Europa

Ucrania cubre con redes anti-dron el Dombás: “Hay que sacar de allí a los civiles o enseñarles a derribar drones con un fusil”

Funcionan como una enorme telaraña donde los drones FPV rusos se quedan atrapados, y el Ejército de Zelenski las ha instalado en cientos de kilómetros de carreteras cercanas al frente de combate.

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Kramatorsk
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Cuando viajas por un país en guerra, no te puedes fiar ciegamente de las rutas que ofrece el navegador del teléfono móvil. Es necesario percatarse también de los desvíos que no marcan los mapas, y saber escrutar el tipo de check point que estás atravesando. Porque esos detalles te indican cómo de cerca estás de la zona de hostilidades.

Al menos lo indicaban antes; antes de que los vehículos aéreos no tripulados cambiaran la guerra de Ucrania para siempre. Hace meses que estos drones tomaron los cielos del Dombás, y ahora hay que atender a nuevas señales para saber si te estás acercando demasiado al frente de combate.

La señal más inequívoca es que la carretera por la que conduces esté cubierta por una especie de mosquitera gigante, hecha con redes anti-dron. Y la principal función de estas redes es detener los FPV (drones de visión en primera persona, por sus siglas en inglés) que el Ejército de Moscú lanza de manera indiscriminada contra los vehículos que circulan por el norte de Donetsk.

“Técnicamente están diseñadas para que el dron se quede atrapado en ellas, enredado”, explica Evgeny Varchenko, jefe del departamento de cooperación cívico-militar del 11º Cuerpo de Ejército de Ucrania.

Los soldados que están bajo la responsabilidad de Varchenko son los encargados de instalar estas barreras de protección en las vías que conducen al frente de combate del eje Lyman-Kostyantynivka. “Hemos cubierto ya más de 200 kilómetros de carreteras, y el trabajo continúa”, asegura.

Y para entender cómo es este trabajo –que se desarrolla esquivando el tráfico y los ataques aéreos rusos que no dan tregua ni un solo día–, lo mejor es acompañar durante una jornada a las unidades militares que llevan a cabo todo el proceso.

Casi invisibles

La visión que se tiene al acercarse a uno de estos equipos de trabajo es muy extraña: parece que los soldados están manipulando el aire, sin nada entre las manos. Pero esto tiene una explicación: las nuevas mallas que está instalando Ucrania son tan finas, que no se perciben bien de lejos.

Al llegar a su altura, todo cobra sentido, y lo que parecía aire se tiñe de verde: un grupo de hombres carga enormes rollos de malla –hecha con un finísimo plástico de este color– que van depositando a ambos lados de la carretera. Varios soldados más empiezan a desenrollarlos, y el resto eleva las redes varios metros sobre el suelo encaramados en grúas.

Hay unas cien personas trabajando de manera coordinada. Y además de extender las redes de lado a lado de la carretera, hay que levantar postes de madera cada pocos metros, y tejer un esqueleto de cables de acero que funcione como soporte.

“La Administración regional nos ayuda con parte de los materiales”, reconoce Varchenko, que hace hincapié en que las redes también protegen a los vehículos civiles de la zona. Lo cierto es que los FPV rusos no discriminan, y los ataques contra medios de ONG, rescatistas e incluso ambulancias no dejan de crecer tanto en el Dombás, como en Jersón.

“Hemos visto que cuando el enemigo empieza a atacar un tramo concreto de carretera, lanza sus drones de igual manera contra el transporte civil y el militar; pero después de instalar estas redes los FPV no son efectivos, los rusos necesitan drones más grandes y ya sólo los lanzan contra equipo militar de gran tamaño”, dice el oficial.

Disuasorias

Varchenko insiste en que la sola presencia de estas redes tiene un efecto disuasorio en los pilotos de dron rusos: “Entienden que no podrán atacar su objetivo con precisión, y que lo más probable es que pierdan el vehículo sin lograr nada”, continúa detallando. “Desde que se empezaron a instalar en esta parte del Dombás –en verano de 2025– el número de ataques ha disminuido considerablemente”, añade.

Sin embargo, las redes anti-dron no son completamente eficaces y tampoco sirven para todo el territorio. “Éste es precisamente el peligro de los drones FPV, que no existe ningún mecanismo 100% efectivo para neutralizarlos”, subraya este oficial.

“Si hablamos de los drones que operan con señal de radio, el enemigo los modifica continuamente para eludir nuestros sistemas inhibidores de señal; y si hablamos de los FPV que operan con fibra óptica, actualmente la única contramedida es la fuerza bruta”, asevera.

“No se puede proteger con redes las áreas urbanas de las ciudades, y en estos momentos sólo hay dos opciones: o se evacua a todos los civiles del Dombás, o les ponemos un arma de caza en las manos a cada uno de ellos y les enseñamos a derribar drones”, subraya con rotundidad.

El problema es que hay 198.500 civiles viviendo en la parte del Dombás que aún está bajo el control de Ucrania, y más de 15.000 están en zonas de combates activos, donde ya es muy complicado hacer evacuaciones –y es imposible instalar redes anti-dron–.

Del frente de combate al uso civil

Estas barreras anti-dron comenzaron a emplearse en las posiciones del frente de combate, donde los soldados ucranianos usaban redes de pesca para proteger sus puestos. Luego la idea se desarrolló para proteger las carreteras, donde los vehículos civiles eran cada vez más atacados.

Probaron con redes de diferentes densidades al principio; pero tras comprobar que es suficiente con que los huecos de la cuadrícula sean más pequeños que un dron, se empezó a usar un tamaño estándar –con celdas de mayor tamaño– para abaratar costes.

“El valor de la cooperación radica en que permite hacer frente a desafíos inesperados”, reflexiona Varchenko. “Y gracias a la ayuda de las administraciones regionales podemos responder a los cambios que se producen en medio de la guerra y, por ejemplo, instalar estas infraestructuras que mejoran la seguridad de todos”.

“Pero a día de hoy es imposible garantizar completamente la seguridad de la población civil que vive en las áreas más comprometidas, porque no existe ningún medio técnico para detener estos drones”, insiste el oficial antes de despedirse.

La ONU quiere elevar a la categoría de crimen de lesa humanidad estas “cacerías humanas” con drones FPV que están perpetrando las tropas rusas en las ciudades ucranianas, y que tienen como resultado el desplazamiento forzoso de decenas de miles de personas.

Pero a la espera de que esta denuncia de Naciones Unidas sirva para algo, parece que la única opción que tienen los ciudadanos del Dombás para protegerse de los FPV de Putin es abandonar sus hogares, sus recuerdos y todo lo que tienen. Y aún así, los pueden hacer explotar con un dron mientras están huyendo para dejar la guerra atrás.