan polémica en EE.UU., mostrando divisiones en el enfoque hacia la guerra.

En el fondo, acabar con una guerra es sencillo. Basta con que el agresor no la empiece o con que el agredido se rinda cuanto antes. Esta segunda opción, defendida en el caso de Rusia y Ucrania por gente tan alejada políticamente como Steve Bannon o Pablo Iglesias, es la que sigue contemplando como única solución de paz el presidente ruso Vladimir Putin.

En comparecencia pública desde el Kremlin, Putin valoró el plan de paz de Estados Unidos como "una base desde la que ir puliendo ciertos aspectos"y declinó hacer comentarios sobre el escándalo de las conversaciones de Steve Witkoff con el negociador ruso Yuri Ushakov.

Dichas conversaciones, publicadas el martes por el portal Bloomberg, dejan claro el tremendo interés de Witkoff por que Rusia se salga con la suya en este conflicto, algo que, por otro lado, a nadie tendría que cogerle por sorpresa.

Witkoff, de origen ruso, ni siquiera fue nombrado en un principio para mediar en la guerra de Ucrania, sino que debutó en la Administración Trump como enviado a Oriente Próximo, donde consiguió su primer éxito: el anuncio de alto el fuego entre Hamás e Israel del 18 de enero de 2025, dos días antes de la investidura del nuevo presidente estadounidense.

Su rol llegó como consecuencia del veto del Kremlin al general Keith Kellogg y a sus fantásticas relaciones con Putin y su entorno.

Los consejos de Witkoff a Ushakov no solo han causado indignación en Ucrania, sino en determinados sectores del Partido Republicano, donde sigue habiendo muchísimos congresistas contrarios al sometimiento a Rusia.

El presidente ruso, Vladimir Putin, y el enviado especial de la Casa Blanca, Steve Witkoff, el pasado 6 de agosto en Moscú.

El presidente ruso, Vladimir Putin, y el enviado especial de la Casa Blanca, Steve Witkoff, el pasado 6 de agosto en Moscú. Reuters

Por ejemplo, el exmilitar Donald Bacon, actual miembro de la Cámara de Representantes, escribió en X un contundente post: "¿Qué haría un espía ruso a sueldo del Kremlin que no haya hecho él?". No hay que olvidar que, de hecho, en una de las primeras reuniones con Putin, el pasado mes de mayo, el Kremlin ya le "coló" a un espía como intérprete.

Más de un millón de rusos heridos o muertos

En cualquier caso, la culpa no es de Witkoff, que no deja de ser un empresario inmobiliario sin experiencia diplomática alguna, sino el que se empeña en ponerle ahí.

Tras conocerse las filtraciones, Donald Trump no quiso poner ni un "pero" a la actuación de su enviado especial; al contrario, aseguró que estará la semana próxima en Moscú para reunirse, una vez más, con Putin.

La reunión con Zelenski correrá a cargo de Dan Driscoll, Secretario del Ejército estadounidense, y amigo personal del vicepresidente J.D. Vance.

Los términos de Putin para una "paz" quedaron claros en su comparecencia: Ucrania debe retirarse de los territorios que ahora mismo ocupa. Aunque no especificó, hay que entender que Putin se refiere a los situados en Donetsk, fortificaciones de las que depende la seguridad de Ucrania Oriental. El núcleo Sloviansk-Kramatorsk no está mucho más cerca para los rusos ahora de lo que lo estaba hace cuatro años. Es inconcebible que Kiev acepte rendir esas plazas porque sí.

Sin embargo, Putin está convencido de que no hará falta la voluntad ucraniana para conseguir su objetivo. Por eso no tiene prisa alguna para llegar a ningún acuerdo.

El presidente ruso, Vladimir Putin, durante la rueda de prensa de este jueves.

El presidente ruso, Vladimir Putin, durante la rueda de prensa de este jueves. Reuters

Pese a haber perdido más de cien mil hombres entre muertos y heridos solo en el último año -se calcula que en total ya van más de un millón, según estimaciones del Ministerio de Defensa británico-, el autócrata sigue empeñado en que su ejército acabará prevaleciendo… tal vez porque sus subordinados no le están dando la información real de lo que pasa en el terreno.

Kupiansk, como ejemplo de la lentitud rusa

Esa falta de información, probablemente para contentar al líder, un vicio muy soviético, llevó a Putin a asegurar categóricamente que, si Ucrania no rendía esas tierras, "se las quitarían por la fuerza".

Son, casi exactamente, las palabras que utilizó Donald Trump en FOX News para defender las cesiones que exigía a Ucrania en su primer plan de paz. La diferencia es que, si Putin está convencido de que va a conseguir igualmente su objetivo, incluso de que puede ir más allá, ¿por qué va a ceder nada a cambio?

Ahora bien, la realidad está lejos de como la pinta el líder ruso. Sus hombres han conseguido avanzar un 1% del territorio ucraniano en 2025. En total, incluyendo Crimea, sería un 19% del país vecino… aunque aproximadamente un 88% del Donbás, territorio del que ya controlaba algo menos de la mitad antes de febrero de 2022.

En otras palabras, el avance es lento. Muy lento, en ocasiones. Y, sí, podría haber un colapso de las defensas ucranianas, pero la propaganda rusa lleva cuatro años soñando con ese colapso y no llega nunca, como no llegan las protestas de ciudadanos muertos de frío pidiendo una rendición a cualquier precio.

Militares ucranianos se preparan para disparar contra las tropas rusas en una posición en la línea del frente cerca de la ciudad de Pokrovsk.

Militares ucranianos se preparan para disparar contra las tropas rusas en una posición en la línea del frente cerca de la ciudad de Pokrovsk. Reuters

Ucrania resiste y resiste razonablemente bien. De hecho, conforme vaya avanzando la guerra y las construcciones defensivas sean más sólidas, los avances se harán más esporádicos y a un precio de vidas incalculable. Putin puso como ejemplo de la eficacia de su ejército la captura de la ciudad de Kupiansk, en el oblast de Járkov, pero es complicado entender esa conquista como un éxito: Rusia ha tardado un año desde el cruce del río Oskil en hacerse con un control no completo de la ciudad.

¿Un nuevo Bakhmut?

No es que la toma de Kupiansk, que aún no es total pese a la insistencia del Kremlin, sea una cuestión menor, pero lo cierto es que Ucrania ha tenido tiempo a lo largo de este año para evacuar a todos los civiles y preparar nuevas posiciones de defensa que impidan el avance ruso hacia las citadas Sloviansk y Kramatorsk por el sur y la capital de Járkov por el norte.

A lo largo de estos cuatro años, Kupiansk ha sufrido desalojos constantes que parecían anticipar una conquista que no llegaba.

Su historia, como la de Bakhmut, la de Andriivka o la de Pokrovsk -también incompleta aún- es en realidad un resumen de todas las incapacidades del ejército invasor: avances lentos y previsibles, constantes pero con un precio en vidas y armas inmenso, y de escasa profundidad estratégica, pues lo que se encuentra es un montón de ruinas humeantes mientras que el enemigo sigue esperando unos kilómetros más adelante.

Para que Rusia pudiera ver una luz al final del camino militar haría falta algo distinto. Algo inesperado que pusiera en duda la capacidad de resistencia ucraniana. Algo parecido a lo que sucedió, a la inversa, en Járkov y luego en Jersón en el verano y el otoño de 2022. Un desequilibrio de fuerzas que, de momento, no se ve por ningún lado y que sería difícil verlo incluso si Estados Unidos cerrara el grifo de la venta de armas, algo que no va a hacer porque no deja de ser un enorme negocio del que se beneficia.

La importancia de las sanciones

Puede que Putin no sea consciente de ello, pero en su entorno sí deberían de serlo. Por eso, se conforman con que los Witkoff de turno consigan dividir a Occidente con sus propuestas y, así, ellos puedan ganar tiempo.

Habrá que ver si acaban doliendo más los avances terrestres de Rusia o las sanciones contra la venta de petróleo que ha impuesto la misma Administración que le baila el agua en todo lo demás.

Biden estaba convencido de que, de verse acorralado, Putin optaría por la vía nuclear. Trump entiende que el estrangulamiento económico llevará a los rusos a la mesa de negociación. Quien no parece importarle nada a nadie es Ucrania… y justo es Ucrania quien ha puesto los muertos en defensa de Occidente durante casi cuatro años. Algo de respeto, cuando menos, se ha ganado.